Abogados, ingenieros y periodistas tuvieron el privilegio de recibir excelentes clases del doctor Oscar Piñera Hernández, quien es Miembro de Mérito de la Sociedad Económica Amigos del País y del ejecutivo de la Unión de Historiadores de Matanzas. En 2022 se reconoció su labor como historiador con el Premio Provincial Antonio José Valdés.
Oscar Piñera se define a sí mismo como un hombre empático, sencillo y protector. Sus orígenes se encuentran en Pedro Betancourt y a la Atenas de Cuba arribó como una de las estrellas del baloncesto matancero, aunque decidió terminar los estudios preuniversitarios en Jagüey Grande. Allí comprendió que su vocación se encontraba en las carreras de Ciencias Sociales y Humanidades.
“Cuando llegó el momento de llenar las boletas solo escribí tres opciones: Licenciatura en Lengua Inglesa, en Historia del Arte y en Historia. Finalmente me otorgaron la tercera opción y comencé en la Universidad de La Habana. Los primeros recuerdos no son muy gratos, pues mis compañeros de aula ya venían con una formación y una cultura general que no tenía este guajiro. En mi primera evaluación obtuve dos puntos y aquello me entristeció mucho, pero mejoré a medida que pasaba el tiempo a través de la lectura y del estudio constante.
“De la universidad pudiera contar cientos de experiencias, pero creo que llegar tarde a mi propia graduación, por una cuestión personal relacionada con el transporte, ha sido una de las que más me marcó. Mi profesor Oscar Loyola Vega era el encargado de entregarme el título de graduado más integral en la esfera deportiva junto con el de licenciado, y por la tardanza recibí un fuerte regaño. Mis compañeros entre risas comentaban que eso solo podría ocurrirme a mí”.
EL RECIÉN GRADUADO
“Cuando culminé mis estudios regresé con mi boleta de ubicación a Pedro Betancourt. Mi padre se molestó porque consideraba que desperdiciaría mis años de sacrificio y de conocimientos en mi pueblo natal. Entonces decidí hacer varias gestiones y gracias a una amiga comencé a trabajar en el Museo Provincial Palacio de Junco.
“En el Museo aprendí muchísimo. Leí cientos de los ficheros del Centro de información que se encontraba allí, vencí la timidez, aprendí de coleccionismo. Sin embargo, yo aspiraba a más y, como siempre me apasionó la pedagogía, me presenté a un examen de oposición para una plaza vacante en el Departamento de Marxismo de la Universidad, en su sede Camilo Cienfuegos.
“Para ello debía realizar una disertación sobre el proceso revolucionario de los años 30. Algunos consideraron que yo no tenía posibilidad. Ese criterio era entendible pues no contaba con un currículo ni experiencia como docente. Realmente tenía todas las de perder. Uno de los miembros del tribunal me explicó tiempo después que fui elegido porque, mientras otros leían sus tarjetas, yo aparté las mías y expliqué con la mayor seguridad y claridad lo que pedían. Desde 1996 hasta hoy, soy profesor de la Universidad de Matanzas”.
LA UNIVERSIDAD, SUS ESTUDIANTES
“Mis primeros estudiantes cursaban carreras relacionadas con las ciencias técnicas, y tenían el criterio erróneo de que la Historia no les aportaba nada en su formación. Les hice comprender, sin forzar procesos, que estaban equivocados. Cuando correspondía impartir las conferencias a los alumnos de Ingeniería Mecánica les explicaba, por ejemplo, cuál era el papel del puntista de azúcar de un central y cómo eso se refleja en la historia.
“Creo que el éxito de mis clases está en saber escuchar a mis alumnos, comprender sus intereses y motivaciones, porque la Historia sobre todo tiene una función social y está relacionada con los valores que una persona sea capaz de transmitir.
“He trabajado con estudiantes de Ingeniería Industrial, Cultura Física, Lengua Inglesa, Economía, Derecho y Periodismo. Si tuviera que destacar alguna, sería precisamente esta última. Los estudiantes de Periodismo suelen poseer una formación que posibilita que el proceso fluya de manera natural”.
EL DOCTOR
“Soy un hombre que se exige constantemente y comprendí que realizar una maestría y luego un doctorado, bajo la tutela del Dr. Eduardo Torres Cuevas, en Estudios Interdisciplinarios sobre América Latina, el Caribe y Cuba, me daría las herramientas suficientes para mi crecimiento profesional.
‘‘De esta etapa de estrés y de noches sin dormir debo agradecer que me convirtiera en un individuo más respetuoso con los criterios de las personas que me rodean. Aprendí que existe la diversidad sobre temas históricos, políticos y sociales, que son tan válidos como los míos y que merecen ser escuchados”.
EL PREMIO
“El Premio Provincial Antonio José Valdés es un reconocimiento a los historiadores destacados en investigación y docencia. Más allá del premio, me reconforta el respeto y el criterio que puedan tener mis colegas sobre mí”.
OSCAR
“Me gusta perder el tiempo mientras juego con el celular. Prefiero las fiestas familiares y grito al poner en la mesa una ficha de dominó. Me disgustan las personas que hablan de manera despectiva de otras, porque respeto el derecho de cada quien de vivir como le plazca.
“Como a todos, me molestan los apagones, la calidad del transporte, los precios elevados, pero no permito que esos problemas se conviertan en el centro de mi existencia.
“No tengo nada que reprocharle a la vida. Estoy donde quiero estar, tengo un hijo maravilloso, profesionalmente disfruto lo que he sido capaz de alcanzar, vivo orgulloso de mis alumnos. Soy un hombre feliz”.