Polémico, controvertido y muy utilizado, tanto por defensores como por sus detractores, ha sido el nuevo Código de las Familias que será sometido a referendo popular el próximo 25 de septiembre, para ser aprobado o no por el pueblo cubano.
De ese ejercicio de democracia sin precedentes en la historia del Derecho en Cuba, si tenemos en cuenta que solo se ha convocado a referendo para aprobar la Constitución, dependerá su entrada en vigor próximamente. Por lo tanto, no todo está dicho como sugieren algunos.
Si bien la Asamblea Nacional del Poder Popular, único órgano con potestad constituyente y legislativa del país, le dio su aprobación, según lo establecido en la disposición transitoria XI de la Constitución de la República de Cuba de 2019; en este caso debe desarrollarse consulta popular y referendo, el cual dirá la última palabra. Para ello deberá obtenerse el 50 % de los votos válidos depositados en las urnas.
A esta altura del campeonato, donde todos hemos sacado nuestras mejores armas, y unos y otros criterios han rivalizado enconadamente en redes sociales, llevando y trayendo argumentos para convencer, o en muchas ocasiones imponer tendencias, va llegando la hora de asumir posturas y mirar todo lo críticamente que se puede una norma que promete ser de las más novedosas y modernas del continente.
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Sin dudas, un buen punto de partida y una ventaja en favor de todos fue el haberlo sometido a consulta popular entre febrero y abril de este año, y que fuera posible construir en colectividad, y no solo desde la visión jurídica, un Código que guiará el comportamiento familiar.
El resultado está ahí. Las diferentes versiones puestas a consideración desde la 22 hasta la 25 demuestran que existió la voluntad política de escuchar al pueblo. Como consecuencia de ese proceso fue modificado el 47,93 % del texto general y el 49,15 % del total de sus artículos, síntoma indiscutible de que las opiniones expuestas no cayeron en saco roto. Ahí radica, a mi juicio, el mayor valor de este proceso.
A pocas horas de celebrarse el referendo que definirá el futuro de las familias cubanas y cuando escucho a algunos asegurar que condicionarán su voto a la situación actual de crisis económica y energética que vive Cuba desde hace más de un año, pienso en lo que perderíamos como nación y sobre todo como familias.
En primer lugar, votar o no es un derecho constitucional del que se hace uso como se estime pertinente, lo aclaro porque no quiero tergiversaciones al respecto. Sin embargo, supeditar una decisión tan trascendental para muchas personas a la crisis que padecemos es síntoma de inmadurez y desconocimiento.
Y, ojo, quien no está convencido puede decir no, sin mayores implicaciones, pues para eso es el referendo. Me refiero a quienes ven en esta una vía para desahogarse políticamente o hacer campañas desaguisadas.
Por si no ha quedado claro aún, el domingo no se votará por los apagones ni por el MLC ni por el transporte ni por tantas carencias, aunque sean hoy el centro de las preocupaciones de todos los cubanos. El domingo se someterá a consideración una legislación que sustituirá al Código de la Familia de 1975, cuyo nombre ya es excluyente, en la que solo aparece representada la familia tradicional representada por mamá, papá y nené.
Es una norma donde siguen siendo mínimos los derechos de comunicación de otros parientes como los abuelos con sus nietos, donde se les niega la posibilidad de formar familias a personas del mismo sexo, donde la guarda y cuidado de los hijos se reserva preferencialmente a los padres, aunque los maltraten o descuiden, y donde esa persona que sufre violencia debe seguir viviendo con su victimario porque no dispone de otro lugar para refugiarse de su agresor.
Son tan solo algunas de las situaciones con respuestas en la nueva legislación que, además, visibiliza y busca reconocer y proteger derechos a sectores vulnerables de la sociedad, que han pasado inadvertidos ante los legisladores.
Estaremos decidiendo ese día que muchas personas puedan ser felices, dignas y plenas desde su seno familiar, sin transgredir a nadie más. Eso ha de ser la primera motivación para quienes acudiremos a las urnas.
De cualquier forma, el pueblo decidirá, como máxima expresión de democracia y confianza. Hagamos el mejor uso de nuestro derecho a decidir.
La felicito por la imparcialidad con q trata el asunto. Sin «alar» para un solo lado ha dichi lo q es. Lo que no entiendo es por qué en un proceso eleccionario solo se le hace promoción a una sola posibilidad cuando todos tenemos derecho de expresar o promover la opción que queremos. En fin a mi humilde criterio se ha parcializado e incitado a la población a que tome una sola via, como si votar por el NO, no fuece una opción. Pienso q debieron convencer de otra manera y no utilizando el poder que se tiene sobre los medios de comunicación.