Tal vez, entre las frases que se utilizan a la hora de vender una Isla de mojitos y sombrillas de guano en medio de una playa afrodisiaca, la que más verdad contenga sea “Cuba es un eterno verano”. Nuestro invierno, cobarde y fugaz, solo te permite sacarle el olor a guardado a par de suéteres y una noche, si corres con mucha suerte, poder dormir sin ventilador y al despertar no ser un charco de sudor que se filtró por la guata del colchón.
Entonces, cuando hablamos de verano, no nos referimos en sí, la mayoría de las veces, a una estación; sino al período vacacional que transcurre en julio y agosto. Durante estos meses, a los estudiantes los liberan de las clases y toman un descanso en lo que inicia el próximo curso. Se aprovecha este intervalo para organizar diferentes actividades festivas y ofrecer opciones recreativas.
Cada año, alrededor de esta época se efectúa una campaña comunicativa, que busca crear cierto espíritu estival de relajación y diversión sana. Resulta una iniciativa loable, sobre todo en un contexto en el cual el país ha sido golpeado en demasía en muchos aspectos: el energético, financiero, sanitario. No obstante, no importa qué tan noble sea el propósito, si a la hora de ejecutarlo pecamos de falta de tacto y de creatividad, y este se empaña, se contamina, como una playa cubierta de sargazo —para utilizar una metáfora a tono—. Este 2024, como en cada ocasión, se estrenó un logo para la temporada: “Modo Verano”.
Realmente, resulta menos agresivo que el pasado, “Verano con amor”, del cual también hablé desde este periódico cuando correspondía y en el que un sol, con expresión de éxtasis, apretaba a un corazón que parecía disfrutar demasiado el abrazo. Además, no olvidemos que al corazón, en la parte superior, le colgaban dos palmas que lucían como cuernos, corazón caprino, corazón diabólico; sin mencionar que, por el tipo de letra elegida y su disposición, se comunicaban mensajes un poco dudosos.
En esta ocasión se decantaron por una versión más minimalista, sin figuras antropomórficas que demuestran su cariño en público, y ello se agradece; pero que carece de sal y limón, de riqueza visual o semántica. La tipografía que utilizaron deja mucho que desear al igual que la selección de colores. Las primeras O me recuerdan a tinajones camagüeyanos, y la otra, imagino que debe ser un intento de graficar un coco —por eso de las palmeras como símbolo indiscutido de la tropicalidad—, pero se asemeja más a una aceituna sin hueso.
En la esquina izquierda del logo se lee Cuba, mas, de tan pequeño, bien podría pasar desapercibido por completo para alguien que no preste atención, y quedaría solo como un manchón difuso. Como argumenté unos párrafos arriba, la intención de estos diseños se encuentra en transmitir la idea de diversión y relajación, playa, baile, actividades al aire libre, y, considero, este no comunica de manera eficaz dichas esencias.
Lo expuesto con anterioridad se refiere a los elementos visuales; sin embargo, hay un componente léxico y semiótico que no permanece libre de sospechas. La frase “Modo Verano” adosada a «Cuba» propicia su tergiversación en más de un sentido. No constituye un secreto que en los últimos meses hemos enfrentado serias dificultades con lo que se refiere a la generación eléctrica y, aunque se han llevado a cabo diversas estrategias para solventarlas, se sabe que en el verano, por las altas temperaturas, el consumo se dispara y por tanto el déficit también.
Más de uno pudiera decir que el Modo Verano será el Modo Avión, al cual recurrimos para despertar nuestras «conexiones» dados los problemas de cobertura que también ocasionan las afectaciones eléctricas en algunas zonas. En circunstancias en que ocurre una guerra simbólica a todos los niveles, incluso el mínimo desliz representa una baja sensible.
En estos momentos, ese logo ya se encuentra impreso en miles de pulóveres, en algunas vallas publicitarias, en spots televisivos y otros tantos espacios. De un año para otro pasamos de lo exuberante a lo nimio, si de diseño conversamos, y Máximo Gómez desde la tumba debe estar repitiendo cuánta razón tenía con aquella frase. Para la próxima temporada esperemos que se diseñe un logo que capture el espíritu estival con mayores virtudes estéticas y conceptuales, ese que tanto necesitamos, para ver si liberamos un poco de tensiones.
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Logo y slogan se juntan este verano sin dudas para reiterar un modo cursi con el que estamos atascado hace años!!!!! ¿Hasta cuándo la mediocridad visual? Hasta cuándo la falta de creatividad que solo gráfica una etapa estival apagada y fuera del área de cobertura. ¿Acaso no debo considerar este nombre e imagen una falta de respeto a nuestros especialistas y excelentes diseñadores que tenemos? Pero como sé que esta pregunta no alcanzará leerla ni siquiera un responsable de tan alta ridiculez, mejor me mantengo en Modo avión.
Todo está en la vibra con que miremos las cosas, el sentido y la interpretación que le demos así como los deseos de seguir y emprender.
Queda a la interpretación del que lo aprecie, a mí me parece atinado y me transmite buena vibra para el verano, creo que depende más de cuánta sal y limón tengamos nosotros.