El espacio literario El sombrero de Zequeira, que conduce el poeta Derbys Domínguez y tiene como sede a la librería La Filosofía, ubicada en la céntrica calle Medio, contó en esta ocasión con la presencia de la destacada investigadora y arqueóloga Silvia Hernández Godoy, quien entabló un ameno diálogo con el anfitrión de la peña.
Los asistentes a este encuentro, con el conocimiento que brinda la literatura, se adentraron en pasajes de la existencia de la prolífica intelectual, que ya cuenta en su haber con varios títulos que contribuyen sin dudas a un mejor acervo de nuestro devenir histórico.
Desde su infancia, según se supo de su propia voz, quedó prendada a la lectura, motivo por el cual a muy temprana edad supo que quería ser arqueóloga cuando, al hojear un libro de historia, quiso saberlo todo sobre las civilizaciones egipcias.
A partir de ese momento todos los caminos convergieron para alcanzar ese propósito, desde su llegada a la Universidad de la Habana, donde interactuara con un excelente claustro de profesores. Allí formaría parte de un grupo de arqueología.
Una vez en Matanzas, la ubican en el Museo Palacio de Junco, donde tuvo la oportunidad de adentrarse en otra rama que también le fascinó: la búsqueda en archivos históricos. Nacería así su primer texto, titulado Castillo San Severino: Insomne caballero del puerto de Matanzas.
Ante las preguntas de Derbys, los presentes conocieron que cada libro nace de una investigación, por lo cual se define como investigadora, aunque ya posee varios títulos que ostentan innumerables reconocimientos.
“Nunca pienso en publicar un libro, la idea primigenia va sobre la necesidad de realizar una investigación”, acotó.
A su vez, afirmó que con el tiempo se ha enamorado del proceso de producción de los volúmenes y esa estrecha relación que surge con los editores. Incluso, asegura haber tanteado la idea de escribir narrativa, pero el intento solo permanece en su cabeza: “No he escrito todavía una sola línea”.
Silvia se ha sorprendido llorando ante una página escrita o recorriendo la ciudad en el siglo XVII. La lectura sigue siendo de sus mayores pasiones; disfruta como pocos estar rodeada de libros, inmersa en el silencio que se desprende de los estantes y que le permite acceder a una especie de intimidad con el autor y el tema investigado.
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