Hoy, el 95% de la matriz energética nacional se compone de combustibles fósiles. Es por ello que se hace urgente impulsar proyectos para el cambio de la matriz energética en Cuba hacia el empleo de fuentes de energías renovables (FRE).
Nuestro país cuenta desde 2014 una Política para el desarrollo perspectivo de las fuentes renovables y su uso eficiente, a fin de garantizar una transición segura, amigable con el medio ambiente, y la racionalidad en el empleo de los recursos.
Según comentó a Cubadebate, Rosell Guerra Campaña, director de Energías Renovables del Ministerio de Energía y Minas, durante el 2021 las FRE aportaron 994 mil mega watt hora (MWh) de energía limpia, con lo cual se dejó consumir 273 mil toneladas de combustible fósil y se dejó de emitir a la atmósfera 800 mil toneladas de CO2.
La principal fuente utilizada en el país es la solar fotovoltaica, tecnología que cuenta con una potencia instalada de 238 MW en parques solares, que son capaces de producir la energía eléctrica consumida por unas 200 mil familias cubanas.
Igualmente se ha logrado la instalación hasta la fecha de 1188 bombeos solares, “sobre todo para el agua que se emplea en la ganadería, aunque también para la población y riego”, de un plan que ronda los 7 mil; de 2644 plantas de biogás, y de 34 mil calentadores solares de agua, “una cifra todavía pequeña para nuestros planes”.
El propio directivo señaló durante la segunda Feria Internacional de Energías Renovables la producción de 12 MW de energía solar fotovoltaica en las cubiertas de industrias y edificios estatales, un dato que se planea elevar hasta los 900 MW; la presencia de más de 160 mil viviendas que reciben electricidad en la nación a partir de la instalación módulos solares fotovoltaicos; y de unos 600 vehículos eléctricos que circulan en el país, que se abastecen de paneles solares y entre los que destacan las flotas de empresas como ETECSA y Aguas de La Habana.
Aun consientes de estar muy distantes de lo que se quiere y se puede lograr en este camino, las proyecciones futuras es lograr el cambio total de la matriz energética del país logrando la participación del 100 % de las fuentes renovables de energía, “para lo cual se estima serán necesarios instalar más de 10 mil MW en solar fotovoltaica, unos 1800 MW en energía eólica y aprovechar la biomasa cañera y forestal para la instalación de 612 MW”.
Se debe aclarar que la Política es integral por lo que abarcará todos los sectores de la economía incluyendo la ejecución con prioridad de un programa de eficiencia energética.
En ese camino, el gobierno cubano se trazó alcanzar para 2030 el 24 por ciento de generación eléctrica mediante las energías limpias, pero posteriormente se actualizó hasta ubicarla en un 37 por ciento.
No obstante, la aspiración mayor es alcanzar el 100 por ciento y ello demanda grandes volúmenes de inversiones, pero también la articulación de todos los actores económicos de la mayor de las Antillas para finalmente alcanzar la independencia de los combustibles fósiles.
Recientemente el presidente cubano Miguel Díaz-Canel, aseguró que “la manera más efectiva para un país pobre, sin recursos y sin combustibles fósiles, es utilizar las FRE para el desarrollo de la nación, sobre todo la solar fotovoltaica”.
El tema energético es una prioridad debido a la tensa situación actual marcada por el deterioro de las plantas de generación térmica, reflexionó el mandatario al visitar la II Feria Internacional de Energías Renovables celebrada en La Habana.
(Por: Oscar Figueredo Reinaldo, Edilberto Carmona Tamayo)
Se agrega que el definir como meta el 100%, es algo que ni los países más desarrollados, con toda su tecnología y facilidades de financiamiento, se han planteado. Tener en cuenta también que este proceso no solo lleva inversión en las fuentes como tal, lleva en redes, en acumulación, en modificación de infraestructura de transporte, en puntos de carga, etc. etc. La experiencia de los pioneros en el mundo demuestra que no importa cuanta capacidad instales en renovables siempre tendrás que tener detrás otra fuente confiable, constante y de alta densidad energética para respaldar las FRE cuando no sean suficientes o demasiado intermitentes.
Con respeto a los expertos, estoy en contra del criterio de una generación eléctrica en nuestro país montada en un 100 % sobre energía renovable. Coincido sobre las ventajas de este tipo de fuentes de generación, fundamentalmente para un país sin recursos como el nuestro, en el cual los insumos fundamentales, el sol y el viento, sobran, en adición a las ventajas ecológicas, la disminución de emisiones contaminantes, etc. Prefiero hablar de incrementar la matriz de energía renovable en la generación eléctrica, lograr esos 5 GW fotovoltaicos en negociaciones, llegar incluso a los 13 GW fotovoltaicos que se propone el país como objetivo en los próximos años, sumándole algo de generación por aerogeneradores y algo de bioeléctrica; pero todo ello se queda por debajo de la carga de generación eléctrica del presente, con toda seguridad, más elevada para el año 2030 en que se espera estén en explotación todos estos sistemas. Aunque el cambio de la matriz energética es una necesidad económica y ambiental, estamos en una isla, con superficie limitada (esos parques fotovoltaicos ocuparán inmensas áreas, que deben competir con espacios quizás hoy improductivos, de la agricultura, caña o ganadería) y bajo los efectos del cada vez más impactante cambio climático (cualquier evento climatológico afecta más un parque fotovoltaico o eólico que a una termoeléctrica). Concluyendo, continúo asumiendo como imprescindible, económicamente y ambientalísticamente vital para nuestro país el cambio en la matriz en la generación energética hacia fuentes renovables, pero defiendo la idea de que coexista con los sistemas tradicionales en la medida de lo posible, pues estos nos han garantizado y nos seguirán garantizando, quizás en menos medida, pero no implica que desaparezcan, una vitalidad en la generación de energía.