La subestación centenaria de Margot

La subestación centenaria de Margot. Robo

Fotos: Del autor

En el poblado de Margot, ubicado entre Matanzas y Corral Nuevo, una vieja edificación destaca sobre el resto de las estructuras que prevalecen en el lugar.

Al borde de la línea permanece imperturbable, imponente, dispuesta a burlar el tiempo, como mismo desafía la existencia de los hombres. Quienes avistaron las primeras piedras colocadas para su construcción hace mucho dejaron el plano terrenal.

La subestación centenaria de Margot

Más de un siglo ha pasado ya y la fachada de la edificación se resiste a los embates del tiempo y el abandono. Las altas paredes del exterior dejan constancia de la resistencia y durabilidad de algunas obras humanas, que se mantienen aunque muchos sean los designios y decisiones que vaticinan su final.

En 1917 se construye dicho edificio como subestación que se integraría al ferrocarril interurbano eléctrico que construiría la Compañía Hershey en Cuba, para transportar hasta el puerto de La Habana el azúcar que producía su central azucarero, y que luego continuaría viaje hasta Pensilvania, donde se encontraba la fábrica del magnate del chocolate Milton S. Hershey.

La subestación centenaria de Margot

Para el equipamiento de la subestación, se importaron potentes generadores de la General Electric Company capaces de crear corriente, y que 107 años después aún funcionan y suministran electricidad al asentamiento de Margot, conformado por decenas de casas.

El incipiente poblado vive en la eterna añoranza del viejo tren de Hershey que atravesaría el lugar el mediodía de mayo del 2017, y nadie sospecharía que sería ese su último viaje.

La subestación centenaria de Margot

En la libreta de incidencias que conserva el operario de la Estación de Hershey en Matanzas, Diosdado Macías, se recoge la fecha y la hora exacta de la última salida de los coches eléctricos.

Desde aquel lunes primero de mayo a las 12:10 p. m. nunca más se escucharon las descargas y chisporroteo del tren que anunciaba su llegada desde kilómetros de distancia por el estruendoso vaivén que producía sobre las líneas férreas, y el crepitar de las chispas del pantógrafo, mecanismo articulado sobre los coches que transmitía corriente eléctrica desde los cables de catenaria, que convertía la electricidad en movimiento al impulsar el vehículo ferroviario.

La subestación centenaria de Margot

Después del paso del huracán Irma, según rememoran los pobladores, los cables de cobre (catenaria) que alimentaban el tren cayeron al suelo y el vandalismo se hizo presente, no con cierta impunidad. Aunque se asegura que algunos ladrones fueron capturados, poco a poco toda la red eléctrica desapareció casi en su totalidad.

Solo escaparon del hurto constante las muy próximas a la estación de Hershey en Versalles, y las ubicadas frente a la subestación de Margot, las que observa el operador Ernesto Alfonso, uno de los encargados de velar por el funcionamiento de la instalación, quien ha visto disminuida su labor desde que el tren de Hershey yano circula por esa vía.

La subestación centenaria de Margot

Frente a él una vieja radio mantiene comunicaciones con la estación de Hershey, por donde informa del consumo eléctrico de la nave o el paso de algún tren de carga, cada vez menos habituales.

Por eso los días en Margot transcurren en un silencio prolongado, taciturno, inquietante. Ya nadie aguarda por aquel sonido lejano que anunciaba, como un reloj, el avance de la jornada.

La subestación centenaria de Margot

Hasta seis veces en un día pasaban los viejos vagones, como dando tumbos, desparramando chispazos, pero siempre resolvía quizás uno de los problemas más acuciantes para una localidad perdida en medio de la nada: la movilidad y conexión con el resto del mundo.

Y precisamente esa es la principal añoranza y tristeza que agobia a los habitantes de los 46 pueblos que aparecían a cada lado de la vía a lo largo de 92 kilómetros.

No importan hoy las continúas roturas que provocaban extensas demoras, ni la incertidumbre que embargaba a los pasajeros durante el accidentado trayecto, al final, siempre llegaba a su destino.

Ernesto cree que algún día se rescatará un transporte por ese ramal donde se apreciaba una de las vistas más hermosas de Cuba. Si bien ya no volverán a admirar al único tren eléctrico del país, la vía no ha perdido funcionalidad y pudiera representar hasta un atractivo turístico.

Al menos así piensa el joven profesor e investigador Armando Santana, devenido en un ferviente defensor de la memoria histórica de su terruño, Corral Nuevo, que también contaba con la presencia sempiterna del tren eléctrico.

El entusiasta historiador posee hasta un recorte de un periódico del siglo pasado donde se recoge la construcción y puesta en marcha de un subestación eléctrica similar a la de Margot, construida en 1917 y de la cual ya no quedan referencias, loque convertiría a la de aquí en la única de su tipo en el mundo, y aún en funcionamiento.

La subestación centenaria de Margot

En la planta se conservan los grandes generadores de corriente que transmitían la corriente a los transformadores del exterior.

Si bien desde el interior se desprenden fragmentos dejando grietas visibles en la placa, lo que sirve de aviso para acciones inmediatas de conservación, en cambio, al acceder a la superficie superior del tejado, asombra el nivel de preservación delos respiraderos.

Ojalá que la iniciativa de rescatar la vitalidad de la vía que comunica Matanzas con los poblados de Hershey y Casablanca se concreten; sin duda, ello contribuiría al rescate de una joya constructiva que hoy permanece en el olvido, y hasta pudiera dejar de existir.

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Sobre el autor: Arnaldo Mirabal Hernández

1 Comment

  1. Excelente propuesta, pudiera ser un monumento local, del patrimonio industrial, sobre todo porque actualmente funciona y eso tiene mucho valor.
    Lograr una declaratoria da la protección por ley al inmueble y se puede planificar el presupuesto para su restauract.

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