Con diecisiete campanadas, una por cada hombre que no volvió del fuego; una por cada hijo que no regresó a casa, que no retornó al abrazo que quedó en el aire, pendiente, dieron comienzo a las honras que se le brindaron a aquellos que cayeron durante el incidente en la Base de Supertanqueros.
Un año exacto ha transcurrido desde que una tarde el rayo impactó en la Base de Supertanquero y luego sobrevino el miedo y el valor, que no es más que la manera en que los hombres se enfrentan a la inmensidad, y la hermandad y el dolor y la esperanza.
En la Plaza de la Vigía se realizó una ceremonia de tributo a los caídos. Con la presencia de sus familiares, muchos de ellos deshechos en su sillas (porque el saber que no volverá a casa nunca más te raja la vida), y autoridades de la provincia se hizo un pase de lista, nombre por nombre, corajudo por corajudo, de los diecisiete.
Luego, frente a los retratos colocados la parte delantera del Cuartel de Bomberos, los familiares colocaron ofrendas florales. Partía el alma observar a las madres, a los padres, a las novias como acariciaban el cartel, en donde debería estar el rostro de sus seres queridos y rompían en llanto. Nos rompían de llanto a todos.
No preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti, por él, porque merece gloria, tributo y memoria, y doblan por ti, porque esos que no regresarán a casa nunca más puede ser tu hijo, tu hermano, tu novio.
Excelente, conmovedor…he llorado con cada palabra, con cada imsgen ..Honor y Gloria a los caídos…