Turismo de parada

Turismo de parada. Foto: Raúl Navarro

Wicho trabaja en el sector del turismo desde hace 36 años, que se dice fácil pero es media vida. El hombre ha hecho de todo: empezó como custodio y terminó de maletero, plaza que ocupa actualmente. Ha visto pasar a tres gerentes extranjeros y cinco nacionales; con todo y eso, sigue ahí, como el primer rostro que ven los extranjeros al abrirse las puertas del hotel.

El caso de Wicho es particular —aunque no único—, porque vive a unos nada despreciables 50 kilómetros de su centro de trabajo. Cada mañana se levanta a las 4:30 para colar el café y vestirse. Media hora más tarde, un vecino con una moto lo adelanta hasta Cárdenas, donde lo recogerá el ómnibus que lo traslada hasta su destino final.

Así ha sido durante, al menos, los últimos cinco años. En 2019 todavía podía permitirse, si la guagua fallaba —cosa rara por ese entonces—, alquilar un carro para dar el viaje, pero tras la pandemia nada ha sido igual y tuvo que apretarse el cinturón. Aun así, el sistema funcionaba hasta hace relativamente poco, y a las 3:30 de la tarde tomaba otro ómnibus de regreso a Cárdenas y llegaba hasta su casa en la misma moto de la mañana.

La ecuación comenzó a romperse cuando la guagua dejó de pasar la mayor parte del tiempo, y terminó de sucumbir cuando desaparecieron varios horarios de transportación, entre ellos el de las 3:30. Ahora debía esperar hasta las 5:30 p. m., y con todo y eso no sabía con certeza si la guagua pasaría o no, porque la noticia de que no habrá transporte llega siempre a última hora; lo mismo ocurre con la ruta matutina.

Fotos: Raúl Navarro González

Ante tal situación, solo le queda sumarse a la horda de trabajadores que se lanzan a por carros, motos y lo que aparezca para llegar y salir de los hoteles. El sector de los servicios no espera por nadie, y en Varadero menos. Cada llegada puntual se vuelve una victoria en medio del caos, aunque a la hora del regreso la historia suele repetirse y ser incluso peor, porque la desaparición de determinados horarios provocó un congestionamiento de personal en los turnos de guagua restantes.

Miles de trabajadores del turismo en la provincia de Matanzas viven por estos días, en menor y mayor medida, una situación similar a la de Wicho, ante la imposibilidad de la empresa de transporte Transmetro para garantizar el servicio al mismo nivel de años anteriores.

Las consecuencias de dicha irregularidad van mucho más allá de lo que uno pudiera imaginarse: personal de oficina yendo a sus puestos de trabajo todos los sábados, sean laborables o no, porque las jornadas no les alcanzan al perder tiempo transportándose por sus propios medios; servicios que cierran antes de hora para poder coger la guagua, porque el horario de transportación que coincidía con su cierre habitual desapareció; incluso, una afectación al transporte público, porque, aunque la mayoría de choferes se rehusaba a hacerlo, algunos sí recogían a la población y eso resolvía un gran problema.

Este reportaje intenta ahondar en la situación y aportar soluciones a una problemática que depende en su mayoría de recursos con los que no se cuenta, aunque sobren voluntades.

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El transporte público matancero se gestiona actualmente con el 32 % de un plan de combustible ya de por sí modesto para las necesidades de la provincia. Ello se traduce en que la disponibilidad de recursos para la transportación normal de pasajeros se vea reducida, en ocasiones, a cero; así lo reconoce Roberto Bernal Villena, director de la Empresa Provincial de Transporte.

La escasez ha llegado incluso al punto de complejizar la toma de decisiones para priorizar un sector u otro, porque el combustible es finito y, en palabras del propio Bernal, “cuando se acaba, se acaba”, aunque siempre se tenga en cuenta cuestiones fundamentales como los servicios de salud.

