
Su mesa de trabajo está lejos de ser el tradicional buró donde se aglomeran papeles y más papeles, aunque su quehacer también requiera de informes, tan serios que pueden significar para alguien su libertad o reclusión en un centro penitenciario. En las rutinas laborales de Norge Estupiñán Rodríguez, como si se tratase de uno de los archivendidos guiones de la serie CSI, resultan habituales los cadáveres, a veces putrefactos, llenos de pistas que esperan ser halladas para así lograr la anhelada solución de los casos criminológicos o bajo sospecha de serlo.
“Desde antes de empezar en la carrera, diría que desde que era un muchacho de secundaria y pre, me gustaba todo el mundo ese de policía científica, ciencias forenses, misterio de los cadáveres… Era un niño-laboratorio de los que ponía animales en alcohol y disecaba otros, muy sobresaliente en Biología durante todas las enseñanzas. Sabía que iba a terminar de forense”, asegura satisfecho Norge, dentro del local donde radica el Servicio Provincial de Medicina Legal de Matanzas, paredes que le acogen quizá más horas que las de su propia casa, allá en el Reparto Iglesia.
Especialista en primer grado de Medicina General Integral (MGI) y Medicina Legal, alega que no hubo nada que le atrapase más en su etapa de estudiante que esa faceta de la Salud, camino iniciado de la mano del doctor Ercilio Vento Canosa, eminente legista e historiador de la ciudad de Matanzas, su tutor durante toda la carrera y más allá. “Desde primer año me convertí en alumno ayudante. Pero a veces la vida se te va enredando y no empiezas la especialidad tan directamente como te gustaría, y ese fue mi caso. Mis dos años de servicio social los pasé en la Ciénaga de Zapata, luego trabajé en muchos lugares: Ceiba Mocha, Guanábana, Versalles, Jovellanos… Cinco años después de graduarme fue que logré comenzar con la medicina legal”.

Aunque el departamento a la vista parece espacioso, donde más le gusta estar a Norge, si no está en la morgue, es reducido y se encuentra oculto tras paravanes verdes. Desde que accedes, te percatas de que allí se respira un ambiente entre Criminal Minds y Bones. A la izquierda, dos esqueletos momificados de la cintura hacia abajo, de forma natural, descansan recostados a una pared. Sobre una de las mesas, el microscopio y los demás implementos para medir, como el pie de rey, parecieran listos para ser usados. A la derecha, sobre la camilla, algunos restos óseos de casos bajo investigación desprenden cierto hedor característico y le impregnan realismo a lo que allí se hace.
“Soy una persona introvertida, no muy ducho a exteriorizar mis sentimientos, pero eso no quita que sea alegre, jaranero. Digamos que soy de pocas palabras”, continúa en un diálogo tan fluido sobre sus rutinas de tanatólogo que podría contradecir la afirmación de ser “corto de palabras”. Además de jefe de Tanatología del servicio matancero, Norge se desempeña como presidente del capítulo científico de Medicina Legal y miembro del Equipo de Antropología Forense.

“Ni de estudiante ni de médico ya graduado ni de residente, nunca me han asustado los cadáveres. La gente me pregunta mucho por la calle: ‘Oye, ¿tú no sueñas con eso?’. Pero no. Cuando termino el trabajo es como si apagara un interruptor y justo eso le aconsejo a mis alumnos, el médico legista debe tener esa habilidad, porque si no dejas de pensar puedes enfermar. El que no sea capaz de hacer eso no persiste en la especialidad.
“Nosotros vemos lo más oscuro de la sociedad, lo que la mayoría de las personas ni imaginan que pasa resulta nuestro quehacer diario. Muertes atroces de diferentes modalidades, dramas familiares que se te escapan a la comprensión, madres que matan a los hijos o padrastros que violan a las hijastras y muchas más cosas terribles. Contrario a lo que muchos piensan, los legistas no somos seres huecos, sin sentimientos, lo que sí a la hora de trabajar esos casos debemos desprejuiciarnos; nuestra función es ilustrar al tribunal y a las autoridades que investigan. Uno tiene que saber desligar lo profesional de lo personal.
“¿Lo más complicado? Desde el punto de vista emocional: un niño. Ellos son los que más tocan la fibra sensible, sobre todo para las mujeres forenses, que son madres todas. Bien duro, pero uno tiene que sobreponerse para que el caso salga adelante… mientras más pequeño, más impacta. Y lo más duro, desde el punto de vista del estómago, como se dice en el argot popular, son los cadáveres en diferentes estadios de descomposición, muy desagradable para todos los sentidos, lo mismo para el tacto, la vista que el olfato. Realmente es muy nauseabundo, por lo que se debe tener una preparación espiritual para trabajar con esos casos; un reto para el perito, porque la descomposición te lo modifica todo en un cadáver”.

