Los trabajadores del Hotel Encanto Velasco, en la ciudad de Matanzas, recibieron la tarea de acoger a los familiares de los desaparecidos en el incendio que comenzó el 5 de agosto último en la Base de Supertanqueros local.
Arian Castillo Ponce labora en la zona del lobby en esa instalación turística y asegura que allí se multiplicaron la empatía y el humanismo.
Cuenta Arian que los trabajadores recibieron la noticia prestos a dar el apoyo, conscientes del valor sentimental del momento, con buen servicio y trato amable a los dolientes: Les hicimos saber que estábamos sensibilizados con su dolor y ellos se sintieron protegidos a pesar de la pérdida.
Este trabajador entregó lo mejor de sí en turnos de 24 horas, donde supo a pesar del silencio de todos y los ánimos sombríos que rondaban el inmueble, que algunos de los guerreros llamaron momentos antes de partir para sofocar el incendio.
Relata que a pesar del dolor, las familias se acercaban a ver las noticias y el desarrollo de la situación, y aun con la tristeza personal, tenían esperanza de que todo terminaría pronto y se evitarían más pérdidas.
El cubano se caracteriza por ser solidario, por idiosincrasia somos así; normalmente en otros países sucede y ya. Tu dolor es tuyo y “chao” sucedió y su mundo sigue como si nada, pero el cubano llora, siente, da el paso al frente. Cuando un cubano llora, lloramos todos; aquí sentimos la pérdida como nuestra, por eso el personal del hotel se entregó tanto a ellos, resalta.
Arian cree que cada empleado de ese hospedaje, tanto como el grupo profesional de apoyo radicado en esos días en el “ Velasco”, cumplieron con el objetivo de sostener los que pudieran ser los peores instantes de las vidas de esas personas.
Ellos están agradecidos por nuestros servicios, y el intento de animarlos, por la forma en que les brindamos confianza, ese apoyo sentimental de decirles: ¿qué necesita? o lamento su dolor, lamento su pérdida.
Cada familia abrazada en el Hotel Encanto Velasco retornó a su hogar, tristemente con un espacio ahora desocupado, pero seguramente permanecerá el recuerdo de la hospitalidad con la que los acogió una ciudad en luto donde siempre supieron que todo el pueblo de Cuba les daba, les da, la mano. (Por: Laureen Batista Roselló (Estudiante de Periodismo)/ACN)