El ascenso de Andy Santiago Granda Álvarez a lo más alto del podio en el recién finalizado Campeonato Mundial de Judo, celebrado en Taskent, capital de la República de Uzbekistán, causó inmensa alegría entre la población cubana y, en especial, en su natal ciudad de Jovellanos.
Un recibimiento apoteósico le dispensaron, el domingo último, familiares, amigos, vecinos y las principales autoridades locales, incluidas las deportivas, al flamante campeón, quien durante horas disfrutó del recorrido realizado por las principales arterias y barrios que lo vieron nacer, crecer y jugar, además de convertirse en lo que es en la actualidad: tercer hombre en el ranking del orbe en su categoría, más de 100 kilogramos, con cifra superior a las 4 400 unidades.
El múltiple titular nacional y panamericano entre los años 2014 y 2022, luego de vivir las altas tensiones previas y durante la justa mundialista, se halla por fin entregado al descanso en su hogar, sito en Paseo Martí, entre San Juan de la Cruz y Santa Matilda, en Versalles, Matanzas.
Con la amabilidad que lo identifica recibe a los emisarios de Girón, para compartir las vivencias del certamen en la citada nación —antes llamada Gran Bukaria— en Asia Central.
“Esta medalla de oro comenzó mucho antes, en el área especial y en la Eide Luis Augusto Turcios Lima, con profesores como mi padre Santiago, Julietta, Noda, Isnaide y Villegas; y aunque no recuerdo los nombres o apellidos de todos, no los olvido. Constituyen la base de mi pirámide, en diversos e importantes momentos de mi formación atlética y como persona. Incluyo a Juan Manuel, quien me promovió hacia el equipo nacional juvenil.
“En relación con el certamen de Taskent, los entrenamientos específicos comenzaron tres meses antes, cuando partimos hacia Budapest, capital de Hungría, donde entrenábamos en un gimnasio aledaño a esta urbe.
“Durante la estancia en el lugar asistimos a un torneo local, en el que perdí en el primer combate. Después viajamos a Croacia para igual objetivo, y en la segunda salida me eliminaron, luego de estar delante por dos shidos, al considerar el árbitro que había efectuado agarres ilegales. La tercera salida fue al Open de Austria, del que me despedí con medalla de bronce.
“Esta preparación física y entrenamiento deportivo sirvieron para pulir algunos detalles, sobre todo técnicos. Mi entrenador, el santiaguero Julio Alderete, me insistió en considerar todos los recursos disponibles, sustentados en conocimientos y experiencias, pues la justa sería fuerte”.
Los aspectos psicológicos también jugaron su papel durante la contienda, sobre todo, afirma el entrevistado, en la discusión de las medallas, para no estar impaciente, sin faltar la debida coherencia a la hora de enfrentar a adversarios de reconocida calidad.
En su avance por la senda hacia la obtención de la corona, Andy encontró al húngaro Richard Sipocz, al autriaco Daniel Allerstorfer y al georgiano Guram Tushishvili, titular del orbe en Bakú-2018.
“Resultó un combate muy especial, porque transcurrido casi un minuto no pasaba nada, tranquilidad total en el tatami. Nos penalizaron con shido (pasividad). Aquello me insufló agresividad, alteré el sistema ofensivo y logré proyectarlo (ippon) 20 segundos después; aunque debido a la tensión me pareció un tiempo infinito.
“Estaba en semifinales, por delante otra piedra: Roy Meller, de Países Bajos, al que eliminé mediante par de waza-ari, luego de que él estuviera al borde del hansoku-make (descalificación). Ahora lo describo, pero vivirlo fue diferente. Pero tras vencer al holandés, por el título, faltaba la pieza principal, el japonés Tatsuro Saito, hijo de la leyenda Hitoshi Saito y principal talento de ellos en la actualidad, en quien se piensa para representarlos en las Olimpiadas de París-2024.
“Por espacio de 6:24 minutos sostuvimos un combate, considerado por muchos como digno de una final a este nivel, según he escuchado y leído, además de la apreciación de entrenadores y atletas.
“Conocía de sus habilidades, y el judoca de ese país tiene como estrategia principal asegurar el kumi (agarre), pues trabaja el judo clásico: asir con fuerza y seguro, para posteriormente aplicar las diferentes técnicas que dominan con facilidad, con imponentes proyecciones.
“Como no le permití lograr su objetivo, llegamos al final del tiempo reglamentario (cinco minutos) con un shido para cada uno. En la Regla de Oro se cansó y fue penalizado un par de veces más. Ganar se dice fácil, pero, cuando se trata de ellos, pensar en un triunfo puede ser para muchos, con sobradas razones, algo irrealizable.
“Y lo vencí, para asombro de sus paisanos, pero no para mí, porque seguí las indicaciones del entrenador. Fueron muchos años de sacrificio, de entrega al deporte y, por respeto a este, al profesor y a uno mismo, hay que hacerlo. También por la familia y por quienes te siguen y esperan que lo logres. El título es de ellos”, manifiesta Andy emocionado, con voz entrecortada.
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El descanso será solo por unos días, porque de inmediato se incorporará al equipo nacional, junto a los también matanceros Iván Felipe Silva, Magdiel Estrada y Danny Porte. Estos asistieron a dicha justa mundialista, así como Cristian Soler, entre otros, con miras a participar a finales de noviembre próximo en la competencia clasificatoria de Colombia, para los XXIV Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Salvador, El Salvador, que se desarrollarán a partir de junio de 2023.
Bajo la mirada atenta de Ady Inés, su pequeña de dos años de edad, Olga Masferrer Ramírez, su esposa, y sus padres, Odalys y Santiago, el nuevo monarca enfatizó en su otro propósito que ahora siente más cerca: asistir a una Olimpiada y regresar con una nueva alegría a su Patria querida.
Para eso, nuevamente, “estaré dispuesto a someterme a la más dura preparación, con apoyo de mi progenitor y de Alderete; sin ellos me sería imposible lograrlo”.