Taymí Martínez Naranjo desde pequeña se imaginó como médico, aunque en algún momento la sedujo la arquitectura. Transitó por la vocacional Carlos Marx, y de su paso por la universidad recuerda el nivel de exigencia de sus profesores.
“Nunca estudié tanto en mi vida como en Ciencias Médicas. Los primeros años fueron brutales. Fui organizadora de la FEU, por lo que además de cumplir con mis responsabilidades como alumna tenía el deber de representar a miles de estudiantes. La experiencia fue extraordinaria. Si algo positivo guardo de esa etapa es la posibilidad de aprender sobre dirección y liderazgo.
“Cuando cursaba el sexto año de la carrera cumplí misión internacionalista en Venezuela, como parte de lo que se llamó Segundo Internado Profesionalizante, y me incorporé al Movimiento de Excepcional Rendimiento Mario Muñoz. Una vez culminado mi servicio social regresé a Venezuela, donde trabajé en un centro de alta tecnología en el estado de Miranda. Meses más tarde retorné a Cuba, embarazada de mi hija, para culminar la especialidad de Medicina General Integral (MGI)”.
—¿Era la MGI el sueño de Taymí?
—Mi aspiración era convertirme en cirujana. Esta es una especialidad fuerte, a tal punto, que algunos la consideran solo de hombres. Para mí fue la confirmación de que todo es posible. Era madre de una niña de 11 meses y demostré que podía con ambas tareas. Fue una experiencia que rompió con el estigma de que las mujeres no somos buenas cirujanas.
—¿Cómo llega la propuesta de la dirección del hospital Faustino Pérez?
—En 2021 me desempeñaba como secretaria del Núcleo del Partido del hospital. Matanzas atravesaba por uno de los momentos más críticos desde el inicio de la pandemia. Diariamente se notificaban más de 3 000 casos positivos de covid-19.
“Yo estaba convaleciente de la enfermedad cuando me propusieron asumir la dirección, pero decidí lanzarme. Quizá no contaba con los años de experiencia; sin embargo, tenía ganas de trabajar y de cambiar la realidad que se vivía entonces.
“Gracias al apoyo de dos profesores que admiro y de un equipo del Ministerio de nuestro sector, comencé a dirigir esta institución. Desde el 14 de noviembre de ese año soy la máxima responsable del hospital provincial Faustino Pérez de Matanzas”.
—¿Consideras que ha sido un sacrificio ocupar este cargo?
—Cuando una persona es consciente de la importancia de su labor, este trabajo no se considera sacrificio, aunque es cierto que en algunas ocasiones me imposibilita atender como quisiera a mi hija o mi especialidad.
“Cada mañana me levanto con unas ganas enormes de venir al hospital y de convertir los problemas en soluciones, sin importar lo caóticos que sean”.
—¿Cómo asume los comentarios negativos y las críticas?
—Si no existieran criterios negativos no sabría qué mejorar y debemos escucharlos con atención si realmente queremos transformar y evolucionar. Existen críticas que, más que dañarte, buscan ayudarte a crecer.
“También recibo halagos; no obstante, considero que debo temerles más que a las críticas. Todos necesitamos de una persona que sea algo así como nuestro control de calidad, que nos diga con honestidad si lo que hacemos está bien o mal.
“Lo asumo con toda la naturalidad, y agradezco a los que desconfían de mi capacidad, pues aportan más que quienes dan palmaditas en la espalda”.
—Es muy activa en redes sociales y su discurso es fresco y real. ¿Resulta difícil desligar a la Taymí directora de la Taymí (Tay Tay) en Facebook?
—Existe el modelo típico de cuadro o de dirigente que se expresa de una manera, porque es la forma más segura de enfrentarse a cualquier situación. No critico este discurso; si a esa persona le funciona, está bien. En mi caso no lo hace.
“Mis publicaciones están escritas con un lenguaje diferente. No puedo desligarme de mi sensibilidad y de mi forma de decir las cosas. Tal vez llame la atención porque las palabras no son a las que acostumbran los directivos. Considero que cada manera de expresar el criterio es válida siempre que sea en beneficio de los subordinados y de las personas que te rodean”.
—¿Quién es Taymí con sus amigos y su familia?
—Con mi familia soy una niña malcriada. Como es numerosa, he sentido el amor y la fortaleza que solo una familia con esas características puede dar. Con mis amigos soy un desastre, puedo estar tres meses sin escribirles, pero estamos el uno para el otro siempre.
“Lo que queda claro es que el porte de directora desaparece completamente cuando estoy con mis padres, mi hija y mis amigos”.
—Si tuviera que reprocharle algo a la vida, ¿qué sería?
—Soy una persona con suerte porque he tenido cuanto he querido. La vida es un regalo y hay que asumirla como tal. Como todos, he pasado por momentos desagradables, pero el mérito está en poner en el centro de atención lo que es realmente importante. Por eso no tengo nada que reprocharle a la vida.
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