
En 1940 llegaba un singular personaje, procedente de La Habana, al poblado matancero de Ceiba Mocha. Era Félix Morales Zamora, conocido como Cagüeza, quien estaba perturbado de sus facultades mentales y se dedicaba a la recolección de leña.
Amigos y familiares recuerdan cómo, en ocasiones, pernoctaba varios días en cuevas existentes en los bosques y en elevaciones de los alrededores del caserío, incluidas algunas ubicadas en El Palenque.
A comienzos del siglo actual, supuestamente, Félix retornó a La Habana. Al parecer, nunca más visitó las grutas que la tradición oral identifica con su apodo.
Todavía se conservan evidencias dejadas por Cagüeza en sus improvisados refugios: pilas, botellas, restos de un fogón píquer, una mesa de hierro; además, uno de los anillos que él mismo hacía con alambres torcidos y lucía con orgullo.
(En coautoría con Elvis Martínez Martell)