Desde el primer paso dentro del Museo Farmacéutico de Matanzas, Monumento Nacional, el visitante viaja en el tiempo. Cada pieza ligada a la historia de las ciencias farmacéuticas despierta esa necesidad de pasar la mano sobre lo antiguo, interrumpida cuando el especialista pronuncia la típica frase de no tocar los objetos museables.
La reacción del público es diversa, pero la de los niños siempre cala hondo. Las miradas curiosas y preguntas ocurrentes de los pequeños ante los frascos de diversos tamaños y formas, hechos exclusivamente para la botica, y el aroma que desprenden convidan a pensar en la importancia de preservar este sitio y los objetos que atesora.
“Si abres uno de los pomos de aceites esenciales, la gente siente el olor de antes en este lugar. Cuando huelen el eucalipto o el tilo, a veces te dicen ‘maestra, eso huele a mi abuela’, porque las personas mayores los utilizan con mayor frecuencia. A partir de esa interacción, ellos identifican los productos como parte de su historia”, cuenta Marcia Brito, directora del centro.
La licenciada en Educación de Ciencias Biológicas defiende la idea de que el museo sea más cercano a las personas. Por eso la única botica francesa de finales del siglo XIX que se conserva en el mundo muestra los saberes científicos de la familia Triolet a los estudiosos y a las nuevas generaciones.
Escuche la entrevista aquí:
UN HOGAR PARA LA CIENCIA
Verdaderas joyas de la literatura científica se atesoran aquí, como la farmacopea francesa, española y norteamericana de finales del siglo XIX y principios del XX. También cuenta con los libros de asentamiento de recetas, 55 tomos que revelan el quehacer de la botica durante 82 años, que ya forman parte del Registro Memoria del Mundo de la Unesco.
Muchas de las formulaciones fueron inventadas por Ernesto Triolet, en ese mismo espacio que hoy captan los lentes de los dispositivos móviles. Un total de 11 de ellas participaron en la Exposición Universal de París de 1900 y obtuvieron medalla de oro por sus características y efectos benéficos en el organismo.
Brito explica que aquí convergen las tres escuelas de farmacias más importantes del mundo. “Los fundadores de la botica, Juan Fermín Figueroa y Ernesto Triolet, venían graduados de Madrid y París respectivamente. Dolores Figueroa, hija de Fermín, estudió en Nueva York. Ellos se enfrentan a un entorno completamente diferente, marcado por la presencia de todos los remedios traídos por los esclavos como nuevos modos de aliviar las enfermedades”.
A su juicio, cuando estos saberes se unen en el empleo de plantas que no son las estudiadas y comienzan a utilizar referencias de curanderos, pues van transformándose los conocimientos y emerge una nueva forma de hacer medicamentos. Así nace la botica cubana.
“Esta farmacia se distinguió por la excepcionalidad en la preparación de sus productos de forma natural. Hasta el último momento respetó el proceso de elaboración, la obtención de los principios activos con los mejores métodos y fue muy cuidadosa en su presentación. En la biblioteca se conservan libros de botánica y zoología; los farmacéuticos no solo se dedicaban a preparar medicamentos, también tenían un gran conocimiento de las ciencias naturales”.
LA MEDICINA VERDE DE AYER, ÚTIL HOY
La medicina natural y tradicional (MNT) tiene grandes potencialidades demostradas a lo largo del tiempo. Para Brito este tipo de medicina no es sustitutiva de la otra, pero hay que desarrollarla porque realmente ofrece soluciones efectivas a diversas dolencias; en eso los laboratorios de Labiofam llevan la vanguardia en Cuba.
“Durante la década de los 90 se declara el Período Especial y empieza la escasez de medicamentos en la farmacias, entonces se recurre a la llamada medicina verde. En ese período su equipo pasó un tiempo revisando y estudiando todo lo que está aquí, dando lugar a importantes productos como Nutrisol, Asmacán y distintas pomadas, muy conocidos y demandados en el país.
“Además, los laboratorios de MNT ubicados en los diferentes municipios tomaron como referencia la obtención de esos productos base elaborados en la botica, ya sean tinturas, extractos o ungüentos. De igual forma, consultaron el contenido de los libros de manera minuciosa”.
Sin obviar las investigaciones realizadas en maestrías y doctorados, la especialista considera que estos documentos aún no se consultan lo suficiente y tienen mucho que aportar. Si bien algunas de las fórmulas son transmitidas gracias a la cultura popular, el sistema de enseñanza de Ciencias Médicas necesita nutrirse de estos saberes para fortalecer la preparación.
“Aspiro a que la materia no sea solo una especialidad de posgrado, sino que desde pregrado los profesores motiven a los jóvenes a estudiarla y estos pongan en práctica los conocimientos en las consultas médicas. Los fondos del museo están a disposición de quien los necesite. Se trata de ver la institución patrimonial desde el punto de vista científico”.
PRESERVAR LO HEREDADO EN EL TIEMPO
La historia se hace a diario y lo que no seamos capaces de proteger se pierde, esa es la lección que deja este centro. Así lo demuestra el propio inmueble con elevado grado de autenticidad, donde se guardó todo, y hoy resguarda exclusivas colecciones de recipientes, etiquetas, instrumentales, medicamentos y libros.
El colectivo ha sido capaz de conducir ese proceso de conservación hasta nuestros días sin dejar de ser aliado de la evolución de las ciencias farmacéuticas. Entre sus fondos más actuales destacan 10 bulbos de la vacuna cubana Abdala, donados durante la campaña de inmunización contra el virus SARS-CoV-2.
La institución es la única que ostenta el Premio de Conservación y el de Restauración, por tanto lograr la declaratoria de Patrimonio Cultural de la Humanidad es la próxima meta. En estos momentos el personal se mantiene enfocado en la elaboración de un expediente que contemple toda la autenticidad de los bienes y el estado de conservación, que refleje la importancia del museo desde el punto de vista patrimonial, histórico, artístico y científico.