Naomi es una chica muy presumida. Dice que una mujer que se respete nunca olvida el maquillaje, aunque para ella ninguna pintura sustituye el valor de una sonrisa. Hace casi veinte años trabaja en la bodega La tercera, del poblado de Alacranes, en Unión de Reyes, y asegura ser una mujer afortunada.
“Me siento muy querida por mis compañeros de trabajo, por los directivos de mi empresa, por mis vecinos, mi familia y mi pueblo, pero no siempre fue así”.
Hace muchos años quiso estudiar Enfermería. Tenía talento, buenas notas y mil ganas de luchar por su sueño; pero, aunque ha llovido bastante desde que El Principito nos enseñó que lo esencial es invisible a los ojos, las aspiraciones de la chica murieron ante quienes no aprobaron el vestido de flores que llevaba puesto aquel día.
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“Fue triste que no pudieran ver más allá de sus narices, que mi ropa y apariencia de mujer valieran más que mis calificaciones escolares, mis metas, expectativas, proyectos de vida, mi realización personal y profesional. Fue triste, muy triste”.
En un mural de la bodega donde trabaja puede leerse #Yovotosí. Nadie mejor que Naomi para entender cuánto bien trae el nuevo Código de las Familias para chicas como ella en materia de inclusión, igualdad, respeto y derecho al trabajo digno.
Estoy muy feliz, sobre todo porque tengo la certeza de que mi historia no se va a repetir. Confío en que la inteligencia y sensibilidad de la familia cubana nos va a conducir a un sí rotundo por el Código. En el voto están nuestros derechos. Es el tránsito hacia un país más inclusivo y justo. Es la decisión que conlleva a que no se use jamás un rasgo de la personalidad para restar oportunidades y aspiraciones.
Cuba cuenta desde abril de 2019 con la primera Constitución en su historia y una de las pocas en el mundo que respalda de modo explícito los derechos de lesbianas, gays, bisexuales y trans (LGBTI).
El domingo 25 de septiembre, cuando usted vaya a las urnas, no deje de votar por todo lo que nos enriquece como seres humanos y recuerde que en su decisión descansan también los sueños de mujeres como Naomi Prende Montero. (Yaudel Rodríguez Vento)