La transportación de trabajadores del turismo, según nos comenta Edonni López Estévez, director de la Unidad Empresarial de Base (UEB) de Transmetro en Cárdenas, es un servicio al que siempre se le garantizó su combustible, por la importancia del sector para la economía nacional:

“La asignación de combustible para los ómnibus del personal de los hoteles en Varadero siempre fue una prioridad. Hablamos de unos 8 mil 500 litros diarios para la transportación desde y hacia Matanzas y 6 mil 500 litros en el caso de Cárdenas”.

Sin embargo, en los últimos meses Transmetro dejó de contar con la cantidad de combustible necesaria para la transportación de los trabajadores del turismo. El servicio Matanzas-Varadero, por ejemplo, que es el que más combustible necesita, llegó a contar en ocasiones con solo 3 000 litros diarios, a lo cual se suma el déficit de parque tecnológico.

“Hoy amanecimos con 66 carros activos”, explica Loysel Salceiro González, jefe de operaciones de la UEB de Transmetro en el municipio cabecera. “Ayer eran 70 y mañana serán menos, de los 145 ideales para efectuar el servicio correctamente. Las principales causas de avería están en la escasez de neumáticos, baterías, piezas de repuesto y lubricantes”.

Las “guaguas de trabajadores”, como se les conoce popularmente, transitan los tramos Matanzas-Varadero y Cárdenas-Varadero en dos grupos de horarios: los de llegada y los de salida. Sin embargo, la gran cantidad de buses inactivos, en una empresa que no solo ofrece este vital servicio al sector del turismo, da al traste con las necesidades reales de transportación.

En respuesta a esta problemática, surgió una solución temporal: la conocida como “segunda posición”. Cuando un ómnibus de Transmetro termina de trasladar a los trabajadores de un horario, regresa y recoge a los que quedan en las paradas, ya sea porque su guagua falló u otra causa puntual.

Podría parecer que el problema desaparece, pero ahora surge otro agravante: cuando un trabajador llega tarde al hotel, deja de cobrar las dos o tres horas de retraso. Con respecto a la salida, sucede lo contrario: aunque haga horas de más, no se le pagarán. Y este no es el único conflicto.

En palabras de Marta Yarisleydis Torriente Sánchez, secretaria general del Sindicato Provincial de Hotelería y Turismo, “cuando un trabajador lleva 24 horas en su puesto, y no puede irse porque no ha llegado su relevo y deberá permanecer allí cinco horas más, ¿cómo ofrece el servicio? Los trabajadores del turismo se ven cansados, sonríen poco (con toda su razón), y el cliente se da cuenta”.

Pese a la tangibilidad del problema, algunos implicados persisten en minimizarlo. Raidel Paumier Suárez, director de la UEB de Transmetro en el municipio Matanzas, niega la existencia de una inestabilidad en el transporte de trabajadores del turismo y afirma que lo que hay es, en todo caso, “algunos atrasos”. “Nosotros no hemos dejado de transportar a nadie. Se les transporta en segunda posición, pero se les transporta”, agrega.

Lo que el funcionario no toma en cuenta es que los trabajadores, en la mayoría de los casos, prefieren moverse por sus propios medios antes que esperar la segunda posición, por las razones antes explicadas del descuento en su salario a raíz de la llegada tarde. Asimismo, cabe preguntarse: ¿que las guaguas fallen constantemente y deban hacerse malabares logísticos para organizar un mínimo de segundas posiciones no es, acaso, una inestabilidad?

Mas, la responsabilidad no es toda de Transmetro, pues, amén de las roturas imprevistas, a los directivos del Ministerio de Turismo, Gaviota y los hoteles se les pormenoriza desde la noche anterior las rutas y horarios afectados; información que no siempre llega a los trabajadores.

Más allá de las segundas posiciones, organizadas con carácter resolutivo, Transmetro se ha visto obligada a tomar medidas coyunturales que, en vez de resolver el problema, lo han agravado; ello debido al propio déficit de combustible y la escasez de ómnibus.

“Esta situación ha provocado que tengan que unificarse turnos de guaguas —explica el director de la UEB de Cárdenas—, lo que a su vez genera que sea mayor la cantidad de trabajadores para transportar en un mismo vehículo o, en su contrapartida, que las guaguas pasen a recoger y la mayoría del personal haya optado por viajar por sus propios medios.

