“Ni unos años antes ni después tampoco, justamente ahora”, el judoca cubano Iván Felipe Silva Morales sabe que el sueño olímpico tiene lugar y momento y por ello está desgastando colchones en cada jornada de entrenamiento, perfilando movimientos e intentando mantenerse sano para encarar en julio próximo la cita estival de París 2024.
Virtualmente clasificado a los Juegos Olímpicos de Verano el nacido en el municipio de Colón, provincia Matanzas (1996), dice llegar en su mejor versión, con la experiencia que reportan sonrisas y decepciones desde que iniciara sus andaduras sobre los tatamis de la isla caribeña y el mundo.
Mucho ha llovido desde su primera participación bajo los cinco aros en los Olímpicos de la Juventud de Nankín 2014, pero al número seis del ranking no se le ha borrado la sonrisa de aquel bronce anunciador, la antesala de una estela de premios a escala mundial, continental y regional, en una vitrina que todavía añora la medalla olímpica de mayores.
Para ello trabajo sin miramientos; soy de los deportistas que cree que se puede conseguir un resultado desde el entrenamiento mismo, por tanto ya me voy sintiendo ganador, dice en un pequeño “break” durante una jornada de agarrones y estrellones en el Cerro Pelado.
Bajo la égida del entrenador principal Julio Alderete y Gustavo Cepero, el subtitular mundial de Bakú 2018 se empeña en pulir el aspecto físico, mejorar la táctica de combate y sostener la confianza en sí mismo a la altura del reto que tiene por delante, en una división (-90 kilogramos) plagada de estrellas de la talla del georgiano Lasha Bekauri o el nipón Sanshiro Murao.
Ahora mismo ni pienso demasiado en los rivales, atletas de calidad se sobran en la categoría y la idea debe ser estudiar cada combate por separado el día de la competencia, planear estrategia por estrategia de acuerdo a las particularidades del contrario de turno, comenta el judoca de 28 años, fácil de palabras, centrado.
Silva, único medallista de la mayor de las Antillas en el Grand Slam de Antalya, hace apenas unas semanas, cuenta que la ruta hacia la capital francesa incluye el Panamericano de la disciplina, del 24 al 26 de este mes, y un Grand Slam en Europa, en mayo, con una base de preparación en Hungría o España entre ambas competiciones.
Andy (Granda) y yo viajaremos al viejo continente para optimizar la forma deportiva, mientras el resto de los aspirantes a cupo olímpico en el equipo cubano de judo viajará con la obligación de competir para sumar puntos al ranking, comenta.
Sobre las motivaciones que le mueven en el ámbito extradeportivo, el también amante del fútbol asegura deberse la medalla a su persona y a nadie más, aunque reconoce el papel decisivo de su madre Mircia Morales en cada una de sus conquistas y el apoyo ahora de su novia, entre otras muchas otras personas que le alientan y le sanan.
Ha ganado en Centroamericanos, Panamericanos y tiene, además, un subtítulo mundial pero a Silva le caracteriza un hambre insaciable de victoria; ya falló en el intento un par de veces, en Río de Janeiro 2016 y en Tokio 2020; pero hay en Francia todavía mucho colchón por donde cortar.
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