En Tirry 81, donde vivió, murió y renace cada día Carilda Oliver Labra, se celebró una ceremonia íntima en presencia de Raidel Hernández, viudo de la poetisa y quién dirige el proyecto comunitario Al sur de mi garganta.
Hasta esa tierra sagrada para muchos matanceros se llegó Miguel Barnet, presidente de honor de la Jornada Literaria que durante tres días sesionó en Matanzas para celebrar el Centenario de la poetisa a quien le unió fuertes lazos de amistad.
Visiblemente emocionado, Barnet no pudo contener las lágrimas al traspasar lanpuerta de una casa a la que tantas veces se llegó para compartir con su gran amiga. Al llegar, tocaba la puerta con toques peculiares a manera de contraseña, y luego pasarían las horas hablando y cultivando la poesía.
Para Carilda, Barnet fue un ángel guardián y gracias a ella él pudo aliviar sus penas en los años difíciles de los 70, cuando ambos eran víctimas de la incompresión.
«Carilda trascendió su propia vida, se convirtió en leyenda y supo vivir su propia leyenda», expresó el novelista y poeta. En la velada estaban presentes el Ministro de Cultura Alpidio Alonso, la primera secretaria del PCC Susely Morfa y el gobernador Mario Sabines.
Agustina Ponce, directora de Ediciones Vigía presentó durante el encuentro el libro Decían… con textos poéticos de Carilda y Raidel Hernández, gracias a un diseño de Marialva Ríos y que sirve de homenaje a un amor que suscitó mucho debate pero que logró fortalecerse a pesar de los cuestionamientos.
Los asistentes al ameno encuentro del proyecto Al sur de mi garganta apreciaron una exposición con fotos de distintos momentos de la vida de Carilda, así como piezas de gran valor como sus abánicos, misivas y otros objetos que pertenecieron a la poetisa.
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