Archivo Girón: Ser o no ser periodista. Ilustración: Luis Daniel Báez Ramírez
El Periodismo, ¡vaya camino complejo este que muchos elegimos! Un oficio que en cierto modo abraza a todas las profesiones: trabajamos con datos sin ser matemáticos; evaluamos productos y servicios sin ser especialistas de calidad; sentimos las emociones contenidas tras el telón y juzgamos el minuto final de un play off, aunque la mayoría nunca propiciará otro jonrón que no sea el de la palabra.
Si el traje de periodista te queda a la medida, sabrás que tus 24 horas se transfiguran en breves segundos, que te irás a la cama y despertarás con una línea en la memoria, un título que arrastre las miradas o el discurso firme que pronunciarás ante la fuente esquiva.
Aunque que te empeñes no hallarás una desconexión entre la vida y tu pensamiento profesional. Y allí te sorprenderás examinando los recodos de la ciudad, debatiendo junto a la muchedumbre por qué un establecimiento abrió a deshora, valorando el gesto del joven que cedió su lugar a un anciano en el ómnibus.
Es difícil, y lo reitero, lograr ese equilibrio entre el alma pegada a la tierra, escuchando el sentir de los hombres, y los momentos en que es preciso dejarla volar alto, para que un verbo tenga rostro de sol y nube.
Por supuesto, quien esconde bajo el tapete pasos empañados, te acusará de irreverente y hasta querrá decirte cómo debes pensar. No obstante, tu lealtad a la justicia hablará más alto. Como Martí odiarás “la pluma que no vale para clavar la verdad en los corazones y sirve para que los hombres defiendan lo contrario de lo que les manda la verdadera conciencia”.
El Periodismo que nos une empuña la razón. El Periodismo que soñamos debe venerar las plumas pasadas y labrar su propio camino con un discurso nuevo, a través de la investigación, el discernimiento y el conocimiento. Es preciso jamás subvalorar, ni cerrar los oídos a quienes se atreven a confesarnos su sentir porque creen en nuestro juicio.
Hoy más que nunca comprendemos cuán esencial es tener valor para cruzar la línea roja, dar voz a los héroes anónimos y atravesar las aguas nuestras de cada día, sin que vientos extraños nos tergiversen la proa. Es época de definir esencias y reencontrar esta identidad que nos congrega en medio de pensamientos plurales.
Nuestra es la responsabilidad de desenredar la madeja que estanca el sueño de una Cuba mejor. ¡Cuánta entrega supone lograr que a través de la prensa nacional la población se encuentre consigo misma, con la respuesta a tantas preocupaciones, con historias reales y maravillosas al mismo tiempo!
Dijo también el Apóstol que el periódico es una espada y solo deben esgrimirla los buenos. Claro, talento y profesionalidad son vitales, pero serían como una campana hueca si no los respaldan la sensibilidad y virtud de quien escribe.
Nuestros medios de prensa guardan similitud con la figura humana, donde cada órgano y sistema es importante. Por eso, urge incentivar la unidad, la articulación de todos sus miembros.
Ser periodista no admite puntos medios. Lo eres cuando tus raíces están firmes en cada letra, cuando asumes la responsabilidad de sellar bajo tu nombre los párrafos que miles leerán. Es un camino complejo, pero nada se compara con la satisfacción de saber que en tus palabras habitan las voces y la esperanza de todo un pueblo.
Los admiro x el periodismo q hacen con tanta profesionalidad, etica, dinamismo y tan a tono con nuestra realidad. Muchas Felicidades!!! continuen la ruta x la q van, pues es asi, como los necesitamos….