Como jardines pestilentes que crecen sin freno, los basureros improvisados en la ciudad de Matanzas forman parte del paisaje de una manera al parecer, ya demasiado natural.
Los transeúntes los sortean a su paso, quizás con desagrado. Muchos ignoran el significado de ese foco infeccioso en medio de la acera. Hay quienes incluso le ponen algún que otro elemento inservible que llevan en las manos como para contribuir a su crecimiento.
Las cercas perimetrales en las casas y postes del tendido eléctrico fungen como arbolitos de navidad y, aunque esa etapa pasó hace meses. Esta “navidad de la suciedad» se conserva todo el año mediante la presencia de cúmulos de desechos. Permanecen meses en una progresión sin límite, en donde todo tipo de vectores tienen cultivo para desarrollarse en estos basureros.
Varios factores inciden en esta gravísima situación, y una de ellas, como es lógico, recae en la sistematicidad y frecuencia con que los carros recolectores pasan por los Consejos Populares.
Así podemos comprobar, por ejemplo, que Versalles forma parte del grupo de rezagados en este aspecto; así como la calle San Carlos y Avenida Martín Dihigo. Aquí la basura no tiene fin y la pestilencia hace casi imposible el tránsito por una calle que, en días de béisbol, se convierte en el acceso para quienes van a apoyar a los Cocodrilos en su cuartel general.
La irresponsabilidad de la población es otro elemento que contribuye a la proliferación de estos basureros nada agradables. Ver como lanzan jabas llenas de desechos a la calle mientras llueve es realmente un espectáculo lamentable.
Aunque no se pueda mantener la basura dentro de casa durante semanas, la acción de botarla sin más para que el agua la arrastre calle abajo no tiene justificación; menos en una ciudad orgullosa de sus ríos y su bella bahía.
Existe también aquel individuo que esboza a manera de atenuante la gran cantidad de habitantes y el tamaño de una ciudad como la Atenas de Cuba; pero en nuestro país hay ciudades mucho más grandes y con poblaciones más numerosas que adoptan estrategias eficaces para recoger los desechos.
En experiencias previas se ha decidido ubicar recolectores de tamaño suficiente para receptar los desechos; o incrementar los cestos en los puntos claves de la ciudad, el centro histórico y otros lugares de mucha afluencia de público por su actividad comercial y recreativa.
De antemano conocemos que el país atraviesa una compleja situación económica; que los carros recolectores de basura son tan insuficientes como el combustible para su funcionamiento; pero nada de ello debe justificar que nos transformemos en la “capital de la suciedad”.