Dijo el francés Voltaire, hace ya mucho tiempo, que “los hombres que se ocupan de restaurar la salud de los demás uniendo habilidad con humanidad están sobre los grandes de la tierra”, y entre esos se ubican los galenos cubanos, quienes ponen muy en alto el nombre de la Patria con su entrega cotidiana, su internacionalismo y generosidad.
Ellos representan la primera línea de atención a la salud y tienen una intensa cuota de trabajo, responsabilidad, abnegación y compromiso. Por más que se les dediquen palabras de elogio, que se les reconozca su labor durante esta jornada iniciada el pasado 8 de noviembre —en ocasión del aniversario del natalicio de Manuel “Piti” Fajardo—, nada sería suficiente para retribuir su desempeño, consagración y desvelo, aun en medio de difíciles condiciones.
Nuestros médicos, enfermeros, técnicos… laboran de sol a sol, sin respiro. No hay encomienda por más dura que sea que ellos no afronten, aun cuando eso signifique separarse de los suyos. El deber llama y, sin pensarlo, acuden.
Sobran los ejemplos que, en diversas latitudes, demuestran la grandeza de estos hombres y mujeres frente al peligro y la urgencia, desafiando el rigor del clima, la distancia, los riesgos ambientales, los conflictos armados, enfermedades desconocidas…
“Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay otros que luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay quienes luchan toda la vida, esos son imprescindibles”. Esos, de los que habló Bertolt Brecht, son nuestros profesionales de la Salud.
Y si bien, cualquier jornada del almanaque sirve para agradecer su entrega, llegue a todos hoy el más sincero agradecimiento como retribución a tantas horas de desvelo y consagración.