Colombia es conocida como “el país de los mil ritmos”, debido a la diversidad de sonidos folclóricos de sus regiones, entre los que despuntan la cumbia, el calipso y el vallenato, como los más populares. A pesar de tanta variedad musical, una cantante cubana, finalista del notorio concurso «Todo el mundo canta», efectuado en Varadero, pone en alto los boleros y sones en la tierra del mejor café del mundo.
UNA VIDA DE VOCACIÓN
Raquel Zozaya Aldana, amante de la cultura de su país, descubrió su pasión por las bellas artes desde muy pequeña. “Papi cantaba muy bien, aunque de forma empírica. Hacía una segunda voz natural preciosa y, al escucharlo en mi natal pueblito de Sagua de Tánamo, en Holguín, decidí qué quería hacer”.
Ella posee un registro de soprano y lo maneja magistralmente, además de un timbre maravilloso. Su sueño inicial no era el de cantar, sino ser bailarina clásica. Aunque no lo alcanzó, demostró su interés por el arte y la lejanía de la Habana no entorpecería el camino hacia sus sueños.
Su carrera comenzó gracias a los festivales pioneriles, a los que sus padres siempre la llevaban. Obtuvo premios desde los ocho años, participó en coros y grupos danzarios. Todo esto desató su popularidad y así fue escogida para representar a su provincia en el concurso Todo el mundo canta.
Raquel obtuvo el segundo premio en el certamen. Ese galardón, unido al consejo de sus maestros en la escuela José Martí, embulló a la joven promesa a estudiar canto lírico en el Instituto Superior de Arte, aunque sus gustos se inclinaban por la música popular.
Su sueño volvió a cumplirse. Sus profesores le otorgaron la posibilidad de ser la única de su año en graduarse con un concierto de música popular, el cual consumó con creces. Interpretó temas de Ernesto Lecuona, Pablo Milanés, César Portillo de la Luz y otros grandes compositores cubanos.
Y EL MUNDO LE ABRIÓ SUS PUERTAS
Durante su servicio social, en 1989, conoció los países socialistas. Luego, sus viajes no cesaron, hasta dos veces al año; pero algo la volvió a sorprender. José Luis Cortés, El Tosco, la invitó a grabar un disco de boleros en jazz, con una empresa española.
Tras colaborar con semejante personalidad de la cultura, continuó estudiando. “Las personas que tenemos una vocación debemos estudiar, pero todo el tiempo; no se aprende todo en momentos. Hay que ser humildes, escuchar a quienes saben, explorar sonoridades”.
Como cantante consolidada fue invitada a galas del concurso Adolfo Guzmán, estuvo de gira nacional e internacional, acompañada por artistas de renombre en Cuba y formó parte del espectáculo por el 50 aniversario del Cabaret Tropicana.
“En 1996 viene al país un grupo irlandés con el fin de producir un disco fusión de música celta con la latina, y entre los convocados me encontraba yo. Interpreté un tema gallego del siglo XIX, acompañada por el coro folclórico”, recuerda con nostalgia.
Esa producción fue nominada a un Grammy, en la categoría World Music. Sobre ello, la consagrada cantante expresó que tal experiencia sentó las bases de lo que posteriormente realizaría en la parte discográfica.
Poco tiempo después, hizo dos duetos con Omara Portuondo, quien, junto a Argelia Fragoso, era su modelo a seguir. Al lado de la novia del feeling, como también la conocemos, integró una delegación de artistas que participaron en una jornada cubana en Galicia.
La casa productora Egrem en 1997 produjo el primer CD en solitario de la cantante, llamado Un pecado nuevo, dedicado a los boleros. Contó con la presencia de músicos que formaron parte del proyecto Buena Vista Social Club, así como del maestro Tito Gómez, con quien interpretó Vereda tropical.
COLOMBIA
Después del éxito de este disco, las disqueras colombianas, fascinadas, abrieron sus puertas a Raquel. Así, en el año 98 floreció para esta holguinera una nueva opción de trabajo: la empresa colombiana Discos Fuentes le ofreció un contrato. Ella aceptó, hacía mucho escuchaba referencias de sus compañeros del excelente público que habitaba ese país, fanáticos de la música cubana.
También tuvo la opción de asistir al XX Festival Internacional de la Canción de Buga, Festibuga Internacional, donde había representantes de 11 países de América Latina, Estados Unidos y España. Fue la primera vez en la que una cubana participaba y además lograba el galardón principal.
El reconocimiento obtenido en territorio colombiano, unido a un contrato con una gran disquera, motivó a Raquel a tomar la decisión de mudarse a ese país y triunfar. Entonces, surgió el disco Cuban Souvenirs, donde interpretó temas de salsa y con el cual alcanzó el reconocimiento anhelado en esta tierra.
“Colombia ha sido mi segunda tierra, me he sentido bien como artista y como ser humano, estuve cinco años con Discos Fuentes, luego trabajé con Codiscos, he sido acompañada por grandes músicos y orquestas, y he estado en los mejores eventos”, recuerda.
Esta defensora de los boleros y el son imparte clases de técnica vocal. Además, la pandemia la hizo trasladarse a la virtualidad, donde ofrece recitales online y tertulias. Recientemente, dedicó una a su colega y amigo Adalberto Álvarez, quien siempre vivirá en su música.
Así, Raquel Zozaya Aldana, cantante que debutó en Varadero, impone desde tierras colombianas el sello de la música cubana, el son y los boleros.
(Por Lisbeth Marrero Roque, estudiante de Periodismo)
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