Teatro de Las Estaciones ha construido su poética de numerosos sedimentos, en los que el lirismo de sus propuestas ha sido una constante; tanto desde la creación de metáforas, partiendo de imágenes, personajes, atmósferas; como de la apropiación de ciertas obras esenciales del corpus lírico nacional.
Ejemplo de ellos son las puestas de Los zapaticos de Rosa, el poema completo, como material dramático; y Los dos príncipes, como sustrato para la reinvención; de José Martí; Flores de Carolina y Ajonjolí (Los payasos, de Dora Alonso) y Una niña con alas, que recurre también a algunos de los poemas esenciales de Dora; Un rastro en las estrellas, utilizando el libro Asteroides B-612, de José Manuel Espino, Premio Ismaelillo de la Uneac 2015, inspirado en El principito, de Saint Exupéry.
Un rastro en las estrellas, como los anteriores espectáculos, se apropia de los poemas del libro, y en esencia, de sus versos, con el ritmo y la musicalidad que propone el autor, siempre diversa y experimental, para convertirlos en voz de los personajes, en un tejido de poderosa connotación estética, que contrasta con los textos en prosa, y con las acotaciones, de singular fuerza teatral y lírica, que en su conjunto nos proclaman la belleza contrastante de la poesía, o de un espectáculo-poema.
Basta leer el texto para darse cuenta de que la rima, o la manera de construirla, en Espino propone una sonoridad muy particular, que nace de la simetría y el ritmo, y que el texto asume y el espectáculo emite. Así ocurre, por ejemplo, con el texto de El aviador:
“Iré tras la niebla oscura
solo a ofrecerle mi abrigo
porque la nostalgia apura
Yo iré en busca del amigo
como secreto de un viaje
para encontrarme conmigo”.
(Fragmento del poema Secreto).
Creado a partir del cruce de los versos de poemas seleccionados en función del espectáculo, Rubén Darío Salazar ofrece en su dramaturgia la mezcla de la literatura de Espino y Exupéry.

Un rastro en las estrellas o poemas invisibles para decir a la hora del crepúsculo, con personajes simbólicos de El principito, como el mismo protagonista, la flor, la zorra, el farolero, el rey, el vanidoso, el bebedor y el aviador, transita por metáforas visuales que transmutan el acto poético de la visualidad de Zenén Calero, y las líneas de Exupéry, en la creación de personajes, espacios, sucesos, potenciados en su imaginación exuberante, y en la creación de un universo que ha encantado a generaciones de lectores y espectadores, como es el caso de cada uno de los que intervienen en el proceso creativo de esta puesta, que ha leído, procesado y reinventando con fascinación.
La construcción del texto y de la dramaturgia espectacular se sustenta en la creación de figuras y lenguaje tropológico, que anidan como aves en los versos, los diálogos en prosa o las acotaciones. Estos, además de cumplir su cometido técnico, también están escritos y producen e instan a la belleza, como la acción que produce el Actor 2, en el Acto 1, “esparciendo aroma del amor”.
Es así, como primero leemos y luego podemos ver un espectáculo que fusiona, además de lo puramente literario (el disfrute de cada verso, el juego de palabras, sus sutilezas), lo teatral, lo danzario y lo musical.
Cada verso transpira emociones, actitudes: amor, conflicto, amistad, peligro, destrucción, vanidad, esperanzas.
La manera en que están construidos permite que fluyan, dialoguen, sugieran; mientras la selección de cada poema y su inserción en la dramaturgia contribuye a armar un viaje a la belleza y a los aportes humanísticos de El principito, que son también los de Asteroide B-612 y, fundamentalmente, a que pueda ser leído en escena, de una manera distinta y renovada. Y en ello descansa su valor literario y espectacular.
“Igual que un caracol / siempre llevamos / encima nuestra casa«, dice uno de los poemas. Así también andamos por el mundo, provocando nuevos rastros, con esos que hemos recogido como legado en la belleza de la poesía, “esa que se levanta del libro y se hace humana”, dijo Lorca, y que este texto propicia en el espectáculo.
En Un rastro en las estrellas está la bendición de tener la circunstancia de la poesía por todas partes.
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