Cuando desanda los pasillos de la Dirección Provincial del Banco de Crédito y Comercio nadie permanece impávido. De detrás de cada buró sale alguna voz que con dulzura la saluda, le pregunta por la familia o cómo le va, ahora que afrontó la jubilación. Cariñosamente algunos le dicen Hildi, otros le hablan con ese amor forjado en años de trabajo.
Su nombre traduce admiración y respeto en las jóvenes generaciones y entre quienes ya acumulan varias décadas en esta esfera. A fin de cuentas, Hilda Cira Andreu Fadraga es la única mujer en el país con más de 60 años de labor ininterrumpida en el sector bancario.
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Ella, maestra normalista de profesión, nunca imaginó pasar el resto de su vida entre cuentas y dinero. Por eso, cuando una amiga le propuso irse a trabajar al Banco Nacional de Cuba lo dudó, pero ante la insistencia decidió probar suerte y accedió.
Entonces corrían días difíciles. Era el décimo mes de 1962 y la Crisis de los Misiles amenazaba con provocar el conflicto internacional más peligroso en la historia de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, como parte de la Guerra Fría. “Comencé aquí con solo 19 años, precisamente el 19 de octubre. Mi estreno fue un acuartelamiento por varios días, porque muchos de nuestros compañeros estaban en la trinchera”, dice mientras rememora sus primeras jornadas laborales.
“Empecé en el Departamento de Caja, como manipuladora de efectivo. Era la que contaba el dinero que entraba y salía. A los pocos meses pasé al Departamento de Contabilidad como oficinista. Luego vino la necesaria superación y así estudié cuatro años en la Escuela de Economía hasta que me hice Contadora.
“En noviembre de 1967 me incorporo al Departamento de Personal (luego Recursos Humanos), y en el año 80 me nombran jefa provincial de Personal y allí estuve 10 años hasta el momento de mi jubilación, en que me desempeñaba como Especialista B en Gestión de los Recursos Humanos”, narra emocionada.
Si se le pregunta a Hilda cuáles han sido los momentos más difíciles afrontados en el ejercicio de su profesión no pasará por alto los días aciagos en que las racionalizaciones de personal en el sector los obligaron a decidir quienes abandonarían la institución.
“Viví tres grandes racionalizaciones, y fueron jornadas muy duras. Yo era militante de la Unión de Jóvenes Comunistas y tuve que participar, junto a los otros factores, en la comisión creada con el fin de determinar quiénes asumirían las plazas, pues sobraba mucho personal. De más está decir que quedaron en el camino compañeros de mucha calidad”, recuerda mientras se le humedecen sus ojos.
Tampoco olvidará mencionar los tantos cambios de estructura en el sector, tarea que conllevó un trabajo extremo en su Departamento de Recursos Humanos. “Hubo momentos en los que me pasaba días sin ver a mi niño y sin ir a mi casa, solo a bañarme y comer. Fueron muchas noches en vela. Pero pude hacerlo, porque mi mamá permanecía cuidando de mi hijo”.
Prueba fuerte para ella también fue el reciente reordenamiento salarial, faena donde hubo que cambiar puestos y contenidos de trabajo y velar porque no se cometieran violaciones.
Pero, sin dudas, uno de los mayores retos asumidos por Andreu Fadraga fue el advenimiento de la digitalización. “Antiguamente todo era manual y cuando llegó la computación al Banco ya yo tenía cierta edad, pensé que sería la hora de irme porque no me adaptaría. Sin embargo, me enseñaron, me enamoré de las máquinas, y perfectamente las manejaba hasta donde mi nivel me lo permitía, siempre con apoyo”.
Y es que resulta muy difícil interponerse en esa relación tan intensa que ha creado Hilda Cira con el sistema bancario, por eso considera que la más importante cualidad para pertenecer a esa gran familia es tener una actitud consecuente ante el trabajo. “El banco se caracteriza por una disciplina y un sentido de pertenencia, el respeto y la consideración son muy importantes”.
De su paso por esta institución se lleva muy gratos recuerdos y anécdotas. Entre sonrisas evoca, por ejemplo, cuando en 1966, con apenas 23 años, fue seleccionada Estrella del Carnaval en representación del sindicato de la Administración Pública. O, cuando en fecha más reciente, el 28 de octubre la presidenta del Banco Central le hizo entrega del Sello por los 60 años de trabajo ininterrumpidos en dicho sector, del cual no se desprende.
“Nunca pensé que pudiera alcanzar esta edad en activo. Me siento orgullosa por eso, por haber llegado enamorada de mi trabajo y con mi mente clara. Me fui porque ya era hora de cederle el paso a la juventud. Siempre he sentido esta como mi segunda casa y a todos mis compañeros como una familia, no solo los de la Dirección Provincial, sino también los de las sucursales, quienes han sido un gran sostén. Me sentí muy feliz aquí y nunca tuve la intención de irme. Mi vida la he dedicado al banco por entero, y ello constituye estímulo y alegría”.