Cuando Arisleydis Menéndez Quintana contempla a Vida de la Caridad siente que lo peor pasó. Mientras la bebé duerme en sus brazos, ella, con extrema ternura la cubre y la arrulla delicadamente, como si tuviera temor de quebrarla con un simple abrazo.
En realidad, la pequeña todavía debería estar dentro de su vientre, pero con apenas 26,3 semanas se presentaron las contracciones, los dolores y toda la sintomatología del parto. Con la premura que requiere este tipo de imprevistos, fue remitida con urgencia desde Cárdenas hasta el Hospital Gineco-Obstétrico José Ramón López Tabranes de Matanzas. Allí, a la 1:30 de la mañana nació la niña, con apenas mil gramos de peso.
“Presentó una prematuridad extrema, perdió peso y llegó a 980 g. La trasladaron a Neonatología y allí la ventilaron, le pusieron medicamentos como la cafeína, estuvo en terapia intensiva, reportada de crítica y luego de grave, hasta que pudimos salir al servicio Piel a piel, una sala pequeña donde pueden estar bajo nuestro cuidado mediante el sistema de canguro.
Lea también: Impulsemos la lactancia materna: apoyando y educando
En cero tasas de mortalidad infantil y materna en Hospital Gineco-Obstétrico de Matanzas
“Hace 67 días de su nacimiento, por edad corregida tiene en estos momentos 36,1 semanas, o sea, todavía debería estar dentro del útero, pero gracias al esfuerzo de los médicos y las enfermeras ya alcanza 1 650 g y vamos recuperándonos”, dice Menéndez Quintana, mientras no descuida ni un segundo la atención de Vida.
Todos los días médicos y enfermeras de este hospital laboran intensamente por garantizar el bienestar de embarazadas, infantes y puérperas, como las protagonistas de esta historia. El trabajo sostenido, unido a una mayor organización, hace que en el primer semestre de 2022 el centro presente tasas de mortalidad infantil y materna de cero, resultado que indica una recuperación de indicadores de etapas anteriores.
ANTE TODO, AMOR
Alison Daniela también es una bebé pretérmino de 33 semanas. Mientras su madre, Caridad Díaz Martínez la sostiene para cambiarle el pañal y amamantarla, ella se empeña en jugar con el seno; no es consciente aún de que ese líquido es su primer alimento y fuente de los nutrientes que por ahora necesita para crecer.
“Todas ansiamos tener a los niños con nosotros, pero mientras estén con riesgo es mejor que permanezcan bajo la vigilancia de los médicos. Cada tres horas vengo a darle de mamar, la manipulo, la cambio, interactúo con ella para que reconozca mi voz. Al principio bajó de peso, ahora está ganando”, dice con la confianza depositada en el personal de la Salud, que allí labora y que protege a su beba cuando ella no está.
Ataviada con bata, sobre bata, guantes, gorro y previa desinfección de las manos, la enfermera Sulinda Pozo Naranjo indica cómo manipular, alimentar y cambiar a los pequeños. A estas tareas se suman las de suministrar el medicamento y monitorear los signos vitales: la frecuencia cardiaca y respiratoria, la saturación de oxígeno, la tensión arterial, además de proveer la alimentación inicial por sondas. Ella, como el resto de las enfermeras, conoce al dedillo los procedimientos, pues en esta profesión no hay margen para las equivocaciones.
Crearles un ambiente térmico adecuado para empezar los procederes con la orientación del médico, canalizar los vasos a quienes lo requieran, poner soporte respiratorio a los pacientes graves, bañarlos con agua estéril, siempre que no tengan una hipotermia, pues la temperatura desciende y puede provocar una hipoxia por la inmadurez pulmonar, forman parte de su cotidianidad.
“Cuando los recibimos, en dependencia de su estado, los médicos los clasifican, si van para terapia intensiva, intermedia u observación, y se les realizan los cuidados. Son valorados cada cierto tiempo. Para nosotros lo más difícil es el prematuro, porque nace por debajo de las 37 semanas y debemos brindarle lo que no obtuvo en el vientre materno. Ello deriva en complicaciones como la anemia, la sepsis con la inmunodepresión, pues tienen inmaduros todos los sistemas y hay que esperar a su evolución fuera del útero”, explica la intensivista Pozo Naranjo, con más de 15 años de labor.
