
A las nueve de la mañana del próximo sábado 19 de noviembre, el matancero Jhoen Lefont Rodríguez, dueño de siete récords Guinness y un octavo en proceso de homologación, intentará extender a nueve sus extraordinarios registros en otra difícil modalidad del deporte especial: más toques con la cabeza a un balón de fútbol, flotando en el agua.
Superadas la lesión de la cervical, la prolongada espera por la covid-19 y fenómenos naturales acaecidos en el país, el Hotel Nacional, de La Habana, será de nuevo escenario del novedoso propósito del joven nadador de 35 años de edad, quien se halla en magnífico estado físico y con buen dominio técnico, para protagonizar ante compatriotas y turistas extranjeros la difícil prueba de resistencia.
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“Salvados esos obstáculos, me hallo bien. Quiero intentar la nueva marca, para dejar atrás la establecida el 4 de agosto de 2018, ocasión en que logré realizar 1 664 toques a la pelota. Recuerdo que fue una jornada tensa. Rodeado de especialistas (adjudicadores de la nueva marca), equipos de filmación, incluidos los que se rigen por el cronómetro. También familiares, amigos y turistas de diversos países, quienes, al tener conocimiento de lo que estaba por suceder, rodearon la alberca. Fue emocionante para ellos, pero tuve que olvidarlo todo y concentrarme en lo que hacía.

“Todo ese grupo hace falta, porque para homologar en Londres, Inglaterra, el récord que se pretende necesita evidencias, que se proporcionan con fotos y filmaciones, además del personal técnico presente. Forman parte del expediente a enviar al Libro Guinness de los Récords.
“Así debe ser de nuevo y para ello me preparo. No es nada fácil adentrarse en una piscina, expuesto a la mirada general, no siempre con el mayor silencio posible. No obstante, el público es respetuoso para evitar distracciones de todo tipo que, en medio de una finalidad tal, puede ocasionar la pérdida de un extenso tiempo de preparación, que incluye cientos de horas no solo de práctica, sino de meditación y estricto rigor sobre qué y cómo hacer”, manifestó Jhoen desde la capital cubana en exclusivo para Girón.
Los deportes especiales, como el acuático, demandan adaptaciones y modificaciones en relación con las disciplinas incluidas en el régimen y justas regulares, como juegos panamericanos, olimpiadas y mundiales.

Muchos surgieron a partir de incapacidades físicas, pero este no es el caso de Lefont, quien no afronta dificultad alguna. Desde temprana edad incursionó en la natación; luego, durante años integró equipos de polo acuático, y por sus resultados ascendió a la élite del país.
Coincidió en tiempo con atletas de la talla de Ernesto Cisnero, Ives González, Carlos Ortega, Giannis Lara y Riger Jiménez, entre otros, que defendieron los colores de la Patria en un sinnúmero de competencias dentro y fuera de Cuba.
Desde 2010, el llamado Delfín del fútbol se incorporó al deporte especial, y suma hasta la fecha 17 récords en las seis modalidades en que ha incursionado. Estas son 50 metros nadando de espalda, toques al balón flotando en el agua, toques al balón en un minuto y toques al balón parado sin moverse del lugar.
Se completan las pruebas con mayor desplazamiento con el balón flotando en el agua, de espalda y el trayecto de 200 metros con el balón en el menor tiempo posible, realizado este último en el Complejo de Piscinas Baraguá, de la capital cubana.
“Agradezco a mi internacionalmente reconocido entrenador Jorge del Valle, también artífice de mis éxitos, por su entrega constante para lograr perfeccionar la técnica. Además, a los fisioterapeutas que me atendieron ante cada dificultad física, a las amistades del Acuario Nacional y los profesionales en fotografías acuáticas, por su apoyo sistemático antes y después de cada actuación en cada escenario deportivo. Sin ellos sería imposible tal logro”.
Al preguntarle qué se requiere para sostener con marcada exactitud el “golpe” del balón, incluso con rápidos movimientos cuando el ejercicio es por tiempo, respondió:
“Demanda mucha entrega, preparación física y práctica constante. No pocas veces de noche, hasta en la cama, pienso en cómo hacer para lograrlo. Me levanto y, en la habitación o en el patio, ejecuto la idea. Parece fácil, pero no lo es. Necesitas tener la mente en blanco, concentración, como una inercia, sobre todo cuando el tiempo avanza y el cuerpo necesita el descanso que no puedes ofrecerle. Hay rigor, sí, mucho rigor. Pero lo amerita”.
Al respecto, agrega que este resultado no tiene compensación monetaria. Solo eso: nuevo registro y agasajo público. Ni un solo euro al bolsillo del hombre o mujer que establezcan la hazaña, cualquiera que esta sea. Solo reciben un certificado oficial, aunque pudieran recibir financiamiento de los patrocinadores del certamen.
Citó Lefont, entre sus anécdotas, las ocasiones en que, para homenajear a capitales cubanas en sus aniversarios, incursionó en el agua durante la fecha de conmemoración. Así ocurrió con el 325 de Matanzas y el 500 de La Habana. “De alguna forma debía sumarme al reconocimiento y lo hice lo mejor posible: en la piscina con balones sobre mí. Constituyeron retos personales que satisfice con deseo y gusto.
“Este sábado voy a batir el récord anterior, es un propósito, y si todo me ayuda, incluido el veleidoso viento, de no batir demasiado fuerte, podré entregar el nuevo Récords Guinness a mis padres, Gisela y Alfonso, al pueblo matancero y al resto del país, así como a quienes directa o indirectamente me desean bien, incluido Del Valle, mi fiel preparador”. (Fotos: Tomadas de Internet)