La paz de Witkoff y la encrucijada ucraniana

La paz de Witkoff y la encrucijada de Ucrania

En medio de una creciente crisis política interna, el presidente de la nación ucraniana, Volodímir Zelenski emprendía una gira europea a través de Atenas, París y Madrid en busca de apoyo militar y económico para hacer frente a la ofensiva rusa de invierno.

Con los acuerdos concertados en materia energética y bélica, el mandatario ucraniano perseguía, asimismo, apuntalar tanto el apoyo interno a su gestión —lacerado por el escandaloso caso de corrupción que ha salpicado a varias figuras de su gabinete— como la confianza popular, preocupada especialmente por la cercanía de las bajas temperaturas invernales.

En tales empeños, el jefe de Estado fue sorprendido por la filtración de un plan de paz presuntamente elaborado por Steve Witkoff, de conjunto con Kirill Dmitriev, figura central de la diplomacia moscovita en asuntos concernientes a Ucrania, con quien se habría reunido en Miami a finales de octubre.

La propuesta de 28 puntos, cuyos primeros detalles fueron divulgados por Axios y Politico, habría partido de las negociaciones que anteriormente habían tenido lugar en Alaska durante el pasado mes de agosto, siendo una versión modernizada de las ideas allí planteadas, según expresara el propio presidente ruso, Vladimir Putin, durante una reunión del Consejo de Seguridad ruso celebrada en Moscú el 21 de noviembre.

La cesión a Rusia de zonas que actualmente se encuentran bajo control de las fuerzas armadas ucranianas; el reconocimiento de Crimea, Donetsk y Lugansk como territorios rusos de facto; la prohibición de la integración de Kiev a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN); así como la limitación de las fuerzas armadas de Ucrania a 600 mil efectivos y un plan de reconstrucción económica a partir de inversiones provenientes de los activos rusos congelados en Europa han sido algunos de los puntos que mayor controversia han generado entre los aliados de Zelenski.

Tras conocerse la iniciativa norteamericana —respaldada casi de inmediato por Putin— y el ultimátum que Donald Trump lanzase el propio viernes, concediendo a Ucrania y sus socios el jueves 27 de noviembre como fecha límite para unirse al mismo, o perder el apoyo de Estados Unidos, desde Bruselas los presidentes de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y del Consejo Europeo, António Costa, rechazaron la exclusión de la parte ucraniana y europea de la redacción del mismo, así como su contenido favorable a Moscú.

El sábado, al margen de la cumbre del G20 que tiene lugar en la sudafricana ciudad de Johannesburgo, varios jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea (UE) se reunieron con el propósito de trazar una estrategia en respaldo a Kiev, y a fin de forzar una negociación de la propuesta presentada por la Casa Blanca.

Preocupados por el ultimátum de Trump y las posibles represalias que el mandatario pueda impulsar en caso de una negativa ucraniana, el bloque europeísta, junto a otros importantes aliados de Zelenski, como Canadá y Japón, activaron la búsqueda de posibles alternativas a la cooperación estadounidense en materia de inteligencia.

Desde la capital estadounidense, las posturas respecto al documento parecen ser muy variadas, llegando a suscitarse más de un distanciamiento y rechazo público, así como no pocas informaciones fraudulentas que la administración presidencial ha debido desmentir de inmediato.

La propia actitud del presidente, incluso, parece variar con el paso de los días y el desarrollo de las reacciones globales. Contrario a la inflexible actitud presentada al momento de la filtración, el sábado, en conferencia de prensa frente a la Casa Blanca, Trump pareció mucho más abierto a la negociación, declarando que lo publicado no se trataba de su «oferta final».

En tal sentido, durante la jornada de ayer algunos altos representantes de la UE y del llamado E3 —integrado por Reino Unido, Francia y Alemania— se dieron cita junto a diplomáticos ucranianos y estadounidenses en la ciudad suiza de Ginebra, en el primer día de lo que pudiera resultar una ronda de negociaciones hasta presentar una oferta final que convenza a las principales partes implicadas: asunto que, en medio del cuarto año de contienda, parece ser un imposible.

La encrucijada

Si bien a lo largo del conflicto Rusia ha debido de redimensionar varios de sus objetivos, dada la imposibilidad de verlos concretados, el desarrollo actual de la guerra pareciera inclinarse ligeramente hacia el lado del Kremlin.

El poder de fuego de Moscú, la movilización de nuevos reservistas nacionales e internacionales que Putin ha logrado, el reajuste económico tras la entrada en vigor de las sanciones, así como la independencia y suficiencia de buena parte de su industria militar, posicionan a la Federación rusa en un plano superior a Kiev, cuyo poder de fuego y sostén económico dependen exclusivamente del aporte material y financiero de sus aliados.

Ucrania puede empantanar a Rusia durante algún tiempo, hasta que Moscú logre desgastar completamente las infraestructuras vitales del país, o impedir incluso la consolidación del control ruso sobre los territorios del Donbás, que garantizarían al Kremlin un paso terrestre hacia Crimea y el cierre interior del mar de Arzón. No obstante, una victoria sobre la ofensiva rusa y la conservación de Donetsk, Lugansk y las zonas reclamadas por Moscú en la denominada operación militar especial, parecen improbables.

Con la más reciente proposición de alto al fuego, la complejidad que ha de enfrentar Zelenski en el futuro no parece dejar de incrementarse, más si se tiene en cuenta que su principal abastecedor, Estados Unidos, ha dado más de una muestra de distanciamiento hacia su gobierno.

Si en lo adelante Trump persiste en su posición de terminar la guerra cuanto antes, y en la línea que lo ha ido alejando de los intereses ucranianos y europeístas, a fin de anotarse algún logro en materia exterior, Kiev se ubicaría cada vez más cerca de la disyuntiva que el propio presidente alertase en un sombrío discurso frente al palacio presidencial tras conocer el plan: «perder la dignidad nacional o arriesgarse a perder a su más importante aliado». (Edición web: Miguel Márquez Díaz)


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Sobre el autor: José Carlos Aguiar Serrano

Lic. Marxismo-Leninismo e Historia por la Universidad de Matanzas. Ex profesor universitario.

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