El patrimonio humano

Regresa Pedro y el lobo de Teatro de Las Estaciones

El teatro matancero tiene el liderazgo de los que han defendido no solo una estética, sino también la síntesis de muchas cosas que enaltecen la cultura cubana. 

Pienso en cada grupo, en cada sala y lugar; en la figura de esos líderes artísticos, que lo son por su trayectoria y su capacidad de aunar gentes y voluntades, de ofrecer una identidad a un colectivo. 

La sala de Daoiz, Papalote, como grupo, y René Fernández Santana, por ejemplo, son una misma cosa. Es un patrimonio de sesenta años, en el que la figura de René es símbolo, el creador de una estética, el defensor de un espacio, de su tradición e historia, que como patrimonio de la nación hay que protegerlo.

¿Papalote lo es sin René? Papalote es un reservorio cultural de Cuba; pero René es su alma, es ese papalote que vuela, que él nombró, dio forma y potenció, como un baluarte del universo titiritero.  

Figuras como la de Pedro Vera o René  Fernández fundaron un grupo, sedimentaron una trayectoria que ha marcado un lugar, una cultura, que se relaciona con otros espacios: son fundadores de grupos, salas, eventos, identidades, y formadores de muchas  generaciones. 

¿Es Teatro de Las Estaciones, Danza Espiral, El Portazo o Icarón, el mismo lugar, el mismo espíritu, sin la presencia de sus fundadores, de los que proyectaron y concretaron? El sistema de proyectos es diáfano, en sus esencias, en sus nacimientos y posibles muertes. 

¿Existen los herederos y, en algunos casos, los que merecen serlo? Hay quien está claro de que, si no existiera quien funda, el proyecto muere. Quizá surja otra cosa, si lo merece; pero ya sería otra cosa. Apunto: Papalote es en sí mismo una institución patrimonial.  

En el caso de Teatro El Mirón Cubano, fue algo orgánico. Parte de un entendimiento humano y estético que transitó por nuevos ciclos, afianzado en la historia y la biografía de un colectivo: Albio Paz, Francisco Rodríguez, Rocío Rodríguez. No hubo rupturas, sino compromisos, con una estética que se ha renovado, pero que se conecta con su pasado, que dialoga orgánicamente, sala y grupo. 

Más de cuatro décadas, de un diálogo  generacional. 

René, por ejemplo, forma parte del patrimonio humano, que es un camino, vinculado a  su labor pedagógica, artística, social. 

Preservar ese legado, lo que simboliza René Fernández, es defender el significado que tiene Papalote como emblema. 

Cada grupo abre interrogantes y nos hace pensar en los que lo fundaron y concretaron un sueño, con sus marcas y destellos. Un grupo de teatro tiene el espíritu de los que lo fundaron y defendieron.

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Sobre el autor: Ulises Rodríguez Febles

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