-Camila, ¿qué te pasó en ese ojo?
-Una basurita, profe
-¿Qué tipo de “basurita”, hollín?
Y baja la cabeza, tímida y quizás temerosa de un regaño.
Yo tengo que aguantar las lágrimas y solo darle un abrazo, decirle gracias.
Sus compañeras de guardia le han dicho que se vaya, que descanse, y ella se niega.
Tiene una herida en la córnea, que debe tapar durante 24 horas.
Camila es rescatista de forma voluntaria hace 10 años; comenzó cuando aún estudiaba medicina.
Hoy es residente de tercer año de Cirugía General. Camila ayer, recogía escombros y hollín, hoy está sentada en una consulta de Cirugía de cuerpo de guardia de nuestro hospital.
Ella no va a entrar hoy al salón, no debe hacerlo, pero me fue imposible impedirle su permanencia en la consulta, y la verdad, me sentí muy orgullosa de que se resistiera a abandonar la guardia.
Camila es dulce, tranquila, no hay una pizca de vanidad ni arrogancia. Los ojos están cansados, las ojeras la delatan y no sabe mentir. Todo eso en un instante con ella.
Camila, hoy ha sido mi alivio y heroína. A veces, muchos de la escuela “la juventud está perdida” se preguntan como serán los médicos del futuro, “que será lo que me toque a mí?”, y siempre termino diciendo que son mejores de lo que somos y seremos nosotros.
Yo quisiera que Camila “me tocara” a mí, una cirujana que me cure y me rescate de tanta oscuridad con esa luz y esa esperanza. Somos, lo que hacemos día a día…
(Tomado del perfil de la directora del Hospital Faustino Pérez de Matanzas, Taymi Martínez Naranjo, en su cuenta en Facebook.)