Día Mundial del Medio Ambiente: Reciclar para salvar la Tierra

Día Mundial del Medio Ambiente: Reciclar para salvar la Tierra

Hace pocos días, mientras transitaba de manera casual por la calle Cuba, en la ciudad yumurina, observé cómo una persona entraba a la farmacia a depositar los frascos de medicamentos vacíos. La escena me recordó lo que hacía cuando era pionera, pues en la escuela siempre me inculcaron la importancia de su recuperación.

Esa práctica casi desapareció de nuestro entorno, del mismo modo que lo hizo la recogida de materias primas por las casas y hasta los festivales cederistas en las ferias dominicales, donde inclusive se reconocía a quienes sobresalían en la tarea. Quizás, por esa razón, muchísimos de los envases que pudieran reutilizarse van a parar al basurero.

Hoy, justo cuando celebramos el Día Mundial del Medio Ambiente, considero oportuno abordar tal preocupación, que posee estrecho vínculo con una de las aristas a las que está dedicada esta vez la jornada: Una sola tierra, tema que pretende alertar también sobre la contaminación.

Por tal motivo, considero válido reflexionar sobre lo que significa ese acto de racionalidad económica y cuidado de nuestro medio que podemos simplificar en el término RECICLAR.

reciclar
Reciclar es un verdadero aliciente para el planeta.

Ese proceso encargado de transformar materiales usados en recursos muy valiosos, evitando, además de la mencionada contaminación, el consumo de nueva materia prima y el gasto innecesario de energía, entre otros males, constituye un verdadero aliciente para el planeta. 

Se estima que, por ejemplo, una tonelada de papel reciclado salva la vida de 17 árboles adultos y economiza más de 30 mil litros de agua, 150 litros de combustibles fósiles y unos 1 500 litros de aceite en su fabricación.

Con el vidrio, el aluminio y el plástico —que dicho sea de paso demoran cientos de años en biodegradarse—, sucede otro tanto. Al reutilizar, por ejemplo el primero de ellos, la contaminación del aire disminuye en un 20 por ciento, pues, por cada 10 % de vidrio reciclado, se reduce un 8 % de la emisión de partículas a la atmósfera; así como el 10 % de óxidos sulfúricos y un 4 % de óxido de nitrógeno.

Creer que la cultura del reciclaje no va con la sociedad actual es un craso error. En Cuba, aunque desde la máxima dirección del país y entidades asociadas al tema se reúnen esfuerzos y se dan pasos importantes, quedan muchas reservas por explotar al respecto.

Con ello coincidirán quienes, como yo, han podido presenciar las aceras de las tiendas llenas de cajas o la dependienta de una farmacia negándose a recibir los envases por no tener sitio donde ponerlos. También los basureros repletos de materiales que podrían aprovecharse.    

Todo ello obedece al incumplimiento por las entidades estatales de la Ley 1288 de 1975, aún vigente, y de la Política para incrementar el reciclaje de materias primas aprobada por el Consejo de Ministros, el 22 de diciembre de 2012.

Reciclar se ha convertido en una práctica urgente y necesaria para nuestro país, por ende, debe otorgársele el tratamiento educativo que lleva. No se trata solo de convocar concursos en las escuelas o de impartir teoría; se impone, pues, fomentarla de modo que prenda bien en las nuevas generaciones a partir del valor económico-ambiental que implica.

Así estaríamos contribuyendo a solventar de alguna manera muchos de los problemas causados al planeta por el hombre, esos de los que hablamos cada año un día como hoy, pero que precisan de nuestro actuar cotidiano.

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