Enseñar más que logaritmos

Emma de la Caridad Hernández Corrales lleva 40 años de maestra, y la idea de cambiar de profesión nunca ha sido una opción para ella, no se ve haciendo otra cosa que no sea dar clases. Desde que tiene 17 años invierte sus días en enseñar Matemática.

Recuerda que sus primeras prácticas fueron en una escuela primaria, impartiendo un semestre de cuarto grado y luego un curso entero de sexto. Hoy, después de dos hijas, dos nietos y muchos alumnos, sigue reafirmando que no se equivocó al elegir.

Desde hace tiempo trabaja en la Enseñanza Media Superior, pero la secundaria es la que más le gusta, porque se siente parte de la formación del alumno más allá de la intelectualidad. “Es en ese tiempo cuando forman su personalidad y su carácter, y disfruto ser parte de eso”, comenta con los ojos hacia el cielo, como quien busca pescar un recuerdo.

Muchas anécdotas aparecen en su mente cuando le preguntan qué significan tantos años como maestra. Emma recuerda a muchos de sus alumnos, algunos con características peculiares, pero todos especiales o por lo menos la nostalgia la hace pensar así. Trabajar por ciclos de tres años como profe guía le ha permitido conocer, más allá de los logaritmos y la geometría del espacio, a sus niños, como ella los llama.

“Logré que los alumnos entendieran que para ayudar a un compañero la solución no era decirle las respuestas, sino que aprendiera de verdad. Es bonito, me gusta cuando alcanzo eso”.

Al preguntarle a Hernández Corrales por un grupo especial, considera que cada uno posee su propio encanto y todos han dejado una marca. Como educadora ha vivido experiencias de todo tipo: alumnos con lenta capacidad de aprendizaje, estudiantes estrella e, incluso, recientemente, la pérdida física de uno de ellos.

Feliz, realizada y orgullosa se siente Emma cuando se encuentra años después a alguno de sus viejos alumnos. La reconforta saber que crecieron, alcanzaron un título o simplemente tienen una sonrisa en sus rostros, porque sabe que en el fondo hay un pedacito de ella; sabe que aportó, aunque sea, un poquito. (Samila Hernández Camargo, estudiante de Periodismo)

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