Cuando los alemanes Kirsten Harras y Ewald Gentz decidieron unir sus vidas mediante matrimonio, no pudieron realizar una celebración a la altura de tan importante acontecimiento. La pandemia provocada por la covid-19 restringía el movimiento y actividades habituales en el Viejo Continente.
Pero mientras Kirsten aguardaba por el momento propicio para festejar su unión, se dedicaba a buscar información en internet sobre algún lugar paradisiaco donde finalmente celebrar tal fecha.
En el transcurso de esas búsquedas conoció sobre Cuba y el hotel Meliá América. Recordó entonces cierta vez que visitó la Isla en un crucero, con el tiempo ajustado para recorrer algunas calles de La Habana Vieja.
Durante esas lecturas también obtuvo información acerca de las vacunas cubanas y su probada eficacia. No lo pensó mucho para sugerirle a su esposo sobre la oportunidad de viajar al Caribe, casarse y, si existía la posibilidad, vacunarse con algunas de las propuestas contra el SARS-CoV-2.
En noviembre, un año después de celebrar sus nupcias, aterrizan en la nación antillana. Los trabajadores del hotel organizan una boda con luces y música a orillas de una de las playas más afamadas del mundo. Serán esas imágenes las que conservarán en su álbum de fotos.
Luego de la boda, esperan por su otro deseo: vacunarse con Soberana 02. Aunque en su país natal recibieron las dosis de una vacuna, Kirsten expresa que tiene mucha información sobre la vasta experiencia de los científicos cubanos en el desarrollo de la industria biotecnológica y por ello tiene tanta fe. Primero les colocarán una dosis y las restantes viajarán con ellos para administrarlas en su país.
Ewald asiente cada frase de su esposa para elogiar a Cuba, ambos coinciden en destacar la bondad de su gente, la calidad de la música y la belleza de la playa. Cuando joven leyó sobre Fidel, el Che y el proceso transformador que experimentaba la nación caribeña. Habla con admiración sobre el desarrollo de la Isla en materia de salud.
Kirsten le interrumpe y se lleva las manos a la boca, las besa y las extiende hacia delante, en ese gesto universal que describe a una persona que se siente a gusto. Luego sonríen.