A las ocho de la mañana del martes 3 de agosto de 1897, procedente de La Habana, y en el navío de guerra Vasco Núñez, llegaba a Matanzas el capitán general de la Isla, don Valeriano Weyler y Nicolau.
De inmediato inició una agenda de visitas al Palacio de Gobierno, la Iglesia San Carlos y el Hospital Militar. En este último condecoró a un grupo de sargentos y soldados hispanos que ahí convalecían.
El día 4, visitó el Cuerpo de Bomberos, el Dispensario, la Estación Sanitaria y la Real Cárcel, donde suspendió a su alcaide ante la queja de un recluso.
A las nueve de la noche del viernes 6, bomberos con hachones y luces de bengala, acompañados por las bombas San Carlos, Yumurí y Matanzas, recorrieron la Plaza de Armas, frente a Palacio, mientras los jefes del Cuerpo entregaban una medalla de oro al general.
A las cuatro de la tarde del sábado 7 concluyó la visita, y el “ilustre” huésped partió rumbo a Aguacate.
Weyler se mantuvo en la Capitanía General desde el 10 de febrero de 1896 hasta octubre del año siguiente. Su genocida política de Reconcentración, en el año 1897, causó más de 5 700 fallecidos en la ciudad yumurina.