” … Me estremecieron mujeres/ Que la historia anotó entre laureles/ Y otras desconocidas, gigantes/ Que no hay libro que las aguante … ”
“Mujeres” de Silvio Rodríguez
Johana, puede ser nombre común, pero al encuentro con ella en el Hospital Provincial Clínico Quirúrgico Docente Faustino Pérez de Matanzas, se le observa desafiando el polvo y el ruido. Toma pausa. Habla poco.
Su mirada es penetrante. Toca con sus manos, el mármol que va sanando, recuperando, puliendo a cada instante. Pareciera que el tiempo no le alcanza. El polvo la viste, deja brillo al terminar, sus botas van enfocando el camino de las futuras franjas, líneas por donde el anuncio de un paciente hará sus pasos hacia las consultas médicas.
Cuesta trabajo tomarle una fotografía. El movimiento del trabajo no se detiene. Leyendo a quien dice que fue Adonis convertido de Lope de Vega, te encuentras con estas líneas. “… Y si todas a sí las transformara, yo os diera un mármol tan divino en parte/ que el olvidado amor resucitara…”. Pareciera el propósito de ella también en cada una de sus obras.
Es egresada, en el año 2009, de la Escuela Taller Gaspar Melchor de Jovellanos, dónde aprendió el arte de los oficios de la cantería y yeso. Detiene la conversación, hace la pausa en Leal. “Gracias a él, me formé. Creó esta formidable escuela, rescató oficios olvidados. Dignificó el oficio de restaurar nuestras memorias tangibles, intangibles.”
A Johana, desde niña le gustaban las manualidades, le siguen cautivando las esculturas de Miguel Ángel.
” …Te soy sincera, casi no leo, me adentro en el día a día, de la vida del mármol, de las obras que me presento y ejecutamos. He perdido el hábito de leer, lo admito, pero las palabras que tengo hoy, son estás señales de mi pasión: ir dando luz al mármol…”
“Un sentido de compromiso y gratificación ya que nuestro trabajo beneficia a la calidad humana tanto a médicos como pacientes y personal que labora”.
Crear. Restaurar. Dar vida. Rescatar desde el hacer de esta joven que reside en la Ciudad de Matanzas, y la sonrisa nunca se le destiñe. Perfecciona. Enseña. Ayuda.
Vuelven las pulidoras de piso de mano. El polvo actúa. Renacen, poco a poco, las huellas de la luz que preserva el mármol.
El centro de urgencias del Hospital Faustino retoma su belleza. No sólo colocan nuevas planchas de mármol, restauran el mármol de casi 28 años. Confiesa que sus manos pueden estar “maltratadas”. Las mismas manos que hacen realidad para la pulcritud de la obra.
El músico argentino León Gieco compuso hace más de tres décadas una canción dedicada a la mujer que trabaja la tierra: María del campo. La letra y la música son hermosas. En su estribillo final dice lo que podría estar escrito hoy para Johana:
“No se necesita,
no se necesita….
tener las manos blandas para ser mujer.”
Foto: Randy Perdomo García
(Por Randy Perdomo/Tomado de Resumen Latinoamericano)