“De lo que sí estamos claros es que el escenario no es el ideal, sobre todo en un sector que requiere el cumplimiento de horarios y rotaciones en diferentes momentos del día”.

Fuentes anónimas nos hablan de choferes que no recogen o descargan personal en sus paradas porque, según ellos, “no les toca”, cuando se ha dejado claro que los horarios y rutas que faltan no se eliminaron, sino que se unificaron debido a la escasez de parque técnico; negativa que en ocasiones llega al maltrato verbal, en un contexto donde la solidaridad se hace imperativa ante tanta insolvencia.

“Las medidas para sortear esta situación y disminuir la carga sobre el personal turístico deben partir de ellos mismos, que al final son los que saben en qué horario se mueven más personas, para así distribuir eficientemente los recursos. Incluso, se pueden establecer acuerdos entre diferentes instituciones y empresas hoteleras y extrahoteleras, para compartir vehículos”, propone el directivo de Transmetro en Cárdenas.

Los autores de este reportaje coinciden en parte con la fuente oficial; pues sí, la solución está en organizarse y encontrar rutas y horarios que beneficien a la mayor cantidad de trabajadores posible, pero ello no es una labor que compete solo a los trabajadores del turismo y sus representantes en la institucionalidad, sino también a los choferes y funcionarios de Transmetro y el Ministerio de Transporte, quienes no pueden desligarse del problema pues son, en definitiva —y aunque no lo deseen así—, su causa.

En este sentido, el Sindicato Provincial de Hotelería y Turismo ha realizado una serie de propuestas, la mayoría de ellas ignoradas. Resalta, por ejemplo, el planteamiento de contratar a Transtur para suplir la demanda; entidad que, a pesar de contar con el parque suficiente y, lo más importante, en total disponibilidad, no puede transportar trabajadores porque su objeto social es transportar turistas. ¿Son tiempos éstos para tales burocratismos?

Otra opción sería la contratación de particulares, propuesta que tampoco ha sido aceptada. Algo es seguro: en el contexto actual, Transmetro no se encuentra en condiciones de ofrecer su habitual servicio con todas las de la ley; prestación que, para colmo de males, se paga por adelantado y no admite reembolsos, a pesar de no ser brindada correctamente.

A horas de la publicación de este reportaje, se informó que la situación del combustible “comenzaba a resolverse”, y se tomarían nuevas medidas en beneficio de la transportación obrera del sector turístico. Ojalá tal anuncio se convierta en una realidad palpable, donde la unión de voluntades palie, aunque sea un poco, esta problemática tan compleja.

Solo de esta forma, Wicho y los miles de trabajadores de un sector ya de por sí afectado por disímiles causas llegarán a tiempo a sus destinos, tendrán la energía suficiente para ofrecer su servicio como Dios manda y no verán tan afectados su tiempo y sus bolsillos. (Texto: Humberto Fuentes Rodríguez y Boris Luis Alonso Pérez. Fotos: Raúl Navarro González)

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Periódico Girón

Sobre el autor: Colectivo de autores

1 Comment

  1. Soy trabajador del turismo, y doy fe de lo que dice el articulo.
    Transmetro es un DESASTRE así en mayúsculas…y todo el mundo lo sabe.
    El problema a veces va mucho mas allá de lo narrado acá.
    Sabemos la situación del país, pero el problema se agudiza con choferes indolentes e irresponsables…no generalizo..pero todo el que trabaja en turismo como yo, me dará la razón.
    Aun sabiendo el problema del transporte, hay choferes que se aprovechan de la situación para cobrarle a otros trabajadores que abordan su ómnibus 50 y hasta 100.00 pesos para que los recojan…cuando su deber es ayudar.
    De igual manera hay choferes que antes de llegar a la parada, marcan con cartones y otras cosas los asientos en la guagua para » sus trabajadores preferidos» dígase personal de cocina, restaurantes, comedor obrero etc etc etc, que raro no!!…no les parece demasiada la coincidencia?
    Pero a esos choferes indolentes no les puedes decir nada, pues piensan que la guagua es de ellos.

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