Como en otras ocasiones, una noticia así sorprende: falleció Pedro Padilla, nuestro compañero de casi 50 años de labor. Aunque hay una pequeña separación entre nacer y dejar de existir, jamás nos adaptamos a la pérdida de un ser querido. Así es el sentir humano.
Pedro, Pedrito o Padilla solíamos llamarlo en el colectivo de Girón, al encontrarnos en la calle o cuando visitábamos la emisora Radio 26, donde prestaba sus servicios como periodista o director de programas en los últimos años.
Nunca negó su conocimiento a quien necesitaba de él para seguir adelante, en cualquier género periodístico. Era amable, consejero; cualidades que lo engalanaron en lo personal y profesional.
Revolución. Siempre adoptó su posición desde los principios que la enarbolan, en la enseñanza práctica de los más jóvenes profesionales del gremio, para hacerlos “más hombres, cubanos, revolucionarios”, como solía decir.
Caracterizado por la sencillez, llevó a sus hijos el pan de la enseñanza, ilustrada con la prioridad de una formación correcta, aunque eso sí, era recto cuando debía.
El Padillato, como no pocas veces lo llamé, en razón al aprecio, cariño, el respeto que siempre nos distinguió, permanecerá en el recuerdo, con su figura delgada, de pasos rápidos, y hablar pausado.
Padilla se nos ha ido y queda la semilla que sembró para seguir su ejemplo como persona y trabajador. Quedan su conducta y su hacer imperecederos.
Su carisma de “matancero jodedor”, con esa gracia sana que lo distinguía, nos reafirma su calidad de cubano, latino, fiel a su estirpe, al barrio donde diera sus primeros pasos, en la calle de Zaragoza, en la Matanzas que tanto amó.
Periodista, profesor, dispuesto, solidario, nos resulta casi imposible pensar que su inconfundible voz calló.
No será olvidado por sus colegas de Girón ni de ningún otro medio o lugar donde se haya ganado el aprecio y el cariño de quienes lo conocieron y acompañaron.
Hasta pronto, hermano, colega, amigo, padre, abuelo y familia en lo más genérico de la palabra. Donde estés, tu espíritu recibirá el beneficio del buen hacer de tu paso por la vida.