
La lepra es una de las enfermedades tristemente célebres en el cine. Desde antaño, cintas como The kingdom of heaven (traducida al español como El reino de los cielos) expusieron a personas con discapacidades extremas por padecer el flagelo que, en su punto más extremo, ocasiona la muerte. Rostros deformes, que auguran un cercano desenlace fatal, alertan sobre los peligros de padecer la enfermedad, temida por muchos, a pesar de tener cura.
Los países con más incidencia de lepra están en el Pacífico, aunque la mayoría de los nuevos enfermos se concentran en India, Brasil e Indonesia. Entre 2011 y 2020, en América Latina se reportaron más de 300 000 casos, el 93,77 % en la tierra de la samba, única nación con una prevalencia superior a 1 por 10 000 habitantes.

A inicios de 2025, comenzaron a viralizarse publicaciones en Facebook que alertaban sobre una supuesta alza de la patología médica en el oriente de Cuba, con mayor énfasis en la provincia de Las Tunas. Lo que quizá muchos usuarios de redes sociales desconocían es que, aunque la lepra en la Isla dejó de ser un problema de salud desde 1993, cada año se diagnostican pacientes, y se trabaja para que dicha detección sea en las primeras etapas y así evitar la discapacidad. Sobre el tema, el periódico Girón conversó con María del Carmen Mora Alpízar, responsable del programa en el Centro Provincial de Higiene y Epidemiología de Matanzas.
“Se trata de una enfermedad endémica de las provincias orientales. Como después de la pandemia los niveles inmunitarios de la población disminuyeron, este tipo de patologías tuvo una tendencia al incremento. Pero no es que exista un brote o los números estén disparados.

“Los reportes en Matanzas oscilan entre tres y seis casos anuales. Si bien se presenta en cualquier edad, la mayoría de las detecciones en los últimos tres años son jóvenes entre 30 y 35 años. Desde 2017, no hay diagnóstico de lepra infantil.
“Casi todos los que hemos tenido o son de Oriente, o tienen relación con personas procedentes de allí. No obstante, sí hemos tenido autóctonos, como sucedió en el municipio de Colón. Dentro de una misma familia, se han diagnosticado hasta cinco casos, en diferentes momentos, y es que la lepra tiene un período de incubación largo, de alrededor de cinco años, incluso más, en dependencia de la inmunidad de la persona. En la provincia Matanzas, la incidencia no constituye un problema, sino su diagnóstico en fases tardías, con más de un año de evolución y, a veces, con algún grado de discapacidad evidente”.
—¿Cómo se manifiesta la lepra? ¿Es realmente contagiosa?
—La produce el Mycobacterium leprae, y es infecciosa, crónica. Afecta sobre todo la piel, la mucosa de los ojos y los nervios periféricos. Se manifiesta en máculas (lesiones en la piel) de diversos tipos: manchas planas, pueden estar infiltradas, tener coloración blanquecina o ser rojizas… En común comparten una característica: por lo general tienen trastornos de la sensibilidad cutánea, que van desde una disminución (hipoestesia) a no sentir nada (anestesia). Los grados de pérdida de la sensibilidad alcanzan hasta el tacto. (Foto 2)

“Los síntomas incluyen cansancio en los miembros inferiores, calambres, nódulos en la piel y ulceraciones ante lesiones de calzados. Otras manifestaciones se relacionan con la mucosa de las fosas nasales. La obstrucción nasal mantenida es un signo frecuente que alerta sobre el padecimiento, así como el sangramiento en forma de gotas. En ocasiones, también disminuye la agudeza visual, considerada una discapacidad.
“Tiene baja patogenicidad (capacidad que tienen los gérmenes de reproducir la enfermedad). Es decir, muchas personas pueden estar infectadas con el Mycobacterium leprae y, sin embargo, son pocas las que manifiestan la sintomatología. Su vía de transmisión fundamental es respiratoria, pero necesita de un contacto estrecho y prolongado.
“La lepra es curable, cuando se comienza el tratamiento deja de ser transmisible y, si se diagnostica con menos de un año de evolución, tiende a no llegar a la discapacidad. El tratamiento, compuesto por tres medicamentos, es estrictamente controlado, donado por la Organización Mundial de la Salud”.
—Se refería a los peligros de una detección tardía. ¿Cuánta discapacidad puede provocar la lepra?
—Luego de presentarse un caso, se hace un control de foco y se pone tratamiento profiláctico a los contactos. Se trata de evitar la aparición de lesiones. La enfermedad se cura en cualquiera de las etapas en la que se realice el diagnóstico, pero, de existir discapacidades, estas son irreversibles.

