
La unión, nuestra mejor arma. Foto: Raúl Navarro
En calles, aceras y parques, la hierba crecida amenaza la movilidad, la seguridad y la salud de los unionenses. Sin embargo, no se trata de un fenómeno exclusivo de este territorio al sur de Matanzas. En muchos de los municipios de la provincia, la situación se torna similar: basureros en los barrios, el incremento de roedores y del más temido por estos días: el mosquito, dejan una brecha para que proliferen las arbovirosis.
La llegada de las lluvias y el desfavorable estado higiénico sanitario hacia el interior de las comunidades constituyen una alerta, tanto para las instituciones encargadas del saneamiento de la ciudad, como para la población que hoy sufre las consecuencias de un alza de casos febriles, debido a la circulación de los virus del dengue, el chikungunya y, en menor medida, el oropouche.
Este escenario complejo convoca a la acción colectiva, pues ante el déficit de recursos para desarrollar campañas intensivas y masivas, como se efectuaban en etapas precedentes, la estrategia más certera y eficaz es sanear cada pedacito desde los hogares y hacia la comunidad, con el propósito de eliminar en el menor tiempo posible el mosquito, principal agente transmisor de estos virus.
Junto a los trabajadores de los Servicios Comunales, de la Salud Pública y de otros sectores, como Educación, la Agricultura, que durante esta semana se integran en labores conjuntas de saneamiento, chapea y fumigación, también se ha sumado buena parte de la población, conscientes de que solo la unión de fuerzas puede frenar la proliferación de vectores y, por consiguiente, cortar la cadena de trasmisión.

Pudieran ser estrategias a desarrollar desde los barrios, con el concurso de los Comité de Defensa de la Revolución, la Federación de Mujeres Cubanas y otros factores de la comunidad, convocar con urgencia a brigadas temporales de limpieza, para recuperar espacios públicos. Al mismo tiempo, las campañas de concientización contribuyen a que cada ciudadano asuma su cuota de responsabilidad en la preservación del entorno.
La batalla contra la desidia se libra a pie de calle, machete en mano, con la convicción de que la salud colectiva depende tanto de la fumigación como del desbroce de áreas verdes, la recogida de desechos o el desarrollo del autofocal. Las acciones intersectoriales muestran que, cuando se trabaja de conjunto, los resultados llegan y el bienestar se recupera, así también ha sucedido en otras ocasiones en que los recursos humanos y materiales han fallado.
La experiencia evidencia que las acciones aisladas no bastan; es indispensable la participación activa de cada ciudadano eliminando recipientes con agua estancada, limpiando áreas comunes y manteniendo una vigilancia constante. Las organizaciones comunitarias, centros educativos y entidades sanitarias deben coordinar campañas de sensibilización y jornadas masivas de saneamiento para potenciar el impacto.
Además, la educación ambiental y el compromiso social son claves para garantizar la sostenibilidad de estas iniciativas. No hay que esperar a que estén las condiciones creadas para la proliferación del mosquito o a un alza de casos febriles, para volcarse hacia lo que debiera ser tarea permanente. Ya nos alertaba el Apóstol en su célebre frase: en “prever está el arte de salvar”.
(Por Roxana Valdés Isasi, colaboradora)