A sus 47 años de edad, 25 de ellos rodeado de gases, altas temperaturas y ruidos excesivos, a Ángel Luis Hernández Álamo, operador térmico en la Central Termoeléctrica (CTE) Antonio Guiteras, le resulta prácticamente imposible soltar el overol.
Confieso que le cogí el gusto a embarrarme de grasa y oler a petróleo, cosas que la mayoría de la gente detesta, dice en improvisada entrevista durante una pausa en las actividades cotidianas, el operario local de categoría B que habitualmente labora en el área de caldera, uno de los equipos base más complejos del mayor y más eficiente bloque unitario en Cuba.
Lea también: CTE Guiteras: Maña de soldadores (+ Fotos)
Hernández Álamo, quien llegó a la CTE Guiteras hace poco más de un lustro, después de casi 20 años en Planta Martí, resume su desempeño como una obra de alto dinamismo, de riesgos y continuo aprendizaje, en la cual la satisfacción más grande es lograr un turno de trabajo con el menor número de problemas posible.
Normalmente el primer paso del día se dirige a puntualizar los principales cambios en el funcionamiento de la tecnología que ocurren de un turno a otro, luego observamos de cerca el estado del equipo y realizamos los procedimientos manuales pertinentes, siempre colegiados con la dirección de la planta, argumenta.
Con el paso de los años te das cuenta de que la caldera no es el monstruo que te pintan y que después de conocerla a profundidad puede volverse un lugar en el que te sientes a gusto, inclusive al punto de no querer tomar otro rumbo ni pensar en nuevos aires, afirma.
Ángel Luis convive con su esposa desde hace 13 años y cría a tres hijos; cuenta que le fue difícil trasladarse, hace ya tiempo, a un nuevo hogar en la ciudad de Cárdenas, porque pensó que tendría que dejar definitivamente su puesto en la Termoeléctrica Guiteras.
Muchas amistades se me acercaron con propuestas de trabajo muy ventajosas en hoteles del polo turístico de Varadero o en la Central de Energás, en el propio balneario, pero para mí no tenía sentido alejarme de lo que he hecho y disfrutado, comenta.
¡Claro que me molestan los apagones!, responde a la pregunta con expresión triste en el rostro. En los momentos más complejos no faltaron las veces en las que llegué a casa después de 12 horas de labor completamente extenuado y dormí sin fluido eléctrico, para regresar al siguiente día con las mismas ganas que antes de solucionar los problemas.
Lo que no tolero, y por ello me convertí en defensor de la unidad en las redes sociales, es que se hable mal de los trabajadores del sector eléctrico y especialmente de los de la Guiteras, porque aquí mucha gente se entrega en cuerpo y alma para lograr megawatts, y pese a lo oscuro que puede tornarse el panorama, la luz del túnel siempre aparece, sentencia.