La timidez encauzó a Luis Javier García Gil por los caminos del deporte, pues ese comportamiento de inseguridad, con apenas ocho años cumplidos, marcó su preferencia por las artes marciales, convirtiéndose en uno de sus más fieles seguidores.
Al advertir que no le gustaba relacionarse y conversar con los demás niños de su edad, sus padres lo llevaron a un área de práctica de deporte, o más bien de ejercicios físicos. Coincidió que en la cuadra había un gimnasio de karate-do, disciplina por la que sentía preferencia al observarla en la televisión y en películas.
Su sensei (maestro) fue Ignacio Cabrera, tercer Dan entonces, de amplia experiencia, en el estilo Jyoshinmon Shorinb Ryu, pionero en Cuba después del triunfo de la Revolución.
Javier tuvo éxito no solo en la asimilación de la técnica en su especialidad, sino que logró erradicar el comportamiento que lo separaba del grupo. Sin problemas, aprobó exámenes docentes y deportivos, estos semestrales hasta el nivel de quinto Kyu.
Sobresalió en la categoría 13-15 años en el kumité (combate), con victorias en orden ascendente desde la base hasta el nivel provincial juvenil.
Su consagración al karate-do permitió que en él fijaran su mirada los principales instructores del territorio. Por tal motivo fue llamado a entrenar con el seleccionado provincial, bajo la batuta del sensei Lázaro Cabrera Zamora, actual presidente de la Federación de Artes Marciales, en Matanzas.
“Debido a mi buena asimilación y empleo de la técnica en esos primeros años, me nombraron monitor del grupo y de otros practicantes más pequeños, lo cual constituía un reconocimiento a lo aprendido. Dejé a un lado juegos y paseos; incluso, en mi juventud, sacrifiqué horas de cine, bailes, descanso, etc. Claro, esto no incluyó las clases de Matemáticas, Español, Historia. Para alcanzar una aspiración, como es la de convertirme en un buen karateca, se requiere luchar hasta el final.
“A los 14 años, en diciembre de 2002, obtuve mi primer Dan Ho cinturón negro, junto a mis amigos Fanny García y Yosvany Pedroso, del dojo (gimnasio) al que asistíamos. El examen fue presidido por el sensei Francisco David Ramírez Betancourt, en la actualidad séptimo Dan cinturón negro. ¡Qué emoción!, inolvidable”.
Ese sería su primer gran logro. Luego vendrían otros, surgidos desde las propias raíces del interés personal por convertirse en lo que él desea infinitamente: ser un verdadero promotor de este arte marcial nacido en Japón.
“Desde el comienzo en esta disciplina admiré al fallecido maestro Raúl Rizo. Este es su nombre deportivo, con el cual se conoce nacional e internacionalmente, porque el real era Domingo Rodríguez Oquendo, considerado el padre del karate-do en nuestro país.
“Imaginen la alegría cuando en enero de 2005, en el desaparecido Ateneo Deportivo Aurelio Janet, fue quien nos examinó para ascender al primer Dan. Recuerdo que hubo otros destacados senseis evaluados, como Angel García (quinto Dan), Fernando González y Damián Pérez (cuarto Dan)”.
A principios del año 2006 numerosos maestros locales, incluido el mío, abandonaron el Jyoshinmon, y pasaron al estilo Goju Ryu, liderado por el profesor Alfredo J. Rojas Tamayo, su presidente nacional y representante en Cuba de la organización Ryusyokai.
“Tuve la oportunidad de participar en el primer seminario realizado en Matanzas y hoy vivo el orgullo de ser uno de sus cuatro fundadores activos”.
Explicó el joven profesor que el Goju Ryu es un sistema proveniente de la ciudad de Naha, en Okinawa, cuna del karate. En su esencia se utilizan movimientos de defensa circulares, con desplazamientos naturales, el uso de la respiración con contracciones isométricas e isotónicas.
Una de las pruebas más difíciles para Luis Javier llegó en el 2007 cuando su maestro Ignacio Cabrera, ascendido a cuarto Dan, declina continuar como instructor y propone para esa responsabilidad a su exalumno.
“En ese momento carecía de entusiasmo, faltaba mi maestro y guía, pero él mismo me aconsejó, seguí sus huellas. Casi tres décadas después mantengo esa disposición. Siento que no existe mayor placer que transmitir lo aprendido, perfeccionar el carácter de los estudiantes, ofrecerles seguridad, salud, cultura, disciplina, sin descuidar la superación técnica personal y ser ejemplo en todo”.
Además de graduado de Turismo en la Universidad de Matanzas Camilo Cienfuegos, el entrevistado es técnico medio en Informática, y capitán de salón del hotel Meliá Las Antillas. “Estoy interrupto y trabajo como informático en el Centro Provincial de Información, en Ciencias Médicas”.
Es sensei desde el 2007 del dojo Shoshinkan de Cuba Ichi de Karate-Do, estilo Goju Ryu rama Kenshikai, ubicado en la escuela primaria José María Heredia, de la calzada del Naranjal.
Cuando finalmente le hablo de impedimentos en este deporte, comentó: “Deben tener ocho años, aunque algunos se aparecen con siete. No importa color de piel, religión, orientación sexual o limitaciones físicas. Eso sí, ser disciplinado es esencial. Lo otro corresponde al profesor”.