Charly García sigue demoliendo hoteles

Charly García sigue demoliendo hoteles

Este 11 de septiembre se estrenó un nuevo álbum de la leyenda del rock and roll, Charly García. Una amalgama de sonidos volverá a encontrarse en la cabeza de un músico que no se adaptaba a las modas de su arte, sino que las transformaba. Para cualquier melómano que se adentre en este universo habrá un antes y un después. 

Su carrera ya no puede ser tan prolífica como lo fue en los años 70 u 89, la edad y la movilidad le restan un poco de velocidad. Pero fue él quien tradujo la palabra rock a una Argentina que sobrevivía una dictadura y apostaba por la democracia. La Lógica del Escorpión es la oportunidad que tiene Carlitos (como le decían de niño) para comunicarse una vez más con el mundo, ese niño tímido y reservado que se convertiría en Charly García.

Desde pequeño desarrolló un absoluto genio musical. Empezó a tocar el piano a los tres años y a medida que crecía se convertía en un detective de sonidos, a tal punto de que los instrumentos desafinados le ponían nervioso. 

Cuenta una anécdota que, durante una fiesta en su casa, rodeado de músicos, dijo que la quinta cuerda de la guitarra estaba desafinada. Durante horas buscaron y resulta que sí, lo estaba. Dejó de sentir complejo por el vitiligo que le provocó el estrés, se bancó ese defecto y dejó crecer su característico bigote negro y blanco. Estudió en un conservatorio de música clásica y decepcionó a sus padres cuando les dijo que quería hacer rock.

Como muchas de las mejores bandas de la historia, a las que perteneció Charly nacieron dentro de las escuelas. Los sonidos perfectos de compositores de cámara que él admiraba fueron sustituidos por unos Beatles que le mostraron la armonía inherente al sonido impredecible del rock and roll. Sintió que su profesora le había mentido, los arreglos perfectos de Mozart o Beethoven no suponían la cima de la música: la invasión británica había llegado a Argentina.

Ya no quiere hacer tango, ya no quiere hacer folclore. Quiere alejarse de cualquier esquema social y emprende la búsqueda de una identidad propia que nace con la beatlemanía. Se deja el pelo largo, empieza a usar ropas más atrevidas, no se afeita el bigote y en ocasiones lleva gafas como las de Elton John. Para escaparse del servicio militar se hace pasar por enfermo cardiovascular y un mes después logra hacerse con la baja, al ser diagnosticado como esquizofrénico por llevar a un muerto en camilla por el casino de la unidad.

Fue su madre quien antes de eso le propició pastillas que le provocarían la aceleración de su ritmo cardíaco y así ser remitido como alguien con problemas del corazón. Pero cuando el efecto de las pastillas comenzó a desaparecer sintió que la vida se le escapaba. Tomó papel y boli y escribió Canción para mi Muerte, lo que sería el primer éxito de la banda Sui Generis.

Esta aparente muerte le haría renacer y cosechar una trayectoria llena de éxitos, himnos, caídas y remontadas. El cantante argentino sería miembro de otras dos bandas: La Máquina de Hacer Pájaros y Serú Girán. Tiempo después comenzaría una carrera en solitario en la que la década de los 80 supondrá la cúspide de su creación artística. Obras como Clics Modernos, Yendo de la Cama al Living, Peperina (con Serú Girán), Piano Bar, Parte de la Religión, Cómo Conseguir Chicas o Filosofía Barata y Zapatos de Goma serían el resultado de exilios artísticos y políticos, en distintos ecosistemas y latitudes. Cada uno de ellos con una singularidad que puede narrar la vida de la Argentina de su tiempo.

Charly García sigue demoliendo hoteles

Somos afortunados entonces por poder presenciar una producción más de su autoría. 34 minutos en 13 tracks que reversionan canciones de Kill Gill y cuentan con las participaciones de Pedro Aznar, Fito Páez, David Lebón o Luis Alberto Spinetta de manera póstuma. Creo que El Flaco es parte importantísima para la conceptualización de este álbum, ya que son exactamente ellos dos quienes protagonizaron hace unas décadas algo parecido a la lógica del escorpión. 