Según la doctora Mariam Cruz Fernández, jefa de Neonatología, cuentan con varios departamentos: “el salón de parto, donde se recibe al recién nacido; la sala de Puerperio Inmediato, en la que permanece durante cuatro horas junto a su madre. También está la de Cuidados Progresivos Neonatales, que dispone de terapia intensiva, intermedia y observación; aquí solo se trasladan si presentan alguna patología o riesgo. Cuando la mamá pueda estar con su bebé, pasa a la sala de Cuidados Mediatos del recién nacido.
“En Puerperio tenemos cubículos diferenciados para los bajo peso, y disponemos de la sala Piel a Piel, a donde van los niños por encima de 1 500 gramos”.
Añade la especialista que durante el primer semestre de 2022 en la institución médica ocurrieron 1 596 nacimientos, de ellos fueron ingresados en Neonatología 547 y 135 necesitaron ventilación mecánica. Explica, además, que entre las patologías graves más frecuentes estuvieron el síndrome de dificultad respiratoria asociado a la prematuridad y la hipertensión pulmonar persistente.
“El compromiso es lograr la vida del bebé, que salga sano con su mamá para una sala y luego pueda incorporarse a la sociedad. Para eso trabajamos el binomio médico-enfermera”, dice satisfecha Pozo Naranjo.
REALIDADES QUE ESTIMULAN
Mientras habla de su hija, a Marvelis González Estenoz le corre una lágrima por la mejilla. Ella acompaña desde hace casi 20 días a la joven con rotura prematura de membrana. “Llegamos sin esperanza de lograr su embarazo…, —la voz entrecortada por un instante se recupera tras un sollozo—; pero los médicos nos han devuelto la esperanza”.
A su lado, Oraima Martínez Oña, doctora de la sala de Cuidados Especiales Maternos y Perinatales, chequea que todo esté bien con la paciente. Controla la altura uterina y busca el foco. Explica que allí atienden las entidades causantes de mayor morbilidad en embarazadas y en el feto, de ahí que sea imprescindible trabajar con un equipo multidisciplinario y no solo concentrarse en el enfoque obstétrico.
La actualización de los protocolos de actuación para un adecuado manejo de las entidades más frecuentes y la aplicación de estrategias de seguimiento a las gestantes que permitan obtener neonatos en mejores condiciones, a pesar de las patologías complejas de sus madres, la prematuridad y la restricción del crecimiento intrauterino, son algunas de las acciones desarrolladas en el centro. También el incremento de la frecuencia de las actividades de superación en temas fundamentales de la especialidad.
“Hay un mayor diagnóstico de patologías que pueden desencadenar en un resultado negativo, como la hipertensión con un proceso de atención adecuado a estas pacientes. Se ha crecido en el servicio de Perinatología y ganado en superación y organización”, agrega Ludmila Pérez García, jefa de la sala de Gestantes.
A ello se suma la cohesión de los diferentes servicios, contar con especialistas en áreas como Clínica, Nefrología, Psicología y Dermatología, y el incremento del trabajo social con intervenciones en las salas, en aras de lograr mejores resultados y preparación de la embarazada.
“Las consultas provinciales e interconsultas también son una fortaleza, pues permiten la detección de factores de riesgo y la atención a las enfermedades que presentan las gestantes y conocer su impacto en el crecimiento intrauterino y en otras complicaciones que pudieran aparecer durante esta etapa”, añadió la doctora Anet Lamar Febles, especialista en ginecobstetricia.
Acompañar la maternidad y asegurar un feliz desenlace para quienes llegan a esta institución, con la esperanza de dar a luz a una nueva vida, es una constante en el desempeño cotidiano de quienes aquí laboran. Su prioridad es que de allí madres y niños egresen con la seguridad de saberse sanos.