Debido al aumento constante de los precios, no causaría asombro alguno que un merenguito costara nueve pesos en la cafetería La Matancera, ubicada en la calzada de Tirry de esta ciudad.
Ya deberíamos estar curados de espanto ante el ascenso súbito del importe de muchos productos. No obstante, si alguien osara tan solo indagar un poco en el porqué de las cosas, descubriría cuántos aspectos negativos se esconden en el complejo proceso de la fijación de precios.
Muchas personas alegarán que el merenguito no es un alimento de peso, como tantos otros que provocan airados comentarios en los pobladores y que resultan indispensables en nuestra dieta diaria.
Pero si eres de los inconformes que prefieren profundizar un poco más y no conformarse con la simple respuesta de que “la Empresa Avícola decidió subirle el precio al huevo”, quedarás perplejo por los tantos vericuetos que intervienen en el largo proceso desde que el pienso se adquiere en el exterior, se descarga en el puerto y se transporta hasta las naves de gallinas ponedoras, encargadas de poner el huevo que luego se transformará en un dulce.
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Por supuesto que el aumento de la materia prima encarece todo el producto final. Aunque contradictoriamente se llegue al caso inexplicable de que un huevo de mala calidad cueste mucho más que en condiciones óptimas.
Así de inextricable e inverosímil se comportan los mecanismos para fijar los precios en Cuba, donde el producto, que debería desdeñarse por no reunir las requisitos indispensables para su comercialización, llega a los establecimientos a un precio mayor, para convertirse en uno de esos merenguitos que aumentaron su valor a nueve pesos.
Quizás el cliente que lo adquiere desconoce que el alimento que se lleva a la boca está confeccionado con un huevo de una categoría singular, conocido como cascado o sucio. El sucio queda con restos de heces de la gallina, lo cual bien puede solucionarse con un eficiente proceso de lavado. Desde el Centro de Higiene y Epidemiología de esta ciudad orientan el empleo de una solución a base de cloro.
El proceso es mucho más complejo con el cascado, pues este presenta una fisura en su membrana que, aunque minúscula, resulta una puerta de entrada a microorganismos perjudiciales para la salud. Hay una normativa dictaminada por el mencionado centro, el cual estipula su consumo antes de las 24 horas, con la aclaración de que solo se puede emplear para alimentos que precisen tratamiento térmico, es decir, cocción a altas temperaturas.
Sin embargo, entre los tantos entrevistados para arrojar luz sobre el tema, el administrativo de una cafetería aseguró que empleaba el huevo cascado para la elaboración de los merenguitos, violando las normas establecidas para lograr una eficiente inocuidad de los alimentos.
Incluso la licenciada en Higiene y Epidemiología Yadelis Cutiño Oduardo, funcionaria del Departamento de inocuidad e higiene de los alimentos, reconoció que “ese huevo no puede ir a población abierta. Se selecciona por la Empresa Avícola y se dirige a un organismo con previa autorización del Gobierno; de no ser así, se incurre en una violación.
“En estos momentos se está analizando una situación similar en un municipio que comercializó huevo cascado sin cumplir las regulaciones”.
¿Y EL HUEVO FRESCO?
Hasta esta línea, donde hemos intentado trazar las coordenadas para determinar los motivos de la subida repentina del merenguito, el lector debe preguntarse a dónde fue a parar el huevo fresco que en el pasado se comercializaba en los Mercados Ideales u otros establecimientos comerciales.
Boris Tiel Carrabelo, director de la Empresa Avícola de Matanzas, respondió a esa interrogante. Desde hace varios meses, según informó, el país enfrenta una compleja situación con la producción de posturas, lo cual ha causado una considerable disminución en los niveles productivos.
La alimentación de las gallinas se ha visto seriamente afectada. A ello se suma que el escaso porcentaje que llega no siempre reúne los requisitos indispensables que posibilitarían un despegue en las cifras acopiadas.
“La empresa está trabajando con un 55 % de las capacidades de la instalación. No se han podido incorporar nuevas reproductoras, lo que provoca un envejecimiento de la masa”.
Esta realidad se traduce en que hoy los trabajadores de la Empresa Avícola cuentan con 70 000 gallinas menos; sin mencionar la ausencia de reemplazo de las ponedoras. Por ello cada día la provincia deja de producir 40 000 posturas según el plan.
Aun así, los consumidores han recibido los cinco huevos de la cuota normada. Sobre las tensiones a la hora de distribuir este demandado producto conversó con Girón Yirenia Arasay Zulueta, funcionaria del Gobierno provincial y que tiene entre sus responsabilidades velar por la distribución de alimentos.
“La producción en el territorio es insuficiente para los diferentes destinos pactados que responden al balance nacional y que comprenden tanto la canasta básica como el consumo social. Para poder cumplir con nuestros compromisos en estos momentos recibimos un porciento del producto de provincias como Villa Clara”.
Sectores como Educación, Salud y Deporte engrosan la lista de las entidades priorizadas; también se entrega un porcentaje a Comercio y Gastronomía, cifra que se ha visto muy deprimida.
“Existe una categoría de huevo, la denominada como huevo cascado o sucio, que no pertenece al balance y que en pequeñas cantidades se destina a la gastronomía”.
La dirigente explicó que, con la implementación de las nuevas medidas para impulsar el desarrollo del sistema empresarial cubano, la Empresa Avícola tiene la facultad de fijar el precio de ese insumo.
Aspecto que corrobora Boris Tiel Carrabelo, quien asegura que se fijó un precio interno para comercializar el sucio a ocho pesos y el cascado a cinco.
Esa oscilación provocó que la tortilla que se expende en la Cafetería La Pelota incrementara su valor, según Nuris Elena Orozco Santana, directora de UEB La Puerta del Sol, entidad a la que se subordina el establecimiento ubicado en el céntrico Parque de la Libertad.
“Antes, el cascado costaba 1,63 y el sucio 2,68, pero por decisión de la Empresa Avícola los pagamos a mayor precio”, asegura.
La madeja se enreda si consultamos el decreto 71, aprobado por el Consejo de Ministros en el presente año, y la Resolución 263, donde se fijan las nuevas tarifas y precios de productos como el huevo, pero solo se hace referencia al producto fresco, al cual no se le alteró el valor.
“¿Y el cascado y sucio?”, preguntarán. Ese no aparece en el importante documento de la Gaceta Oficial de Cuba.
Según se conoció, ante los escasos niveles del producto, se decidió, desde las instancias del Gobierno provincial, comercializar esta materia prima para paliar la difícil situación de la alimentación en la provincia.
Hasta ahí resulta una alternativa viable, ya que sin duda no nos podemos dar el lujo de desechar un alimento de tan alta estima en la mesa del cubano y que permite la elaboración de disímiles platos y dulces.
Urge arreciar el control y la transparencia en la comercialización, porque nadie podrá afirmar, pero tampoco negar, que muchos de los cartones que se expenden en el mercado negro a más de mil pesos contienen huevos cascados y sucios. Y ya conocemos que en este sector subterráneo no se cumplen las normas establecidas sobre la inocuidad de los alimentos.
Sobre todo, el cliente que llega a una cafetería o establecimiento estatal debería conocer los estándares de calidad que conforman la materia prima del alimento que se lleva a la boca.