
Cuando Adelfa María Cáceres Pérez escribió a esta sección hacía alrededor de ocho meses que su vivienda y las de su entorno carecían de agua potable. “Ni siquiera llega a las cisternas cercanas a la acometida, que ni en los peores momentos dejó de entrar”, comenta la residente en la calle Salamanca, No. 31016, entre Capricho y Buena Vista, en esta ciudad.
“Cierto es que la provincia de Matanzas presenta hoy una crisis generalizada con el vital recurso. En zonas aledañas a mi barrio, un día más que otro, aparece el líquido, por ejemplo, en Santa Isabel esquina a Buena Vista, donde los vecinos la cargan diariamente. No entendemos por qué en las zonas circundantes no se comporta de igual manera.
“Solicitamos, por tanto, a la Empresa de Acueducto y Alcantarillado que revise las conexiones de esta cuadra, en aras de determinar el problema y no se limiten a expresar que el bombeo no es suficiente por afectaciones eléctricas. Si luego de las pesquisas concluyen que este último asunto es la causa, entonces han de adoptar otras medidas, porque no podemos continuar sin agua permanentemente.
“Pedimos soluciones, no explicaciones, y mucho menos justificaciones. El agua potable hoy es un derecho de las personas, porque sin ella no existen higiene, salud y vida. Se trata de un reclamo a las autoridades del municipio y la provincia, pues siempre se pueden tomar medidas, si prevalece la voluntad para hacerlo.

“Aplaudo la posición del periódico Girón al denunciar este problema tan palpable. Pero, ¿tuvo la prensa que publicarlo para que se pensara en alguna medida? No obstante, para quienes residimos en este entorno dichas medidas no han dado resultados.
“Escribo a título personal, pero sé que recojo el sentir de mis vecinos. Lo que deseamos es apreciar que se investiga y soluciona el problema. Es lo que el pueblo necesita”.
La respuesta de Luis Ojito Almeida, especialista de Atención a la Población en la UEB municipal de Acueducto y Alcantarillado, precisa que él personalmente visitó a la remitente, y le comunicó que la escasez de agua radica en las excesivas horas sin bombeo, provocado por la falta de energía eléctrica que impide la estabilidad del proceso. “Las pocas horas de corriente no permiten la recuperación de las redes hidráulicas y, por consiguiente, que el agua llegue a las viviendas. Con el incremento de las horas de servicio, el líquido, aunque poco, se ha hecho visible en el domicilio de la remitente”.
En el expediente del caso entregado a la prensa, consta además la opinión de Cáceres Pérez, la cual transcribimos a continuación:
“Mi criterio es que no existe sensibilidad para los problemas de la población. El agua es vital para la vida, hay que priorizar todas las acciones necesarias, en aras de mantener un bombeo mínimo, y no esperar a que alguien lo indique. Los responsables deben ponerse de acuerdo para resolver este problema”.
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