En el Fórum por la Innovación 2025 de la Universidad de Ciencias Médicas de Matanzas (UCMM) se entregó por primera vez el Premio a la Obra de la Vida, cuyo receptor fue, a propuesta de su Dirección de Ciencia, Tecnología e Innovación, y por intermedio de su directora, la Dra. C. Arialys Hernández Nariño, el destacado médico legal, espeleólogo e historiador, Dr. C. Ercilio Andrés Vento Canosa, por sus más de 60 años investigando, creando e innovando al servicio de la sociedad.
El Dr. Víctor Ferreira Moreno, presidente del Capítulo Matanzas de la Sociedad Cubana de Imagenología, vicepresidente del Capítulo Matanzas de la Sociedad Cubana de Historia de la Medicina y miembro de la Comisión que otorgó el Premio, realizó un panegírico de la vida y obra de Vento Canosa, quien desempeña actualmente el cargo de Historiador de la Ciudad, entre otras numerosas responsabilidades que, junto a su prolífica trayectoria, lo definen como uno de los científicos e intelectuales imprescindibles de la provincia matancera y del país.
A continuación, y en virtud de su gran valor documental, se reproducen sus palabras de agradecimiento:
«En circunstancias como esta, a veces uno no sabe lo que va a decir. Yo estoy recordando ahora un libro de Pablo Neruda cuyo título se aplica a lo que quiero expresar: «Confieso que he vivido»… ¡intensamente!
«Esto tiene una anécdota que me voy a permitir compartir con ustedes. Yo tendría alrededor de 7 u 8 años cuando fue a mi casa una señora que le dijo a mi mamá: «¿Ese niño es su hijo?”. «Sí”. «Pues cuídelo, que se va a morir joven”. Yo dije: ¡Eso es conmigo…! Y creo que me apuré.
«Alejo Carpentier tiene una frase en El reino de este mundo que ha sido una guía; es el epígrafe de mi tesis: «La grandeza del hombre está precisamente en querer mejorar lo que es. En imponerse tareas. En el Reino de los Cielos no hay grandeza que conquistar, puesto que allá todo es jerarquía establecida, incógnita despejada, existir sin término, imposibilidad de sacrificio, reposo y deleite. Por ello, agobiado de penas y tareas, hermoso dentro de su miseria, capaz de amar en medio de las plagas, el hombre solo puede hallar su grandeza, su máxima medida en el Reino de este Mundo”.
«Un amigo me decía: «¿qué ha sido la Medicina para ti?”. Le dije: «la pista”. «¿Y lo demás?”. Le dije: «el avión”. Porque la Medicina es un sacerdocio. Un compromiso.
«He tenido que enfrentar tres tareas difíciles. Una, el tener que hacerme cargo a los 21 años de hacer el catastro cavernario de la provincia para un teatro de operaciones militares y, siendo civil, tener que dirigir a dos tenientes, un sargento y 12 reclutas. Y tener autoridad. Yo siempre he tenido este peso y esta estatura; los reclutas me sacaban un tramo… Una tarea difícil.
«La segunda tarea fue tener que dirigir la Sociedad Espeleológica de Cuba después de que Antonio Núñez Jiménez falleciera. Fueron casi 14 años de relaciones internacionales; fue la creación de la primera Expedición Espeleológica Internacional y el Primer Congreso Internacional de Espeleología.
«Y la tercera es ser el Historiador de la Ciudad. ¿Ustedes saben cómo me dieron el cargo? Yo iba para una reunión, y el Primer Secretario del Partido en ese momento venía con el presidente del Gobierno en un carro y me dice: «¡Monta!” y, acto seguido: «¡Felicidades!”. «¿Por qué?”, le digo yo. “Porque tú eres el nuevo Historiador de la Ciudad”. Le dije: «¡Yo no tengo condiciones para eso!”, y su respuesta fue: «¡Cómo no!”. Y en eso estoy. Ya llevo 16 años; se ha convertido en mi vida.
«La UCMM es mi casa. Este 2025 yo cumplo 50 años de médico, pero 55 de profesor. Mientras tenga voluntad, yo voy a seguir trabajando. No pienso retirarme. Pienso que también es misión del hombre andar, ¿verdad?; pero dejar sus huellas en la arena del tiempo. Muchas gracias».
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