La pianística matancera

La pianística matancera: impronta del piano en la Atenas de Cuba. Imagen: tomada de la página de Facebook Pasión por el Jazz y Blues.

La historia se teje de simples y profundos sueños que tenemos los hombres. El tesón y dedicación van haciendo puentes entre los eventos, formando esa amalgama de sentimientos traducidos en arte.

El piano, sin duda poderoso instrumento capaz de hacernos sentir todos los colores y timbres de una orquesta sinfónica, ganó rápidamente gran acierto y se colocó entre los preferidos. Se fue sedimentando la forma de interpretación, se fusionaron varias escuelas, como la francesa, la americana y, posteriormente, la rusa, con diversas e interesantes propuestas en Cuba.

En Matanzas, desde finales del siglo XIX, fue un jolgorio. Las jóvenes de sociedad lo tenían en las salas de sus casas. Con él como anfitrión, las veladas nocturnas a la luz de las velas se hacían maravillosas junto a cantantes y poetas. Esta ciudad de puentes y ríos se dejaba cautivar por los poderosos y hermosos acordes de sus cuerdas.

Surgieron las primeras escuelas y, con ellas, los primeros profesores y pianistas. Sin la simiente es imposible crecer pleno. 

La pasión por el piano es algo innato en los seres humanos que dedican su vida a dominar un instrumento tan complejo. Entre ellos, Cusita Bourcet, las señoritas Condom, Edelmira Vento, el Conservatorio Ángulo-Lamothe, Josefina Menéndez con su conservatorio (ella una de las más importantes pianistas matanceras, Premio Nacional de Música), Josefina Rodríguez (Pina), Graciela Santiago, Isabel Novoa (Chachita).

Fue su savia fundadora lo que hizo que se aunaran escuelas y saberes y, en 1959, surgió la primera Escuela de Música, ya con varios instrumentos. Esta se hallaba ubicada en la calle Jovellanos. Desde estos tempranos inicios, la gran Maestra y concertista Elvira Santiago Novo y Luisa Alicia Cabrera comenzaron en el primer claustro. Luego pasó a Río 70, donde se sumaron Inés María Hernández e Ilduara Carrandi. Todos guiados por el magnífico Maestro matancero Mario Argenter.

No podemos dejar de mencionar que Gilberto Pérez Lavastida y Elvira Santiago compartieron con sus discípulos los conocimientos adquiridos de excelentes maestros, como Margot Rojas y María Enma Botet. Elvira Santiago se erigió desde ese entonces como la gran pianista que es hoy, además fundadora de la Orquesta Sinfónica de Matanzas, de la cual ha sido en múltiples ocasiones solista invitada con importantes directores.

Ya en Medio y Zaragoza se integra la Escuela de Música con Primaria. Importantes pianistas surgieron en estos años. La Escuela comienza a expandirse en la Calle Matanzas, allí se juntaron todas las especialidades: Plástica, Ballet; también internado, Primaria y Secundaria. Mayda Carreras y Bertha Marrero se unieron al claustro de profesoras. Entonces, se  comienza a desarrollar con mucha fuerza la enseñanza del piano; surgieron alumnos relevantes en esta temprana época, como Teresita González Ortega, Fabio Hernández Puitmijá, Alina Rodríguez Viciedo, Javier Acebo, Ulises Hernández (asesor nacional de esta enseñanza), entre otros.

Esta Escuela tenía el nombre de Mártires de Bolivia, que pasa a Milanés final —en ese momento era Escuela Provincial de Arte—. Como profesores de piano se incorporan Gonzalo Rodríguez y Mercedes Oliva, Eneida Lima, Idania González, Cándida Gutiez. 

Tuvimos el honor de que los profesores Olga Valiente y José María Vitier cumplieran su Servicio Social en nuestra institución. Ya esta se nutría de sus propios alumnos, que volvían egresados de la Escuela Nacional de Arte (ENA), a impartir clases, capaces de formar nuevos alumnos y profesores, adquiriendo un lugar cimero en la enseñanza del piano a nivel nacional

La Escuela Vocacional de Arte fue construida con todas las condiciones en Pastorita, donde permanece. Además de un Nivel Medio más joven, ubicado en Río y Matanzas. Mencionar a todos sería imposible; pero podemos nombrar a Manuel Anoivega, Nancy Varela, Ismarys Febles, Lourdes Ramos, María de los Ángeles Horta, Marta Suárez Pinedo, Beatriz Lamothe, Gloria Mónica Hernández, Yaquelín Batista, María Eugenia Peña, Leonnia Valdés, María Julia Arango, Marilia Pérez, María Marta Hernández, Beatriz Almeida, Mirtia y Javier Ruiz, Ismarys Hernández, Rosalmys Cabrera, Yisel Rubio, Lisandra Pérez Mayo, Lilianne López.

Muchos mantienen su doble vínculo artista-profesor, como baluartes de compromiso con el arte del piano. Además, Alejandro Falcón, quien ha hecho brillar a Matanzas como pianista y compositor, Oscar Verdeal, Lianne Vega, Fidel Leal, Victor Díaz, Danae Álvarez, multipremiados pianistas que nos llenan de  gran orgullo, de una forma u otra han puesto su pedacito importante de luz en esta bella obra. Son muchos los que continúan cosechando premios nacionales e internacionales.

A toda esta gran familia de pianistas que han puesto su  esfuerzo y corazón en la formación de nuestra escuela y el desarrollo del piano en Matanzas; a todos los que han entregado su vida a esta inmensa obra, va nuestro agradecimiento profundo. Luz eterna para los que no están pero aún guían nuestros pasos. (Por María de los Ángeles Horta)


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