Culminó el Festival de Música de Cámara Federico Smith, coordinado por la pianista y pedagoga María de los Ángeles Horta, que recuerda al importante músico estadounidense, nacido en 1929, y fallecido en 1997 en nuestra ciudad, que lo acogió como uno más en la década del 70. Compositor, crítico, director de orquesta y pedagogo, para algunos un genio, desarrolló una significativa e intensa carrera, primero en México, y luego en Cuba, incluida su relación con la Escuela Nacional de Música, el Teatro Musical de la Habana, el Grupo de Experimentación Sonora del Icaic y en Matanzas.
Aquí obtuvo varios reconocimientos y se destacó en todas sus facetas; entre otras cosas, fundó la agrupación Siglo XX, que desplegó una importante promoción de la música, incluido estrenos de compositores nacionales e internacionales. También fue en Cuba un impulsor de la música electrónica.
Todo esto se conecta con los cinco días de la realización del Festival, que tuvo como sedes fundamentales la Sala White, repleta de público, y el Teatro Sauto, con la actuación de agrupaciones de músicos profesionales, profesores y estudiantes de la Escuela Vocacional de Arte Alfonso Pérez Isaac y la Escuela Provincial de Música, además de la Orquesta Cuerdas Profundas, del Conservatorio Amadeo Roldán, de La Habana, dirigida por el maestro Lázaro Dagoberto González, que contó con el magisterio interpretativo de la cantante Vannia Borges.
Es importante apuntar que esta institución académica de La Habana es dirigida por el joven matancero de sólo veinticinco años Daniel Pérez Febles, quien además tocó el saxofón y cantó junto a sus alumnos, lo que resalta el rol de nuestras escuelas en la formación de talentos y directivos con otro swing.
Entre los aspectos significativos del Federico Smith, se encuentran el empeño de los organizadores por ofrecer a Matanzas un evento de música de cámara, con calidad y rigor artístico; demostrar cuánto talento hay en una ciudad, con un programa diverso, en varios formatos, la mayoría de las veces complejo e inédito; un repertorio nacional e internacional que contó con estrenos, como la pieza para clarinete Fantasía II, de Jorge Amado, de Yoleidis Valderrama, Vals y romance para seis manos, de Rachmaninov, interpretada por las pianistas Yisel Rubio, Lisandra Pérez Malo y la propia Mary Horta, a la que hay que agradecer no solo la organización, sino también su presencia como intérprete en el evento y su labor promocional en las redes.
También destacó el diálogo y la presencia de músicos matanceros que han consolidado su prestigio fuera de la ciudad, como la pianista Lianne Vega, que interpretó la pieza Rhapsody in blue, de George Gershwin, en su centenario, o la presencia en el evento de la relevante flautista Niurka González.
Ver a niños y jóvenes mostrando su talento junto a sus maestros constituye un preámbulo del rigor profesional y de la necesaria confrontación con un público diverso, en este caso, en su mayoría conocedor.
Se interpretaron temas de varios compositores matanceros, como José White o Dámaso Pérez Prado, este último en varias ocasiones, demostrando que aún es El Rey del mambo, en cualquier formato o instrumentos.
En esos cinco días, ha sido una fortaleza iluminadora ver a agrupaciones representativas de música de cámara de la ciudad y también a las creadas con los estudiantes.
El Federico Smith es un baluarte de la cultura matancera, la cual es imprescindible mantener y apoyar para recordar de dónde venimos.