Un 11 de septiembre de 1980, fue asesinado, en plena calle de Nueva York, el diplomático cubano Félix García Rodríguez. Foto: Archivo de Granma
Mañana habrán pasado 21 años desde que el mundo se estremeciera con las imágenes televisivas del derribo de los símbolos del poder que, en ese momento, representaban las Torres Gemelas de Nueva York.
Desde entonces, bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo, se ha quebrantado la soberanía de varios pueblos y echado por tierra los postulados básicos del derecho internacional.
Muchos países han sido sometidos a cruentas guerras como Irak, Afganistán o Siria; otros han sufrido las consecuencias de un terrorismo también inducido y pagado por EE. UU.
En Latinoamérica, Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Cuba han enfrentado sucesivos intentos por cambiar el rumbo elegido por el pueblo. La impotencia del imperio ha llegado, incluso, a calificarlos como Estados fallidos, e incluirlos en una lista espuria de países terroristas.
Por razones como esa, en el Congreso Mundial de la ONU sobre las víctimas del terrorismo, el viceministro cubano de Relaciones Exteriores, Carlos Fernández de Cossío, condenó firmemente «todos los actos, métodos y prácticas de terrorismo en todas sus formas y manifestaciones, por quien quiera, contra quien quiera y dondequiera que se cometan, sean cuales fueren sus motivaciones, incluidos aquellos en los que hay Estados involucrados, directa o indirectamente».
En su intervención comentó la desgarradora experiencia de nuestro país en los últimos 63 años, que contabiliza 3 478 cubanos víctimas mortales, y 2 099 lesionados e incapacitados.
El diplomático explicó cómo los múltiples actos de terrorismo de Estado cometidos contra la Isla han sido acciones organizadas, apoyadas, financiadas y ejecutadas –en su mayoría– desde territorio estadounidense, y promovidas por el Gobierno de ese país, o por individuos u organizaciones que actúan con impunidad.
Ejemplificó que continúan incitándose y financiándose, desde Estados Unidos, actos violentos en Cuba, incluso de forma pública, por vía de las redes digitales. Denunció que estos han sido informados por canales oficiales y operativos al Gobierno de Estados Unidos y a sus autoridades encargadas de la aplicación y el cumplimiento de la ley.
Fernández de Cossío también recalcó que no hay evidencia o registro alguno que vincule a Cuba con actos terroristas, ni a la promoción o el patrocinio de estos. «Sin embargo, de manera arbitraria y unilateral, el Departamento de Estado de Estados Unidos ha incluido a Cuba en una lista de países que, supuestamente, patrocinan el terrorismo internacional», indicó.
Subrayó que dicha designación de la administración estadounidense constituye una acción sin fundamento, autoridad o respaldo internacional alguno, con la cual intentan justificar el bloqueo económico que ha pretendido castigar al pueblo cubano.
Recordó que Cuba fue el quinto país en convertirse en Estado parte de los 19 convenios internacionales relativos al terrorismo, y elevó a rango constitucional el compromiso político y legal contra ese flagelo.