El Capitán de la Clase Obrera en un médico matancero

Capitán de la Clase Obrera en un médico matancero
El Capitán de la Clase Obrera en un médico matancero

A sus 59 años el doctor en Ciencias Médicas Arístides Lázaro García Herrera puede sentirse enteramente satisfecho de una obra personal consagrada a la medicina, a la investigación y al “servicio del pueblo cubano”, confiesa orgulloso, mientras sus ojos observan la imagen de Lázaro Peña.

Con esta, la de Orden de Primer Grado, el rector de la Universidad de Ciencias Médica completa un ciclo de honra a su ejemplar desempeño, un camino de condecoraciones iniciado con la de Tercer Grado y luego la de Segundo. En todos los momentos la emoción ha sido igual de intensa.

“Es un altísimo honor recibir un mérito de tanta magnitud”. Cuando colocaban la medalla en su pecho, pensó en la grandeza de Lázaro Peña, del Capitán de la Clase Obrera, del líder sindical.

“Es un enorme compromiso con el país, el trabajo, mis compañeros… ”, y en su mente, la familia, sus padres, que “ me educaron y sembraron en mí los valores necesarios para alcanzar logros como estos; y en mi esposa, mis hijos. Sin ellos sería imposible cualquier triunfo”, confiesa el especialista de segundo grado en Angiología y Cirugía Vascular.

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Alegrías como esta siempre se reciben antes del Primero de Mayo. Abril es el mes para los actos de imposición de títulos honoríficos y condecoraciones, uno de los momentos de mayor relevancia antes de los festejos por el Día Internacional de los Trabajadores.

Aunque ninguna con la jerarquía de la del galeno, un total de 11 órdenes Lázaro Peña se entregaron en la hermosa ceremonia en Matanzas. La mayor cantidad la recibieron galenos del Sindicato de Trabajadores de Civiles de la Defensa, todos del Hospital Militar Mario Muñoz Monroy, institución donde precisamente transcurrió parte de sus inicios en la especialidad, otorgada por vía directa luego de graduarse en 1989.

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Desde entonces, acumula “36 años de atención al pueblo, de más de tres décadas dedicado a la investigación científica, exactamente relacionada con las complicaciones vasculares de la Diabetes Mellitus, y de haber participado durante muchos años en el proceso de extensión internacional del Heberprot-P®, con el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología”, confesó con visible emoción.

Queda mucho, dice, para «seguir brindando lo mejor de nuestra sabiduría, de la calidad de nuestra atención», tanto en Cuba como en otros lares, tal y como ya lo ha hecho en 14 misiones técnicas, en 12 países, y otros su presencia en otras naciones durante la pandemia de COVID-19.

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Una responsabilidad mayor asumió hace un tiempo el doctor, cuando le asignaron la misión como rector de la Universidad de Ciencias Médicas de Matanzas, esencial en la formación de los recursos humanos en el territorio, una casa de altos estudios que “es moderna, humanista, revolucionaria e inclusiva”.

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Sobre el autor: Trabajadores

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