¿Importados sí o importados no?

¿Importados sí o importados no?
¿Importados sí o importados no?

 Una noticia que por estos días acogió con beneplácito la afición beisbolera del país fue que se confirmó la participación de Cuba en la próxima edición del Clásico Mundial de Béisbol.

Este se vislumbra como el evento cúspide en materia del deporte del bate y la pelota; es la oportunidad de ver a los mejores exponentes de la disciplina defendiendo los colores de su país de origen o el de alguno de sus familiares.

Como la felicidad casi nunca puede ser completa y los debates en torno a nuestro pasatiempo nacional están a la orden del día con la ratificación de la asistencia de nuestro país al evento, ahora se abren otras interrogantes.

¿Será justo convocar peloteros no nacidos en Cuba cuyos familiares sí tienen vínculos con nuestro país?¿Están en igualdad de condiciones los atletas de la Serie Nacional con respecto a los que puedan ser convocados por la Federación Cubana de Béisbol?¿Hasta qué punto sería acertada y aceptada esta convocatoria?

Si bien en los primeros momentos del máximo espectáculo beisbolero a nivel mundial esta medida se implementó en búsqueda de generar una mayor paridad entre los elencos fuertes y los llamados conjuntos débiles, con el transcurso de los años es práctica cotidiana ver atletas representando el lugar de origen de sus familiares.

Nuestro país dio un paso gigantesco cuando permitió el retorno y la participación de atletas no radicados en nuestra nación en las selecciones de las diferentes disciplinas deportivas.

Es innegable que la inclusión de estos deportistas en nuestras delegaciones sumó un plus de calidad y permitió que diferentes deportes obtuvieran resultados aceptables.

Por ello este tipo de acciones no nos son ajenas y tampoco generan un descontento popular. En el caso del béisbol, tenemos experiencia con retornos al equipo Cuba de peloteros como Yoan Moncada, Andy Ibáñez, Luis Robert, Elián Leyva.

Algunos peloteros no nacidos en Cuba han expresado públicamente su deseo de participar y ser convocados por la selección de la Mayor de las Antillas. Tal es el caso de Zach Neto, Andrew Pérez y Carlos Rodón, todos de ascendencia cubana.

Al Clásico Mundial se debe ir con lo mejor que tengamos disponible, sea de dónde sea, si tiene la disposición de representarnos sin ningún otro interés que el de jugar buen béisbol y ofrecer un buen espectáculo.

La pelota para el cubano es su bálsamo en medio de las dificultades, forma parte de su cultura y su idiosincrasia y, si tenemos en cuenta que llevamos buen rato sin un resultado alentador dentro de la arena internacional, convendría mirar si la manera en la que estamos desarrollando las cosas es la correcta.

Y no es que ahora, porque esos peloteros vengan, Cuba se coronará campeón del World Baseball Classic, pero sí aportarán muchísima más calidad que la que tenemos a día de hoy.

Por ejemplo, Puerto Rico, que está llamando a dominar su grupo clasificatorio y luchar por un lugar en el podio de la competición, incluyó en su roster a beisbolistas como George Springer o Nolan Arenado, nacidos en Estados Unidos, pero con lazos familiares en territorio boricua. Nicaragua, llamó a Mark Vientos, quien tampoco nació en ese país.

El deporte, como la vida, es dialéctico y está en constante evolución. No puedes vivir de espaldas al mundo, ni limitarte en contar con lo mejor que tengas a tu disposición por no haber nacido en tu país.

Deben y tienen que quedar atrás esos tiempos en los que integrar el equipo Cuba se veía como un premio o un estímulo al resultado de una temporada; y no se está hablando de limitar el talento que tenemos, sino de juntar fuerzas, sean de aquí o sean de allá.

(Por: George Carlos Roger Suárez)

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