Periodista y escritora de ritmo indetenible, su origen profesional se remonta a más de 10 años en este periódico.
Así le seguían diciendo: “¿Usted no es María Elena, la de Girón?”. Incluso, le pasaba trabajando ya en otros medios, por parte de quienes tenían de ella el intenso recuerdo de una entrevista o de una investigación destinada al papel. La gente nunca se distancia de donde se formó, de donde empezó a significar algo especial.
Hoy nos suena sobre todo de las publicaciones digitales de la Uneac y la radio matanceras, por su asiduidad y seguimiento a la cultura local. Ello la supuso merecedora hace poco de la Tórtola, máxima distinción del sector en el territorio. Pero hubo una época iniciática donde María Elena cubría muchas más cosas, demasiadas tal vez. Cuantas hicieran falta. Hasta en lo más recóndito de los campos.
De 1975 a 1987, esta colega de mirada saltona y franca sonrisa fue una joven madre recién graduada de la Universidad de La Habana y llegada a una redacción que, sin digitalización ni teletrabajo, en muchísimos aspectos difería de las de hoy. En ese tiempo su nombre adquirió el crédito que todavía le confieren sus lectores en otras plataformas: María Elena Bayón Mayor.

No es preciso esquematizarle una serie de preguntas. Para saber de su trayectoria profesional y, en particular, de sus más de 10 años en el periódico de la provincia de Matanzas, basta con establecer algo tan sencillo como una relajada conversación en la sede contemporánea de su primer centro laboral. Ya no queda en Pueblo Nuevo ni en las afueras, sino más cerca que nunca del centro citadino, como ella siempre había deseado en vano.
Quien tanto ha vivido un oficio y aprendido de él, una vez que lo aborda en diálogo no puede disimular la pasión que le despierta cada día. Te combina sus vivencias con consejos que, entre anotaciones, puedes aprovechar, y si algo ha hecho María Elena ha sido aprovechar intensamente cada período de su vida. Girón tiene el privilegio de haber sido fundacional para ella.
A sus años de adiestramiento en redacción, corrección, formato y diseño, más lo que apareciese “porque yo no le decía que no a nada”, le siguieron los primeros 80, y estos coincidieron con su paso al reporterismo puro y duro de cuando el actual semanario era diario, en un mayor tamaño de planas y a un ritmo de caza y procesamiento de las noticias que genera admiración desde el presente.
No es fácil sostener dicho ritmo para una mujer de tanta vida interior, escritora constante de poemas y hasta de literatura infantil que le valió un premio David. Menos fácil es cuando te espera un hogar con dos niñas, y la necesidad de pasar tiempo libre se vuelve apremiante. Pero con Bayón Mayor ocurría algo que explica su entrega infalible: “Es que en Girón siempre tuve dos virtudes: la disciplina y el sentido de responsabilidad. Era en extremo disciplinada. Posteriormente, eso me lo han reconocido en los demás lugares donde he trabajado, pero fue este periódico lo que me hizo así para siempre.
“Por ejemplo, no se me ha quitado esa sensación continua de buscar noticias y cosas interesantes que publicar, de entregarle siempre algo a la población que pueda interesarle. No puedo evitarlo. Ahora que estoy convaleciente aún de la arbovirosis, con dolencias y sin salir apenas de la casa, igual: incluso con trabajo adelantado tengo que rebuscar en las redes y enviar al menos una nota al día”.
Se refiere María Elena a la redacción digital de Radio 26, su actual escenario de faena. Todo lo que para allí escribe es, por extensión, consecuencia en estilo y profundidad de su forja en el medio de la linotipia, entre compañeros tan disímiles como Celestino García Franco o Maritza Tejera García. Hasta en un simple lead, o encabezamiento, tiene presente lo aprendido.
“Teniendo el lead ya lo tengo casi todo en la cabeza, solo es cuestión de sentarme a redactar. A diferencia de otros que les funciona quizá contar de antemano con el título, o con el final del texto. Me gusta ser creativa y poner mi sello en cada material, pero tampoco pienses que se estilaba mucho la creatividad o el virtuosismo en aquellos tiempos. No había tiempo casi para recrearse en las ideas.
“El periodismo literario siempre me ha interesado, por mi propia vocación desde niña de contar historias. Ahora lo veo usado bastante a menudo, pues leo toda la prensa que puedo; pero en ese entonces no era lo que estaba en boga. Lo que más se llevaba era una redacción directa, sin metáforas, y yo navegaba entre ambas corrientes, porque me costaba mucho frenarme, despojarme de la libertad de la redacción”.
Es tan dinámico el quehacer de María Elena que uno se olvida de mencionar TV Yumurí. El que desee conocer un poco de la importancia que ella tuvo para ese telecentro, que se aproxime a la historia del mismo. Igual de entusiasmada se muestra ante el poder de las imágenes como el del sonido, siempre sobre la base de una admiración insobornable hacia el periodismo escrito.
“Todos los medios tienen su cosa, cada uno posee una forma distinta de llegar al corazón y a la mente de las personas que están consumiendo lo que ellos ofrecen. Lo que se siente al ver un noticiero funcionando, con el guion en marcha, los locutores, la música anunciando el espacio que tú creaste… Es como cuando ves un texto recién acabado que te gustó mucho”.
No obstante, como el aniversario 65 del Girón es motivo de nuestro encuentro y me interesa particularizar en él, le pregunto qué considera que lo distingue de las demás expresiones periodísticas por las que ha transitado. Su respuesta me sorprende, sobre todo por eso tantas veces dicho de que las imágenes impactan más rápido (y más) que mil palabras:
“La prontitud, la inmediatez. Noto mucha más frescura en el trabajo de prensa plana, que se llega más rápido a la esencia de las cosas, cuando se hace al menos como yo solía, en las condiciones en que me tocó aprender. Acostumbrada a la presión de que el texto saliera rápido, y en una cantidad de líneas específica, pero satisfecha al final de haber logrado una síntesis del asunto donde la gente entendiera mi mensaje.
“También es importante esa profundidad que permite la prensa plana cuando se lo propone. Llegar más allá de lo que se percibe a la primera. A veces a los reporteros nos toca cubrir eventos en los cuales se habla de todo menos de lo que tiene valor local o es diferente para nuestro público, ¡y a la media hora o más, en la mínima declaración que alguien da, es donde está la verdadera noticia! Por eso tenemos que estar a la viva, para escuchar con agudeza lo que es más necesario transmitir a los lectores.
“Además, el periodista de un periódico tiene la facilidad de moverse cómodamente por todas partes, sin mayores equipamientos encima, y así no perder el vínculo con las cosas que suceden y la gente que le puede mantener informado de lo que sea en cualquier lugar. El periodismo implica estar informado. Hay que caminar la ciudad”.
Con este consejo de una profesional curtida, cerré la libreta. No para cerrar a su vez la entrevista, sino para continuar una conversación que no cabría entera en esta página dedicada a nuestro 65 aniversario y a la gente que ha hecho Girón.
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