Un escorpión le pide a una rana cruzar un estanque y a mitad de camino la apuñala, no por odio o venganza, sino por instinto. Charly estaba viendo una película de Orson Welles de 1955, Confidential Report, y cuenta que se quedó prendado de esta fábula cuando el personaje de Mr. Arkadin la contaba rodeado de aduladores. Es un disco que apuesta por el instinto, porque al final del día es todo lo que tenemos. 

Spinetta y García trataron de hacer un álbum juntos dentro del universo Tango, una colección de colaboraciones que nunca llegó a darse, solo con Pedro Aznar. Juntos hicieron Tango 4. Cada uno tenía un carácter que no se llevaba bien con el del otro, Spinetta quería trabajar disciplinadamente y Charly encontraba paz en el caos. Pareciera entonces que Rezo Por Voz es una despedida entre quienes no pueden estar cerca y aun así se desean lo mejor. Años después cantarían el tema juntos en Spinetta y las Bandas Eternas.

La canción que se versiona de Spinetta es La Pelicana y el Androide. Su realización solo pudo darse gracias a que encontró tirado por ahí un casete de cuando iban a grabar juntos. Pedro Aznar es otro que regresa y que sí pudo grabar con quien también fuera su compañero en Serú Girán. América es punto medio, el final de la cara A, Aznar está al mando del bajo, la batería, la guitarra y las voces.


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Otra de las colaboraciones que me hacen temblar de emoción y ansiedad es ese último tema con un ya consolidado, multipremiado, conocido y personalmente admirado Fito Páez. Una suerte de reencuentro entre maestro y aprendiz, efímero por su duración de unos dos minutos con 20 segundos, pero gigantesco por su impacto en la relación de ambos con el público. La pista final es You want to be a Rock n´ Roll Star, de The Birds, canción que reza si querés ser una estrella de rock, compráte una guitarra eléctrica y encerráte a practicar un mes. 

A todo este conjunto se le suma la entrada Rómpela, canción llevada al español de Break it Up que ya estuvo en Kill Gill. Además, regresa David Lebón con un solo de guitarra inconfundible en El Club de los 27. Homenajea a su ídolo John Lennon en Watching the wheels y dedica un episodio de su universo a un tema llamada Autofemicidio, el cual dice Hay gente que se suicida, un acto muy egoísta, para salir en la tele, los diarios y las revistas. Así es Charly, la ironía hecha persona.

En nuestro país el disco llegará como tenga que llegar. Hay mil maneras de alcanzar ese regalo de los dioses que es la música. Nunca hemos sido de esos que almacenan cajas de vinilos y las abren en ocasiones especiales, aunque sí sabemos que hay canciones que van con una cosa y con otra. Somos una Cuba que quiere escapar de los mismos sonidos de siempre y ha encontrado en el rock argentino un espacio donde quedarse y crear. Cerati, Calamaro, Mercedes Sosa, Fabi Cantillo, Aznar, son nombres que están presentes en la juventud de nuestro país. 

¿Por qué? Artistas como los antes mencionados se ganaron a pulso su espacio entre los oyentes del mundo. Luchaban contra dictaduras, censuras y exilios. Pero aún así no dejaban de escribir y cantar sobre el amor. A modo de puzzle o directos, sus líricas eran como agujas hipodérmicas que se inyectaban en el inconsciente colectivo de miles de personas. Por fusión entre melodía, armonía y palabras es que la música de estos hombres y mujeres trascendió en el tiempo y llegó a una Cuba ahogada en incertidumbre. Quizá la respuesta está en que hay canciones que paran el tiempo. 

Y Charly García es un maestro en eso.

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Sobre el autor: Mario César Fiallo Díaz

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