Una caricatura de Norge adorna la pared del local, como constancia de cuánto impacta el galeno en los educandos, muy cerca de una exhibición a modo académico de macrocálculos biliares extraídos de uno de los tantos casos que a diario investiga el servicio. “Somos médicos atípicos, porque ni curamos enfermos, ni ponemos tratamiento o damos diagnóstico de enfermedades. Tratamos de ayudar a curar a un paciente muy grande, donde entran todos los demás pacientes: la sociedad.
“Ayudamos a la investigación judicial, al tribunal, las autoridades que investigan cualquier hecho criminoso o sospechoso de criminalidad a esclarecerlo, siempre y cuando el hecho tenga una vinculación biológica, sean cadáveres o sujetos vivos. Sí, porque siempre se piensa que solo analizamos cadáveres y el forense en realidad trabaja más con sujetos vivos.
“Imagínese qué responsabilidad social tiene el legista que está tratando de curar a la sociedad o ayudar a que funcione mejor desde un punto de vista moral. Trabajamos con delitos sexuales, muertes violentas o sospechosas, personas con discapacidades intelectuales o enfermedades psiquiátricas que cometen delitos, quienes están en un régimen penitenciario, y hasta los médicos acusados de ser responsables de la muerte o de la gravedad de algún paciente por mala praxis. De nuestro mal trabajo quizá no depende la vida de nadie, porque no curamos, pero sí depende la libertad de alguien. Han existido situaciones de personas recluidas o presas por un delito X que cometieron y después la necropsia demuestra que no tuvo nada que ver con ello, o viceversa, un individuo en la calle que va tras las rejas por el resultado de nuestros análisis. En el caso de los médicos acusados de mala praxis, en nuestras manos está desde su título profesional hasta su libertad, salvar el honor, la dignidad y la moral de las personas acusadas de algo, y que después resultan inocentes”.
La voz vibra siempre que cuenta sobre lo que más le gusta: su trabajo. Entre frases hilvana casos complejos que le quitaron horas de sueño a todo el equipo o algunos tan escalofriantes que parecen sacados de la ficción. Si le preguntas por placeres, más allá de aquel que le cautivó desde su infancia, el galeno resalta la lectura y la curiosidad por estudiar el pasado.

“Soy miembro de la filial matancera de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba y de la Sociedad de Historia de la Medicina en Matanzas, aunque no me he podido dedicar a la historia tanto como quisiera, porque la medicina legal ocupa casi todo mi espacio profesional. La sociedad cubana actual anda más violenta que antes. Además de homicidios, existe un alza de accidentes de tránsito y suicidios, lo que deriva en más trabajo para los legistas; violencia que no necesariamente termina en muerte, porque hay delitos sexuales, personas que no mueren pero quedan lesionadas o traumatizadas desde el punto de vista psicológico. Estamos sobrecargados porque somos muy pocos, solo cinco, y eso nos deja poco tiempo para la realización personal y la familia”.
La familia de Norge es pequeña, pero todos, o han estado relacionados con la medicina o comprenden la importancia que tiene la medicina legal para la sociedad, por lo que el apoyo sobra.
“Me gustaría en un futuro perfilarme o dedicarme de manera absoluta a la antropología forense, que es una especialidad muy vinculada a la medicina legal, pero que nada más se vincula a restos humanos esqueletizados, reducidos a huesos. Los esqueletos constituyen un reto, porque todos los elementos que normalmente te da un cadáver fresco ya no están, se complica todo al máximo y por eso me atrae tanto. También quería dedicarme más a la docencia en pregrado. Si vuelvo a nacer, vuelvo a ser forense, a ser legista. Es con lo que siempre soñé y no me imagino de otra manera que sirviendo, desde mi sencillo actuar, a la sociedad”.
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