Ingenios y haciendas del norte matancero fueron testigos, en el año 1884, de un acontecimiento que vendría a alterar la relativa tranquilidad del entorno rural del área. Dos soldados desertores del Ejército Hispano: Ignacio Roselló (el Catalán) y José Vázquez (El Coruñés), operaban entre Camarioca y la zona de Bellamar, realizando acciones de suma crueldad.
Manuel Santos Parga, propietario de La Cueva de Bellamar, había denunciado a los forajidos a raíz del asesinato del hacendado Eduardo Betancourt, delación que ellos conocían y no olvidaron.
Programa Génesis sobre La Cueva de Bellamar – TV Yumurí
En la tarde del 21 de noviembre, Parga se dirigía de la cueva a su vivienda. En el trayecto fue alertado: los bandoleros lo esperaban en su casa. No obstante, el confiado gallego siguió su camino habitual.
En efecto, Roselló y Vázquez estaban en la planta alta del domicilio de Santos Parga. Él, auxiliado por sus hijos, dio muerte a los bandidos, pero poco después falleció a causa de las heridas de arma blanca recibida.
El sábado 22 de noviembre de 1884, en horas de la tarde, acompañado de familiares y amigos, Manuel Santos Parga fue sepultado en la Necrópolis San Carlos.

En igual fecha, pero del año 2000, el autor de este articulo, en unión del entonces historiador de la necrópolis Ernesto Chávez, dio a conocer la localización del lugar de su enterramiento; el nicho 55 de de la primera galería o catacumba y se develó una tarja en honor del verdadero descubridor de la afamada cueva. (Ilustración: Carlos Junior Hoyos)

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