Justo en la calle de Medio, un grupo de adolescentes construyen un nido de sueños. Ellos asumen el reto de participar en la restauración de un antiguo inmueble desde los cimientos, y de esta forma también hacer por su ciudad de Matanzas. En la fachada de la casona, un cartel anuncia que esa ahora es su casa y de ella crecerá un vínculo con la urbe y su gente.
Es común ver rostros de muchachos que ya no son niños pero tampoco adultos en la plaza de la Vigía, la calle Narváez, el Parque de la Libertad, aunque muchas veces habitar estos espacios no significa sentirse parte de ellos. Por eso el nacimiento de este sitio no es casual, constituye un paso bien estudiado por el proyecto Adolescentes por Matanzas, de la Oficina del Conservador (OCCM).
A partir de una evaluación realizada, Magalys Menéndez Peñate, jefa del proyecto, revela que la rehabilitación de los espacios públicos del área Monumento Nacional del Centro Histórico, si bien ocurrió en un momento en el que era imprescindible esa transformación, adoleció de los niveles de participación implementados en el mundo en cuanto a gestión y manejo de estos sitios.
“Por observaciones que hicimos en diferentes horarios, notamos que los comportamientos de los adolescentes y las formas de proyectarse estaban llenas de su frescura de edad, de sus gustos, sus intereses; pero se encontraban muy permeados por conductas no amigables con el patrimonio cultural y natural”, afirma la psicóloga social.
De esta valoración preliminar surge la idea de dar voz a este grupo etario con vistas a crear un diseño cultural recreativo educativo participativo, con y para los adolescentes de la ciudad de Matanzas.
¿CÓMO VEN LOS ADOLESCENTES SU CIUDAD?
Desde una primera convocatoria diseñada por especialistas de la OCCM y estudiantes de la Escuela de Arte, lanzada por diversos canales de comunicación, lograron sumar algunos menores a los primeros talleres de sensibilización con la idea del proyecto.
La matancera explica que el proceso de investigación defiende una metodología cualitativa, esencialmente participativa, que tiene en cuenta los intereses del grupo etario en un municipio con alrededor de 8 600 adolescentes. Por tanto, los colectivos dinamizadores creados llevan la vanguardia de participación con un primer nivel de decisión, y de ahí se derivan espirales hasta abarcar un universo mayor.
El primer encuentro marcó un camino a seguir desde el punto de vista de la educación patrimonial. El equipo lanzó interrogantes relacionadas con el diseño de la ciudad, pero los presentes respondían asombrados: “No me habían preguntado antes”. Para algunos el término ciudad no resultaba familiar, más bien barrio o país.
“Coincidimos en que no hay una construcción colectiva de que pertenecemos a algo que es una ciudad y menos a un Centro Histórico. Muchos desconocen el alcance real de qué es, cómo se puede vivir, qué tienes ahí o qué tienes que cuidar. Esos resultados mostraron las debilidades de la educación patrimonial y desde la OCCM hemos encauzado acciones para que esto se revierta”, aclara.
QUE LA DIVERSIDAD SE HAGA UNIDAD
José Enrique de la Cruz Pérez es uno de los muchachos integrantes del proyecto. A sus 16 años se ha convertido en líder activo de esta comunidad, gracias a las herramientas adquiridas de la educación popular.
“Durante la pandemia, en una edición virtual del Carnaval Madre Tierra, hice un video, acompañado por mi familia, sobre los cuidados necesarios para proteger a los grupos vulnerables. Luego de resultar ganador junto a otras muchachas, escuchamos la idea del proyecto y nos pareció interesante. Entonces, nos convertimos en promotores de los grupos de WhatsApp como parte del proyecto”, rememora.
A partir de ese instante, José Enrique comienza a adentrarse en un nuevo concepto de adolescencia. Con cada uno de los talleres se siente escuchado y conoce lo que los demás piensan acerca del entorno donde se desenvuelven. También dialogan sobre temas de interés definidos por ellos mismos, como la historia, la discriminación racial, el bullying, los estereotipos, la violencia y el cuidado medioambiental.
“La diversidad del colectivo es lo más dinámico, porque nos ha hecho crecer y entender cómo accionar a favor de ellos, mientras generamos conciencia. De ahí surge el eslogan del proyecto: ‘Que la diversidad se haga unidad’.
“Una de las experiencias más enriquecedoras fue el encuentro con un numeroso grupo del Consejo Popular Peñas Altas. Estaban deseosos de que llegáramos al barrio. Los acercamos al proyecto y muchos se sumaron. Ahí conocimos sus necesidades e intercambiamos ideas de cómo tener una mirada crítica y revolucionar los espacios. Un punto clave ha sido hablar de Narváez, nos contaron problemas que ocurren allí y los grupos que se unen por afinidad. Hemos tratado de reflejar sus inquietudes y responder a ellas, a la vez, lograr más respeto y corresponsabilidad con la ciudad”.
Escuche el episodio completo aquí:
HACER LA CIUDAD DESDE LA MIRADA ADOLESCENTE
Tras dos años de investigación, el equipo da respuesta a los objetivos del proyecto. Según refiere Menéndez Peñate, el diagnóstico de las causas del comportamiento social arrojó que la falta de sensibilidad y el desconocimiento hacia el patrimonio están asociados a la ausencia de los mejores métodos o formas educativas en las familias y las autoridades locales.
“Además, logramos hacer una estrategia de comunicación con sus códigos. El vínculo entre adultos de diferentes especialidades, con adolescentes con distintos intereses, fue fundamental. La obtención de las ideas conceptuales de la Casa del Adolescente fue resultado de esa interacción. Los muchachos guían el diseño de su espacio desde un diálogo transdisciplinario. El proyecto adquiere una plataforma de acción más permanente, tiene un impacto directo en la ciudad.
“El próximo paso será la presentación este mes del diseño cultural recreativo educativo participativo al grupo de expertos del programa Manejo del Hábitat del Citma, que consiste en una propuesta para transformar lo que hoy está programado y no satisface las necesidades adolescentes, desde las instituciones, el sistema educativo y la familia”, concluye la experta.