“La discapacidad de la lepra ahora no es la que veíamos en las películas, en los libros, con la pérdida de artejos (nudillos de los dedos), nariz y oreja o la desfiguración de rostro. Las discapacidades que hoy se detectan consisten, en su mayoría, en grandes úlceras en las piernas, ulceraciones por quemaduras, deformidades sobre todo de las manos (mano en garra, mano pendular), que no son tan extremas, pero sí afectan la calidad de vida de los pacientes. Puede haber pérdida de tejido blando u óseo. De ahí que sea tan importante el diagnóstico en el primer año de curso de la enfermedad”.
—¿Se desarrollan acciones preventivas que ayuden a evitar la detección tardía y, con ello, las discapacidades?
—Todos los años se realiza una estratificación de la enfermedad, herramienta de epidemiología que permite establecer escenarios futuros de comportamiento, lo cual favorece al desarrollo de acciones de control y prevención. Junto a esta, hacemos la estimación de la prevalencia oculta, o sea, de la cantidad de personas que pueden estar contagiadas sin diagnosticar. Esto se lleva a cabo siempre a final de año, tomando en cuenta los nuevos casos y el grado de discapacidad que presentan. Por ejemplo, en 2024, se detectaron cuatro, y según estimación deben existir unos 10 sin diagnosticar aún.
“El municipio de Cárdenas, usualmente, tiene casos de lepra. También el de Perico, tanto en el Consejo Popular de Máximo Gómez, como en la ciudad cabecera, mantiene una prevalencia. No obstante, en Matanzas se ha detectado en todos los municipios, con excepción de Los Arabos.
“Esta semana inició en el policlínico de Contreras una pesquisa exhaustiva para el diagnóstico de esta patología, porque estamos conscientes de la posibilidad de que haya más casos. En la institución médica se efectúa la baciloscopia (raspado del lugar afectado) a pacientes sospechosos.
“Se escogió esta por considerarse una zona de silencio; así se denominan las áreas donde pasan años sin detectarse nuevos casos. Las hay reales, donde se buscó y no se halló contagio; pero también donde el padecimiento cursa silencioso. Entre las acciones que ejecutamos cada año, está comprobar que los lugares donde no aparecen reportes en un tiempo prolongado realmente constituyan zonas de silencio epidemiológico. Este 2025 tenemos previsto enfocar nuestras acciones en Los Arabos”.
—¿Qué hacer ante la sospecha?
—Una persona que sea contacto de un paciente diagnosticado con lepra, o se detecte una mancha sospechosa que no mejora ni se modifica con tratamiento, no pica y no duele, debe acudir al médico de la familia o al dermatólogo de su área de salud. Incluso, las enfermeras encuestadoras de los departamentos de ITS, VIH-Sida están entrenadas en el diagnóstico de la enfermedad.
“Existe una consulta multidisciplinaria que funciona en el hospital provincial Faustino Pérez, los segundos lunes de cada mes, hacia donde se derivan los casos sospechosos. Participan especialidades como dermatología, epidemiología, anatomía patológica, laboratorio y, en dependencia de la parte afectada, pueden incluirse otros servicios como angiología, oftalmología o neurología.
“Nada de rechazos, se trata de un padecer como otro cualquiera. Y reitero: la lepra es curable y, mientras más rápido se detecte, menores serán los daños”.
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